Pokemon, una serie retro que al día de hoy sigue resonando en el corazón de muchos.
Nacida allá en los ‘90s (1997, para ser más precisos) Pokemon fue una serie que tocó a varios de los que en su momento mirábamos animé y pasó a convertir a su mascota de cabecera (Pikachu) en un símbolo universal de la animación japonesa, excediendo su personaje como co-protagonista no humano de la historia.
En lo personal, yo soy de la generación de los primeros 150 (los originales, llamémosle). Eso da un no-sé-qué de nostalgia. Dan ganas de decir “yo viví el comienzo” . En el ‘97 tenía 10 años y cuando la empezaron a transmitir en Argentina era apenas una preadolescente. Seguí las aventuras de Ash, Misty y Brock (tengo que confesar que nunca logré empatizar mucho con el último) y, como seguramente muchos otros, siempre me pregunté cómo hacían para que entren los bichitos en esas pokebolas tan pequeñas.
Recuerdo, todavía con cierta confusión, cada uno de los ataques frustrados del Equipo Rocket. Los pobres reproducían la dinámica del Coyote contra el Correcaminos, elaborando complicados planes de ataque que no dejaban de fallar ni por casualidad. No creo haber sido la única que se preguntó por qué no le sacaban más rédito a Meow: su pokemon de cabecera que tenía la increíble particularidad de ser el único pokemon conocido que pudiera hablar. No me cabe duda de que si lo hubieran hecho, seguramente hubieran conseguido más estatus y financiamiento que con sus intentos semi-maquiavélicos.
En cierta medida, esta serie fue la antagónica a Digimon (por estos días mucho más celebrada por su nueva saga: DigimonTri). Muchos acusan a Pokemon de reproducir “maltrato animal” (las condiciones sospechosas de vivienda en las pokebolas y el “uso” de pokemones para ganar batallas y peleas sin prácticamente otro valor – salvo excepciones – son los argumentos que fundamentan estas acusaciones). Otros dicen que es una trama mucho más chata que Digimon. Esto último es innegable, ya que ni la trama ni su protagonista (Ash) no supieron crecer con sus espectadores y se quedaron en una serie de corte un poco infantil, dejando de lado la posibilidad de conspiraciones misteriosas, escenas de acción un poco más violentas e incluso la sexualidad de sus personajes.
En lo personal, le doy la bienvenida y la reconozco como una introducción a lo que después pudo crear Digimon. Respeto la serie (que no por nada se sigue emitiendo con nuevos capítulos al día de hoy, ¡ya va más de 900!) y, si bien casi no tuve oportunidad de jugarla (salvo en una de sus primeras versiones para GameBoy, de manera muy escueta) considero que se sustenta bastante bien en toda su mitología y fauna para abastecer a los de creatividad y locuras en lo que a personajes se refiere (tanto los nombres como muchos de los pokemones son bastante divertidos si uno se detiene a pensarlos).
Hoy en Geeky festejamos los 20 años del inicio de esta franquicia que nacía allá, por 1996. Se inauguró con los “jueguitos” Red y Green (Rojo y Verde, respectivamente), de la plataforma Nintendo y, hasta el 2016, sigue sacando nuevas versiones del mismísimo y sumando pokemones para entrenar.
Isa Crosta