Enigmatic Machines nos trae este indie con algunos recursos interesantes, un par de buenos momentos y bastantes detalles por corregir.
Si combinamos el mundo de los videojuegos independientes y el género de supervivencia, en general la industria nos suele sorprender con propuestas que superan las expectativas. De ahí, y de los prometedores tráilers que se fueron publicando desde su anuncio, surge que recibiera el lanzamiento de Expedition Zero con ganas. Ahora, habiéndolo jugado, no voy a decir que estoy decepcionado por sí que esperaba que la obra de Enigmatic Machines me dejara un mejor sabor de boca.
Un experimento fallido
Expedition Zero nos pone en la piel de un científico, único sobreviviente de un experimento que salió mal en la Siberia soviética. En este contexto y con el sector de la anomalía cercado por los militares, debemos sobrevivir y adentrarnos en el lugar con el fin de descubrir qué pasó y por qué todo está sitiado. La premisa es interesante y durante algunos pasajes y diálogos muy concretos realmente consigue despertar el interés, sin embargo la narrativa se nutre muy de vez en cuando y, aunque igualmente no es mi recurso favorito para contar una historia, tampoco hay demasiadas notas o mensajes radiales que ayuden a descifrar mucho más los hechos. Al final, parece que nos explicaron todo desde un principio y que el resto solo sirve de excusa para dar lugar a la jugabilidad.
Los acechadores
Con un trineo de mejor amigo y un par de herramientas más, Expedition Zero nos suelta en una misión que, en principio, parece suicida. De ahí que el juego de Enigmatic Machines esté bien encasillando en el género de la supervivencia, aunque yo diría que se trata más bien de un soft survival. Y no me malentiendan, no lo digo como algo negativo sino todo lo contrario. Está claro que la búsqueda del estudio pasa principalmente por agobiarnos combinando algunos elementos del género con el terror, y no por saturarnos constantemente con el frío, el hambre o la sed. Que también están todas estás necesidades, pero la aventura nos provee de suficientes recursos en su entorno como para que, prestándole atención suficiente a la exploración, nunca suframos demasiado por la falta de alguno de ellos.
Antes hable del trineo como un mejor amigo y eso es porque en esta suerte de pequeño mundo abierto en forma de bosque, por el que debemos movernos constantemente de un punto a otro, este precario vehículo sirve tanto para los viajes rápidos como para cargar algunos elementos vitales para nuestra supervivencia. Y de eso va un poco Expedition Zero, de viajar de un lado a otro encontrando nuevos planos para utilizar la impresora 3D específica para crear el siguiente objeto. ¿Impresora 3D dije? Sí, un elemento totalmente fuera de lugar para le época en una aventura que en todo lo demás apunta a tener un enfoque realista y que para colmo termina por ser un elemento vital en el recorrido. Me hace pensar que de esa forma se ahorraron algunas mecánicas de crafteo e incluso animaciones de construcción.
Quizás uno de los mayores méritos de Enigmatic Machines en todo este conjunto sea el de generarnos una constante sensación de soledad. Nuestros únicos contactos con otros seres humanos se limitan a charlas radiales y los claustrofóbicos viajes en el bosque potencian esta sensación de que estamos solos en el mundo, aunque en realidad no estamos tan solos. Y es que en el helado bosque de Siberia nos acechan dos tipos de criaturas: los zombis, unos torpes seres que parecen consecuencia del experimento fallido y que apenas consiguen darnos algún que otro sobresalto, y las criaturas que se esconden en las alturas del lugar. Estas segundas son las que de verdad pueden erizarnos la piel, no solo por la forma en la que aparecen desde la oscuridad, sino también porque literalmente son invencibles. Esta imposibilidad de terminar con ellas, aún vaciándoles las pocas balas que consigamos reunir, genera una mezcla de terror real y frustración por sentir que nuestra única opción es, simplemente, escapar.
Nieve y oscuridad – Apartado técnico
No me gusta juzgar exageradamente el apartado técnico de los juegos independientes, pero tampoco permito que se use de excusa para justificar lo que no está bien por un producto que, a fin de cuentas, alguien del otro lado está pagando. Empiezo por el principio, o al menos por lo que en la generalidad se suele tomar como lo más relevante, el apartado visual. Expedition Zero no es grandioso en este sentido y es lógico, pero tampoco es un desastre. En líneas generales y en gran parte gracias a una iluminación que favorece, el juego se ve bien más allá de algunas texturas que rompen por completo el paisaje. Quizás lo más flojo sean ciertas animaciones, como los movimientos de los zombis, pero nada que permita a alguien negar que es cumplidor a nivel gráfico.
El sonido mantiene esa misma vara, la de cumplir sin sorprender, y sí se le puede reprochar un poco más de empeño en matizar mayormente el ambiente con una banda musical que en algún momento cobre protagonismo. Lo que sí no puedo dejar pasar, y a esto me refiero con que no hay presupuesto acotado que justifique, es el problema que hay con la traducción al español. Desde el menú, en el que parece ser imposible seleccionar nuestro idioma (parece, porque en realidad es un fallo visual) hasta múltiples palabras en la interface que no están dobladas (incluidos la mayoría de objetivos que se van listando), pasando también por la falta total de subtítulos en algunos pasajes. Si no sabés inglés, esperá a que lo corrijan para comprarlo, porque te podés frustrar más pronto que tarde.
Expedition Zero, el veredicto final
La obra de Enigmatic Machines y Tiny Build Games ya está entre nosotros y se posiciona con la intención de competir dentro de los survival independientes, aunque sin suficiente chispa como para convertirse en una primera recomendación. Por momentos puede atrapar por su ambientación, pero poco más tiene para ofrecer que no se haya visto antes.
Expedition Zero no tiene una gran historia, ni mecánicas innovadoras, tampoco un gameplay increíblemente entretenido, pero es cumplidor para quien no busque tanto. Se trata de un soft survival que no pretende estresarnos demasiado y que de vez en cuando nos puede regalar un buen susto.