La más pura esencia Metroidvania con un apremiante tinte roguelite trae como resultado Dead Cells, uno de los grandes indies del 2018.
Personalmente, siento que este año todo lo que contenga características de un rogue-like puro habían llegado a su hartazgo. Propuestas interesantes como The Swords of Ditto o Moonlighter, pero que con diversas circunstancias no habían podido escalar lo suficiente en los estándares de la elite gamer.
Sin embargo, la aventura que nos trae Motion Twin es el salto de calidad que necesitábamos. Dead Cells combina lo mejor de los dos estilos que lo componen, Metroidvania y Rogue-like (lo definieron como un Roguevania), formando un híbrido majestuoso, de esos juegos que siempre te dan ganas de más, un sabor a revancha constante pero que no cae en la monotonía, gracias a un sistema de progresión justo y un recorrido que varía según los caminos que tomemos.
Dead Cells agrupa todos los argumentos para posicionarse como uno de los grandes títulos indies del 2018. Si te gustán las aventuras de plataformas con una buena cantidad de enemigos y un armamento súper diverso, estás ante uno de tus juegos ideales. Se encuentra disponible para PlayStation 4, Xbox One, Pc y Nintendo Switch
Escapando del castillo
Dead Cells te atrapa desde el principio y es muy difícil soltarlo. Su estilo Metroidvania te cautiva en los primeros minutos, dejando en claro que nuestro periplo estará lleno de enemigos, trampas y puertas que abrir, aunque a favor nuestro tendremos decenas y decenas de armas distintas que se adaptarán a la estrategía que más nos favorezca. La historia que contextualiza nuestra aventura nos la dan en mijagas, y queda también en nuestro interés descubrir qué es lo que realmente sucedió y sucede en este abismal castillo
El objetivo del juego es bastante sencillo: un ser de vida amorfo e inteligente se introduce en el cuerpo de un prisionero que murió en uno de los calabozos del castillo, con el fin de escapar de esos aposentos, aunque es bastante probable que en nuestra travesía fracasemos. ¿Game over?, en lo absoluto; otra vez volvemos a las profundidades para abducir otro cadáver e intentarlo nuevamente, dando la cuota justa de rogue-like que necesitaba una aventura de estas dimensiones. Porque es bastante complicado hacer que convivan dos géneros tan opuestos y contradictorios, pero el trabajo de Dead Cells es notable y se nota el corazón que tiene este título indie.
Al permadeath le tenemos que agregar otras de las características de los rogue-like: el sistema de mapas aleatorios, pero que en realidad no son tan así. Cada vez que comenzamos de 0, vamos recorriendo los distintos escenarios que componen el castillo pero su física cambiará por completo, evitando que memoricemos los secretos, las rutas rápidas, y los atajos para avanzar. Vale destacar que cada uno de las “mazmorras” procedurales están realizadas completamente a mano por los muchachos de Dead Cells, así que hay un esmero en imponer esa frescura que respira el juego en cada rincón.
Porque en Dead Cells vamos a morir, y mucho, pero no se concibe esa sensación de frustración y agotamiento de empezar una y otra vez hasta volvernos lo suficientemente fuertes y hábiles para poder completar nuestro objetivo. Cada periplo es un replantamiento constante de nuestra estrategias para poder llegar un poco más lejos en cada situación; elegir un camino más escabroso por el solo hecho de conseguir armas más fuertes en el camino y llegar mejor preparado al boss que nos está haciendo la vida imposible.
¿Qué cambia entre partida y partida? Poco y mucho a la vez. Esa ambigüedad depende de lo afortunado que hayamos sido en encontrar dos elementos clave: los planos, que nos sirven para desbloquear armas más poderosas, y las células, que es la unidad de valor más importante del juego, que sirven para upgradear a nuestro personaje permitiendo, entre otras cosas, aumentar el tamaño de nuestro frasco de salud y además para desbloquear los planos y habilitar los nuevos chiches.
Las armas están divididas en 3 colores: rojo (brutalidad), violetas (tácticas) y verdes (supervivencia). Cada tipo hace referencia a una serie de armas que se terminan adaptando a nuestra forma de jugar. Si nos gusta las vehemencia y el combate cuerpo a cuerpo, la brutalidad nos llama a la puerta. Los que prefieran el combate a distancia y ser un poco más precavido preferirán las violetas, donde brillan los arcos, ballestas y torretas. En cambio, si son ducho con el parry (si jugaste mucho Dark Souls te vas a sentir muy cómodo), las armas de supervivencia son lo tuyo, ya que abundan los escudos y habilidades que causan estados alterados.
En nuestra aventura encontraremos varios aliados que nos ayudarán, desde un mercader que a cambio de moneda nos venderá algunas armas, hasta un herrero que si le entregamos células aumentará el nivel de dropeo de armas raras.
El mapa completo del juego está dividido en diversos escenarios con sus respectivas ramificaciones, y cada fase que avanzamos representa un checkpoint, que nos resguarda todas las células obtenidas hasta el momento para poder gastarlas en lo que querramos. Sin embargo, morir representa perder absolutamente todo, incluyendo las armas obtenidas y el oro recolectado.
Uno de los puntos más altos de Dead Cells es que no tiene una manera universal de disfrutarlo. No solo desde los tipos de armas, sino también desde la exploración, ya que si nos gusta revisar cada metro cuadrado con detenimiento, podremos encontrar más de un secreto que esconde armas, o un comerciante, o simplemente oro. Por otro lado, si lo que preferimos es speedrunear para llegar a fases más avanzadas (a expensas de no ir lo suficientemente fuerte y armado) habrá puertas que permanecen abiertas si la cruzamos a contrarreloj, con muchos beneficios.
Los controles responden a la perfección y si bien armas hay y en cantidades industriales, nuestro mejor amigo terminará siendo el botón de esquivar, que funciona de manera intuitiva y eficaz.
A pesar de todos los beneficios que contemplamos, Dead Cells es un juego difícil, desde el zombie más insignificante hasta los guardias reales podrán despacharnos si no estamos atentos. Los enemigos son diversos y tienen patrones de ataque bien representados, así que no esperes ir despachando bultos como si fuese un simple paseo. Este buen semblante en su bestiario compone en cierta medida a la poca cantidad de bosses, que si bien son un hermoso desafío hubiera sido interesante ver algunos más en acción.
Hablar de la duración del juego es un tanto relativo. Las primeras partidas podrán durar una media hora, como máximo, mientras que algunas podrán exceder la hora, pero para ir lo suficientemente capacitados para llegar al final, puede llevarnos entre 8 y 12 horas, aunque repito, es algo completamente relativo y va de la mano excluyentemente de la habilidad de los jugadores.
Pixel Art, a la altura de las circunstancias
La dirección de arte en Dead Cells es hermosa, con ese deje de nostalgia de las grandes aventuras noventosas. Cada rincón está notoriamente trabajado y los fondos van acompañando las transiciones a medida que vamos avanzando en el juego. Las animaciones están El soundtrack también tiene su variedad, ya que todos los escenarios presentan una melodía distinta.
Conclusión
Cuando a un juego es difícil encontrarle puntos negativos y nos mantiene durante horas atrapados como si fuese el primer momento que lo agarramos, es porque estamos ante un joya que no hay que dejar pasar. Dead Cells no es una innovación en la industria, pero logra combinar de manera brillante dos géneros tan potentes en un híbrido de lujo.
Desafiante, vertiginoso y atrapante. Esta aventura se mete de lleno en la lista de títulos imprescindibles y en el podio de los mejores juegos del 2018.