La desarrolladora brasileña Void Studios nos presenta Eternity: The Last Unicorn, un ARPG que falla en casi todo lo que se propone.
Si suelen leer nuestros análisis en Geeky, y principalmente los de mi autoría, siempre recomiendo que le den una oportunidad a las propuestas indies. Juegos que no tienen la suficiente publicidad para llamar la atención y terminar tapados por los lanzamientos AAA de las grandes distribuidoras.
Generalmente son títulos que buscan la innovación o terminan destacándose por su historia o jugabilidad. En esta ocasión, Eternity: The Last Unicorn llama la atención pero por estar en la otra cara de la moneda. Void Studios, desarrolladora brasileña, nos trae un action RPG que, para resumir antes de adentrarnos en el análisis, es un completo desastre, tanto en su jugabilidad, los aspectos técnicos, los gráficos, banda sonora y una cantidad industrial de bugs que embarran aún más esta experiencia que puede durar aproximadamente unas 13 horas.
Salvando al último unicornio
Llama la atención que Void Studios haya tomado todas las decisiones incorrectas. A algunas cosas les podemos atribuir escasez de recursos financieros para llevar a cabo el desarrollo, pero muchas de las fallas de Eternity: The Last Unicorn suceden por intentar ambicionar en un rubro como los ARPG, donde podés quedar expuesto con mucha facilidad.
La aventura está ambientada dentro de la mitología nórdica, en donde tenemos que salvar al último de los 4 unicornios sobrevivientes que le otorgan vida eterna a los elfos y al mismo tiempo impregnan de vida todo el mundo de Alfheim, las profundas cuevas dentro de Jotunheim, los intrincados territorios de Vanaheim, entre otros. En este marco, encarnamos a Aurehem, una elfo con un particular don que la conlleva a realizar esta peligrosa misión, en la que tendrá que desterrar la maldición que acarrea el unicornio y derrotar a la poderosa hechicera que ocasionó todo este desastre.
En el transcurso de esta cruzada conoceremos a Bior, un vikingo que se transformará en el segundo personaje jugable de la historia. Iremos controlando paulatinamente a ambos protagonistas, donde sus historias se verán entrelazadas en determinados momentos, pero el humano tiene otros objetivos en mente y lejos está de salvar a un unicornio, y es básicamente la de encontrar a los diferentes compañeros que se encuentran luchando contra las criaturas que pululan en toda la región.
Eternity: The Last Unicorn nos invitará de esta manera a recorrer diversos territorios nórdicos en un segmento semi lineal, desbloqueando zonas y caminos en la medida que vayamos progresando en la historia.
Las primeras dos horas, el argumento nos impulsa e invita a querer conocer más de los personajes y también de su territorio. Pero rápidamente ese interés se empieza a desmoronar al ver lo chato que son las narrativas, lo poco profundos que son los genéricos protagonistas y unos personajes secundarios que pasan sin pena ni gloria. Todo esta forzado de manera tal para que los relatos de este duo se vayan entrelazando en determinados momentos y se hace notar cuando repiten la formula del cambio de personaje una y otra vez.
Muchos desaciertos y errores de ejecución
Al igual que su historia, después de transitar las primeros trayectos de Eternity: The Last Unicorn, el juego desnuda todas sus falencias con una facilidad abismal. Ya hablamos de lo genérico que son los protagonistas al igual que sus modelados artísticos, pero esto se traslada también a todas las acciones que podemos realizar con ellos.
Contamos con las clásicas variantes de golpe suave, golpe fuerte y un poder especial que se recarga matando enemigos, un comando para esquivar y más allá de esto la nada misma. No hay habilidades para levelear, árbol de skills para desarrollar ni técnicas para mejorar, todo es tan chato que la única diversidad que encontramos en toda la aventura son las dos armas con que cuentan Aurehen y Bior: ambos están equipados con una espada al iniciar la aventura, pero la elfo conseguirá un arco mientras que el vikingo adquirirá un mandoble.
Sencillamente, toda esa magia que puede fluir dentro de los rpg, en Eternity termina simplificándose en esquivar el ataque enemigo y contraatacar en un loop eterno. Primero porque Aurehen no puede bloquear ataques, y segundo porque, a pesar de que Bior cuenta con un escudo para defenderse, el juego tiene tantos errores dentro de su caja de colisiones que lo único que medianamente funciona es evadir ataques.
Fueron incontables las ocasiones en donde impactamos al enemigos para no quitarle ni un gramo de vida, o que nuestro se personaje se quede absolutamente trabado a merced de una mutilación asegurada. Los ataques, para colmo, son sumamente toscos e irritantes, dejando a nuestro personaje en una desventaja considerable si no esquivamos con prudencia ante cada ataque.
Las armas pueden mejorarse con la utilización de unos cristales rojos que desprenden los enemigos al morir (como las almas en Dark Souls, por mencionar un ejemplo) aunque también su upgrade está muy desbalanceado, porque los últimos niveles demandan una cantidad exagerada de cristales y los enemigos no terminan dropeando una cantidad bastante reducida de ellos, exigiendo muchas horas para llevar al máximo estas armas, algo que realmente no es necesario para enfrentarnos a los jefes finales y muchos menos es una invitación a dedicarle más horas a Eternity: The Last Unicorn.
Por si eso no fuese suficiente, la cámara, que es un híbrido entre la posición fija y el desplazamiento (como si fuese Onimusha o Dino Crisis) vuelve un montón de enfrentamientos completamente engorrosos, en la que los enemigos más grandes terminan tapando la visión, forzando aún más el concepto de esquivo primero, esquivo después y si la situación me lo permite ataco.
El crafteo cuenta un papel relevante y no porque haya armaduras o armas para fabricar (porque no las hay, básicamente), sino que muchos quest principales se resuelven fabricando llaves o items claves que nos permiten continuar. El juego extiende su vida útil de esta manera, obligándonos a buscar a los enemigos que dropeen los elementos necesarios y en muchos momentos teniendo que cruzar de una punta a la otra todo el mapa.
Los enemigos tienden a ser el elemento más distintivo por su diversidad en los diferentes escenarios y teniendo en cuenta toda la pobreza de contenidos en sus diferentes aristas, es decir un montón. Por consecuencia, los bosses tienen el atractivo más interesante por sus diferentes patrones de ataques y su diversidad de diseños, aprovechando todas las aristas que presentan las criaturas de la mitología nórdica.
Después de aventurarnos en Eternity por un buen tiempo, e incluso terminarlo, tiene mucho más de un juego de acción/hack and slash que un arpg. Sí, el personaje sube de nivel y cuenta con algún que otro stat que asciende a medida que leveleamos, pero su personalización es tan pobre y su concepto de exploración es tan limitado que cuesta ponerlo dentro de esta categoría. Void Studios tomó más de lo que podía agarrar y queda en evidencia por todos lados, haciendo que la experiencia pase de ser algo interesante o atractivo, a terminar sufriendo por cada uno de sus problemas, que por lo que leyeron son un montón, aunque todavía no llegamos a la frutilla del postre.
Hay un poco de juego en tu festival de bugs
Si lo chato de sus mecánicas y el frustrante gameplay no son motivos suficientes para que Eternity: The Last Unicorn encabece los ranking de los peores juegos de los últimos tiempos, falto mencionar un detalle fundamental en esta espantosa propuesta: su cantidad, al parecer ilimitada, de bugs.
No llevé la cuenta, pero puedo asegurar con facilidad que tuve que reiniciar la partida más de 30 veces por distintos problemas de esta índole y si sumamos los bugs que me llevaron a la muerte la cuenta se termina duplicando. Desde fallas en las ventanas de diálogo que congelan a los protagonistas e incluso lanzar el poder especial del personaje y esquivar rápido puede terminar paralizando al personaje, lo que se traduce en game over.

Que la espada levite como si tuviese magia en su interior es el más light de sus bugs
Como podrán ver también en las imágenes que acompañan esta review, Eternity: The Last Unicorn, la pobreza de sus modelados también se traslada a poco elaborados escenarios, todos con la misma intensidad de luz y un nivel de detalles paupérrimos. A pesar de usar Unreal Engine 4, su desempeño técnico y la dirección de arte está atrasada, siendo generosos, por lo menos una década. Cuesta creer que Void Studios haya dado luz verde para sacar el juego en estas condiciones.
Si en los próximos meses realizan severas actualizaciones en su desempeño, por lo menos reduzca un poco su penosa performance.
Conclusión
El periodismo es servicio, y el mejor servicio que podemos ofrecerle a nuestros lectores es evitar de cualquier manera Eternity: The Last Unicorn, el sacrificio ya lo hicimos nosotros. ¿Por qué elegir un juego con errores tan groseros en su desarrollo teniendo en el género decenas y decenas de opciones?.
Una pena para Void Studios, pero no podemos ser condescendientes en un presente dentro de la industria gamer donde los títulos indies están demostrando un nivel de calidad cada vez más apremiante.