Cruzar el charco le demoró décadas al Famicom Detective Club, pero ahora que pisa fuerte fuera de Japón, Emio – The Smiling Man viene a aterrarnos con esta aventura gráfica de animé y texto con su exquisita mezcla entre literatura, cine de terror y, por supuesto, videojuegos.
El mundo del gaming da para todo, y las limitaciones técnicas dejaron de ser excusa para no entretener al jugador. Lo que otrora eran pixeladas aventuras cargadas de texto e imagen hoy podrían ser tranquilamente cosa del pasado, pero Nintendo y Mages bien saben del valor de la nostalgia, y no temen recuperar estilos del pasado. Mucho menos si el objetivo es, justamente, aterrar a la audiencia con un oscuro thriller psicológico de asesinatos, detectives y misteriosos sucesos.
El rubro de los videojuegos a base de texto, deducción y expectación no es necesariamente del agrado de todos. Sin embargo, Nintendo jugó fuerte con su campaña de marketing centrada en el terrorífico Emio, un asesino serial que se oculta tras una bolsa que simula una sencilla (y, sobre todo, espeluznante) cara sonriente. Desde teasers dignos del originalmente homenajeado Darío Argento hasta demos que dieran detalles de la jugabilidad, la empresa de la N japonesa jugó fuerte con la expectativa de ampliar sus audiencias. Veamos si esta entrega exclusiva de Nintendo Switch en sus años otoñales estuvo a la altura de las circunstancias.
Joder, esto es (una historia) de cine
Está claro que la apuesta fuerte de Emio – The Smiling Man: Famicom Detective Club es su guion. Con un suspenso desarrollado con paciencia y minuciosidad, la historia es el atractivo principal, tanto para jugadores ávidos del género como curiosos que ven en su marketing una oportunidad. A través de los ojos de un joven detective y su colega Ayumi, los protagonistas deberán desentrañar un asesinato de un adolescente en circunstancias dudosas que se asemeja a casos similares de hace 18 años. La particularidad, que salta a la vista desde el minuto cero, es el modus operandi del victimario: poner una bolsa de papel madera con un rostro sonriente dibujado sobre sus víctimas.
El suspenso tiene su propio ritmo, y puede no ser siempre del agrado del jugador. La propuesta de Emio se toma su tiempo para contar la historia de los personajes, sus pensamientos íntimos, y hasta algunos desvíos que pueden o no hacer a la trama. El tono es más maduro, con temas adultos no necesariamente sensibles, pero sí con su carga dramática que agradará a los amantes de la buena escritura en videojuegos. El brillante contraste entre la inocencia de problemáticas adolescentes con la perversidad latente de un asesino excéntrico resulta difícil de resistir. El jugador pasará buena parte de la experiencia leyendo diálogos no siempre relevantes, pero no por ello se verá desmotivado en el intento. Al contrario, el gran acierto de esta aventura es captar la atención sin la necesidad de acción desmedida. La constante sospecha de que algo anda mal es cautivante de por sí.
Hablar, pensar, deducir: la jugabilidad
Para avanzar el relato, Emio – The Smiling Man: Famicom Detective Club tiene una serie de acciones sencillas y lógicos. Los comandos con los que contamos como protagonistas son pocos, pero no por ello limitados. Cada cuadro, que va desde un diálogo/entrevista con otro personaje hasta la investigación de escenas y objetos. Lo más sobresaliente son las interacciones con el variopinto repertorio de personajes. No es meramente una cuestión de preguntar, se trata de interpretar las sensaciones de cada interlocutor, de observar sus cambios de humor, de detenerse en las palabras que llaman la atención. En ese sentido, el trabajo de escritura y localización hace un esfuerzo notable para preservar esa armonía entre ritmo de la historia y traducción. Una pena que en Latinoamérica solo contemos con la versión española y sus modismos tan divertidos como ajenos para el sur global hispanoparlante.
Dicho eso, no es todo fluidez. El encadenamiento de acciones puede resultar torpe ocasionalmente, con el jugador repitiendo comandos una y otra vez hasta que la trama finalmente avanza. Las recapitulaciones a lo largo de cada capítulo, bajo la consigna de “sacar conclusiones”, es más que útil para ayudar al jugador a repasar la historia hasta ahora y fijar detalles en un mar de contenido. Su trabajo casi didáctico permite recordar lo importante, aún cuando a veces toque escribir respuestas carácter por carácter, algo que quizás hacía sentido en las viejas aventuras del Famicom Club en la NES, pero hoy se deslucen en la moderna Nintendo Switch.De todas maneras, esos instantes toscos de escribir textos y repetir acciones son los menos y no impiden disfrutar la acción.
Casi un anime interactivo
Al buen guion de Emio – The Smiling Man: Famicom Detective Club lo acompaña un pulido apartado visual. La animación al mejor estilo japonés oscila entre la cinética de los cuadros del manga con la estática descriptiva del diseño animé, dando un vistoso resultado digno de contemplar entre diálogos. Los rostros de los personajes, los edificios de una ciudad niponesa de los noventa, todo es digno de ser admirado en esta aventura gráfica, y la exploración constante que requiere la historia es una invitación a hacerlo. El preciosismo con el cual las personas y los objetos están prácticamente quietos, pero rebosan de dinámica en su dibujo le dan una calidad visual que justifica de por sí sola la sentada.
En contraste, la música no se destaca especialmente, y mucho menos al son de las voces originales en japonés. Sin intención de polemizar, las brillantes actuaciones vocales solo hacen desear al jugador una versión doblada con la misma fidelidad, al inglés de mínimo, como para universalizar esta intrigante aventura. Si la falta de localización latina era un pequeño punto en contra, el precioso audio japonés resulta un mero recordatorio de cierta pereza o ahorro de costos que redundan en achicar audiencias.
El misterio restante: ¿vale la pena?
Con cabos sueltos y todo, Emio – The Smiling Man: Famicom Detective Club no defrauda. Con intriga que se sostiene hasta el último minuto, el juego exhibe una gran cantidad de capítulos con creciente dificultad y misterio que atrapan al jugador. Es una experiencia que se asemeja a leer una buena novela de misterio con instantes cinematográficos para darle vividez al relato. La secuencialidad de la historia otorga al jugador la libertad justa para explorar los recovecos psicológicos de los personajes sin la necesidad de hurgar en cada rincón de la programación para tratar de avanzar la trama.
No todos los capítulos son igual de atrapantes. Como buena novela, hay momentos de precipitación de la trama que siempre resultan inesperados o sorprenden por su lateralidad. Cuando parece que nada está ocurriendo, un dato cambia el curso del juego, y el interés del jugador se renueva en cada instante. Aun cuando toca darse la cabeza ocasionalmente con acciones poco claras para avanzar el relato, o sacar conclusiones con poca información y una interactividad un tanto extraña, nada ocluye una narrativa bien construida y solventada por una animación potente. Emio – The Smiling Man: Famicom Detective Club le insufla vida a un género vintage, pero con mucho para dar. Su incorporación al repertorio del último o anteúltimo año de la Switch es un homenaje a la trayectoria de Nintendo y una interesante propuesta que merece nuevos casos en un futuro no muy lejano.
Emio – The Smiling Man: Famicom Detective Club alimenta un hambre específica de aquellos amantes de las avenutras gráficas cargadas de texto, combinando cine y literatura de intriga para cautivar al jugador. Las pocas piedras en el camino no deslucen este recorrido visualmente fantástico y narrativamente suspensivo que mantiene la atención del jugador hasta el final.