Sigilo, acción y terror se combinan en este título que podría haber sido más, pero su pobre diseño de misiones nos impide disfrutarlo por más de un par de horas.

Veteranos de la industria que han trabajado en destacables obras como BioShock Infinite y Dishonored se reunieron en Question, el estudio que surge con una propuesta enfocada en un multijugador en el que cada usuario deberá adoptar un rol a lo largo de una serie de misiones excesivamente repetitivas que acaban por frustrar una experiencia que podría haber sido mucho más divertida.

En The Blackout Club controlamos a un grupo de adolescentes que deben rescatar a su amiga, la cual ha sido secuestrada por una entidad que tiene a los adultos controlados mentalmente y que dispone de una entidad dispuesta a acabar con cualquiera que quiera interponerse entre sus planes.

Los adultos nos descubrieron, una y otra vez

The Blackout Club nos recibe con un interesante prólogo en el cual, además de enseñarnos las mecánicas principales con las que deberemos abrirnos paso, nos cuenta un poco del mundo en el que nos encontramos. El mismo ha sido tomado por una misteriosa entidad, la cual tiene a los adultos controlados mentalmente para mantener a los más chicos a raya. La premisa resulta más que atractiva y esta introducción nos permite ilusionarnos de cara a ver un desarrollo profundo de la trama, una que nunca acaba de tomar fuerza, que se desdibuja conforme avanzan las horas y que termina siendo más vale escasa.

Después de esta primera parte vamos a la creación de nuestro personaje, con unas opciones de personalización de lo más básicas que hemos visto en los últimos tiempos. Hagamos lo que hagamos el protagonista acabará viéndose horrible, mientras que las alternativas se limitan a dos caras (una para hombre y otra para mujer), un par de pelos y poco más. Claro que en cuanto entramos a nuestro refugio nos encontramos con una tienda en la que podemos adquirir más objetos cosméticos, comprándolos con puntos que ganamos superando misiones, pero estos también son pocos y para nada atractivos. Si con esto pretendían incentivar a los jugadores para dedicarle horas al juego, dudamos mucho que se cumpla el objetivo.

Y si desde el vamos las razones para jugar no son muchas, conforme avanzamos en la aventura cada vez son menos. Es que con tan solo unas dos o tres horas en el juego nos damos cuenta de que el diseño de misiones es realmente pobre, siendo todas estas excesivamente repetitivas. Recolectar pruebas, rescatar a adolescentes o robar objetos específicos son los ejes de cada uno de los objetivos, invitándonos a simplemente recorrer el mismo mapa una y otra vez, yendo de un punto a otro y tocando un botón cuando llegamos al lugar correspondiente.

Los amigos sean unidos

Está más que claro que el equipo de Question no ha hecho foco en una experiencia en solitario, sino que se trata de una propuesta directamente apostada en el multijugador. Como cualquier juego de este tipo, The Blackout Club gana mucho cuando se lo pasa en compañía de un amigo, con mecánicas que proponen que cada uno adopte un rol en el equipo. Parte del desafío suele ser saber por dónde moverse, encontrar la entrada a cierto lugar o decidir cuál es la mejor estrategia para pasar sin ser detectado, es ahí cuando toma relevancia el trabajo en equipo.

Para fortalecer estas características, existen habilidades que podemos ir desbloqueando cada vez que subamos un nivel. Tenemos las clásicas, como mayor resistencia o salud, y otras especiales que están enfocadas en las estrategias de las que recién hablábamos. Entonces, podemos potenciar a nuestro personaje para ser mejor para derribar enemigos, para hackear o para infiltrarse sin ser detectado siendo clave ponernos de acuerdo con nuestros amigos para que cada uno tengo un rol específico.

Mientras vamos formando un equipo cada vez más sólido, debemos avanzar a través de un mapa que se va expandiendo poco a poco y que va cambiando algunas características de manera procedural. En las calles de un típico barrio estadounidense por el que nos movemos, nos encontramos con algunos adultos que pueden escuchar pero no ver y otros que si pueden vernos pero no escucharnos, los cuales nos llevarán a rastras si nos descubren. También hay drones, cámaras de vigilancia y una entidad que solo aparece cuando nuestro nivel de búsqueda sube mucho. Lo atractivo de esta última situación es que para poder ver a este poderoso ser deberemos cerrar los ojos, mecánica que nos ha parecido muy original y que tiene una utilidad real a lo largo de la aventura.

En cuanto a la jugabilidad en sí, no hay mucho para halagar y por el contrario podemos criticarle bastantes cosas. El control en sí se siente tosco, como poco trabajado, y la situación se complica aún más cuando los enemigos nos descubren cuando no deberían o cuando un bug los ayuda a encontrarnos cuando estamos escondidos. En cuanto a las mecánicas de sigilo son las básicas, no hay nada fuera de los común y la acción es más bien poca, sobre todo si tenemos en cuenta que la mayoría de nuestras armas no son letales.

La experiencia de los veteranos

Con tan solo dar los primeros pasos en The Blackout Club nos damos cuenta de que los creadores de BioShock Infinite y Dishonored han trabajado en el juego. La estética recuerda a aquellos títulos y la ambientación está muy bien lograda, como cabría esperar. La atmósfera de un mundo sometido está muy conseguida y la tensión se puede sentir constantemente, siempre a la espera de encontrarnos con un adulto a la vuelta de cada esquina y llevándonos un buen susto de vez en cuando.

Sin embargo, a nivel técnico el juego es bastante flojo. Gráficamente no está mal, aunque el diseño en general denota una falta de trabajo o creatividad demasiado evidente. El sonido es correcto, aunque no sobresaliente, y ensucian en varias ocasiones la experiencia algunos bugs y fallas en las físicas. En lo que a conexión respecta, no hemos tenido mayores problemas para conectar con nuestros amigos excepto en algún que otro momento en particular.

The Blackout Club, el veredicto final

La obra de Question nos recibe con una premisa más que interesante, que se desinfla a las pocas horas. No solo porque su historia pierde toda la fuerza con la que inició, sino porque el enormemente pobre diseño de misiones hace que la experiencia se vuelva excesivamente repetitiva. Mientras que el mapa es siempre el mismo, con nuevas áreas que van apareciendo poco a poco, los objetivos son poco variados y se limitan a llevarnos de un lugar a otro para apretar un botón.

Sin embargo, The Blackout Club resulta un poco más interesante a la hora de jugarlo con amigos y con la posibilidad de que cada uno ocupe un rol específico dentro del equipo. ¿Esto invita a dedicarle muchas horas? La verdad es que no y nos cuesta encontrar otras razones para hacerlo. Su ambientación y reírse un rato con algún amigo acaban por ser los únicos atractivos, en una propuesta que seguramente podría haber sido mucho más placentera.

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Como buen geek de raza, sé que cuando muera voy a respawnear. Esta vida la uso para escribir sobre lo que amo.

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