Guerrilla Games nos trae de nuevo a la redentora de Meridian, en una aventura que crece en todas sus vertientes, en una secuela que justifica toda su existencia.
Todavía recuerdo lo que supuso la presentación de una nueva IP de tamaña envergadura. Se nos presentaba a Aloy, una joven guerrera pelirroja, y a su mundo de dinosaurios robot. Cinco años pasaron desde que nos sorprendió con la llegada de Zero Dawn, un cuento de orígenes no solo para el personaje, sino también para una franquicia que sin lugar a dudas llegó para quedarse. Ahora, nuevamente de la mano del ya consolidado estudio Guerrilla Games, recibimos esta secuela titulada Horizon Forbidden West, que no solo crece en todos los sentidos respecto a su predecesor, sino que además introduce una serie de mecánicas que profundizan un universo que se convierte en uno de los más espectaculares que nos regaló la industria en los últimos años.
Salvando al mundo, literalmente
Con el final de Zero Dawn la cosa estaba clara, la historia de Aloy y la Corrupción no había finalizado. En Horizon Forbidden West nos encontramos con que el ataque de Hades dejó secuelas en la Tierra y que la Corrupción evolucionó, contaminando el agua, el aire y la tierra, avanzando a pasos agigantados y amenazando con acabar con toda la vida humana. Partiendo de esa premisa y avanzando a través de sucesos sobre los que no voy a hablar para no entrar en terreno de spoilers, se construye una historia que decide mirar mucho más hacia el futuro -aunque esto, curiosamente, requiera de fijarse en el pasado- y dejar de contar orígenes para desarrollarse en base a lo que le depara a este mundo que aún intenta reconstruirse. Ya no hablamos del pasado de Aloy, sino de su presente y su crecimiento, ahora conocemos nuevas tribus y profundizamos en el plan de Elizabeth para salvarlas, mientras que se revelan otros tantos personajes de peso sobre los cuales, como es obvio, no puedo hablarles.
Forbidden West se hace mucho menos íntimo que Zero Dawn, pero al mismo tiempo mucho más épico. Las religiones, los conflictos entre tribus, los traumas del pasado quedan relegados a un segundo lugar para dar prioridad a una amenaza mucho más grande que la que debimos enfrentar en la primera entrega. Todo este combo que está permanentemente en crecimiento se ve solventado sobre un guion extraordinario, una historia que nos lleva todo el tiempo de la mano y casi no nos permite respirar, con giros de trama esperándonos siempre a la vuelta de la esquina y que se suceden a un ritmo vertiginoso. Quizás tanto, que el final del arco narrativo principal se me hizo un poco apresurado, pero no por eso menos fuerte que el resto de hechos que construyen un relato increíble, emocionante, que nos involucra desde el primer momento y hasta el final, tanto en su rama principal como en todas las vertientes que va dejando tras su paso.
La redentora de Meridian
Sí, en este análisis quiero dedicarle un fragmento especial a Aloy. La pelirroja que, sin quererlo, ha sido protagonista durante los últimos meses gracias a banalidades que, como siempre, pueden provocar que la comunidad saque lo peor de sí. Es ante esa injustificada reacción en cadena que yo me pregunto, qué importa si Aloy tiene “barba”, bigote, cuánto pesa, cuál es su edad, su estatura, su orientación sexual. Independientemente de que esas no son características que deban juzgarse en ningún contexto (tampoco quiero adentrarme en los problemas que aquejan a nuestro mundo), acá tenemos que fijarnos en que estamos ante una de las más espectaculares protagonistas de los videojuegos de los últimos tiempos. La redentora de Meridian es, en realidad, la redentora del mundo y una poderosísima guerrera que se abre el paso a través de bestias metálicas y de una industria que ya la consagró.
Ahora centrándome en Forbidden West tengo que hablar de su evolución como personaje. La que supo ser una joven aprendiz de cazadores, que intentaba averiguar sobre su pasado mientras luchaba contra Hades, ahora es una mujer verdaderamente empoderada dispuesta a hacerle frente a quien se ponga en su camino. El guion del juego vuelve a hacer bien su tarea a la hora de darnos a entender que pasó un buen tiempo desde la última vez que la vimos, para que su madurez se justifique por sí sola y su personalidad ahora mucho más ruda no se sienta fuera de lugar, o como un cambio repentino. Aloy no solo tiene la capacidad de involucrarnos en su lucha a través de la empatía, sino también de ponernos la piel de gallina, de querer meternos en su piel para sentir lo que siente y decir lo que dice. Todos los personajes que la rodean acaban respetándola y así debe ser; porque “debería” no es un termino que le quepa a ella, pero sí a nosotros.
Una lucha incesante
A la hora de analizar juegos, últimamente, intento centrarme más en las sensaciones que me transmite que en lo puramente técnico. Sin embargo, siento que sería injusto con Horizon Forbidden West si no dejara en claro, al menos a grandes rasgos, todos sus componentes jugables. Y para eso voy a partir de la base, de sus misiones, de sus órdenes, de sus quehaceres. Horizon Forbidden West es un plato grande, con su entrada y su postre: hay misiones principales increíblemente construidas y siempre diferentes, proponiéndonos todo tipo de objetivos y formas diferentes de afrontarlos; hay también misiones secundarias que no son recados -que también los hay-, sino que son historias bien contadas que, de vez en cuando, nos mandan a hacer algún mandado pero que, en líneas generales, están tan bien planteadas como las principales. Es que el Oeste Prohibido, sobre el que hablaré con mayor detalle más adelante en este análisis, nos atrapa, nos absorbe de una manera pocas veces vista, siempre dándonos algo que hacer. Y si bien todas estas actividades no surgen de una forma tan orgánica, como quizás sí vimos en títulos como Red Dead Redemption 2, sí que se sienten naturales y lógicas con el mundo que nos rodea, con el contexto que nos toca vivir y con las peticiones de todos esos NPC que poco se sienten como NPC y que, al igual que Aloy, están tan bien escritos que consiguen que queramos hacer lo que nos piden.
La lanza, el arco y las trampas
Ahora vamos al núcleo de Horizon Forbidden West, a todas esas herramientas que el juego de Guerrilla Games nos pone en las manos para que, a costo de sangre y sudor, nos hagamos lugar a través de su mundo hostil. Y no en vano digo sangre y sudor, a lo que también podría sumarse apretar bien los botones del control de nuestra PlayStation, porque esta secuela es mucho más desafiante, aún en su dificultad media, que Zero Dawn. Tampoco estamos ante un título de FromSoftware, eso está claro, pero la aventura hace bien en no permitirnos ir a los tumbos para invitarnos a detenernos a aprender bien qué hace cada máquina, cuál es la mejor forma de enfrentarlas y, sobre todo, no querer ponernos en frente de una que nos saca mucho nivel.
No obstante, para hacer frente a toda esa maquinaria de contextura colosal, Horizon Forbidden West pone en nuestras manos un sinfín de recursos para que no solo equilibremos la balanza en la acción, sino también para regalarnos combates aún mucho más épicos que en Zero Dawn. Claro, ahora Aloy no está aprendiendo desde cero, por lo que las habilidades base se nos presentan en las primeras horas y, a partir de ahí, todo es crecimiento. Vuelve a decir presente la variedad de arcos y flechas, las trampas y el resto de armamentos, cada uno con una mayor lista de distintas municiones para hacer frente a una gran diversidad de enemigos. A esto debemos sumar un árbol de habilidades exageradamente más amplio y profundo que en la primera parte, lo que le da un mayor dinamismo al combate, con características como las espectaculares oleadas de valor que le permiten a Aloy hacer movimientos especiales, que pueden dejarnos muy bien parados en combate. El uso de la lanza y la lucha cuerpo a cuerpo también sube un nivel, no solo por la mejora de movimientos de la protagonista, sino también porque ahora suma una serie de variantes en forma de habilidades que lo hacen menos tosco que en el título de 2017. Si a todo esto le sumamos los detalles como el poder ralentizar el tiempo mientras nos deslizamos o el gancho, todo se traduce en batallas explosivas a las que es imposible resistirse.
Y claro está que nada de todo esto tendría sentido si en frente no tuviésemos a unos enemigos a la altura. Créanme cuando les digo que aún con una treintena de horas encima, todavía no pude ver a todas las especies de máquinas que habitan en el Oeste Prohibido. Es que, como en todos sus aspectos, Horizon Forbidden West escala al menos uno o dos escalones en comparación con el ya espectacular Zero Dawn. Los animales robóticos, claro, no son la excepción y Guerrilla Games prometió un total de 44 clases para esta secuela -incluyendo los siempre admirables Cuellilargos- que no solo nos trae un número voluptuoso, sino un comportamiento mucho más realista, una IA más inteligente y una mayor variedad de movimientos incluso de parte de las que ya estaban en el título de 2017. El sigilo vuelve a ser clave a la hora de enfrentarlas cuando están en manada, sobre todo con el fin de analizarlas y descubrir sus debilidades, o incluso también de resaltar sus componentes que ahora son mucho más importantes a la hora de craftear y mejorar todo nuestro equipo. Sí, adivinaron, el sistema de crafteo y mejora también ganó el profundidad en Forbidden West.
El Oeste Prohibido
No podría finalizar este análisis ni hacer justicia a Horizon Forbidden West sin hablar de su mundo y no a nivel técnico, que también lo haré más adelante, sino en lo que a su construcción se refiere. Tanto el Este como el Oeste Prohibido son un verdadero espectáculo. Desde sus bosques frondosos hasta sus costas paradisíacas, pasando por las tormentas de arena del desierto y sus montañas nevadas, todo es digno de ser recorrido de punta a punta. Pero no solo por lo espectacular que resultan a nivel visual, que eso es seguro, sino también por lo que pasa en cada uno de sus territorios. El mundo de esta segunda parte está mucho más vivo que el de Zero Dawn y lo que es aún más sorprendente, nos da muchas más cosas que ver y hacer. Hay actividades o cosas por descubrir prácticamente en cada rincón, con su justa cantidad de combate en el medio, con un buen puñado de secretos para revelar acá y allá.
Para esto Guerrilla Games también nos da herramientas, tanto con viajes rápidos, como con un sistema de escalada casi ilimitado, un paracaídas eléctrico o con monturas, las mismas que arrastra el juego desde su predecesor hasta unas cuantas nuevas, incluyendo las voladoras, y las que no entraré mucho más en detalle porque creo que parte de la magia radica en descubrirlas. Recorrer el universo de Horizon Forbidden West es un constante hacer, descubrir y aprender, encontrando los pueblos que se pierden entre su naturaleza, quedándonos boquiabiertos ante lo que alguna vez fue el mundo de los Antiguos, es decir de nosotros mismos, pudiendo participar de las actividades que se reparten en cada uno de sus parajes, como los fosos de combate contra humanos o máquinas, un juego de tablero sorprendentemente desarrollado o carreras a montura un poco más agresivas de lo que cabría esperar. Todo esto mientras escuchamos los divertidos diálogos de los NPC -escuché a una mujer decirle a un hombre “ahí no tengo los ojos”-, aprendemos de sus creencias o simplemente escuchamos el consejo de un lugareño que, seguramente más adelante, nos llevará a descubrir un nuevo secreto.
Una máquina – Apartado técnico
No existe otra forma mejor de consolidar la temática del juego y lo que es a nivel técnico que con el título de este segmento del análisis, una máquina. Horizon Forbidden West es todo lo que se puede ver en sus tráilers e incluso más. Está claro el presupuesto millonario que puso Sony a disposición de Guerrilla, pero está en el valor del estudio haber puesto todo el trabajo necesario para sacar el mayor provecho. Incluso me resulta injusto hablar de sus gráficos espectaculares porque sí, la aventura de Aloy se ve increíble, sus texturas sorprendentes y su distancia de dibujado, aún con sus zonas cubiertas por niebla, algo que no se vio nunca. Sin embargo, el verdadero espectáculo visual radica en sus detalles, en cada pasto y planta que componen sus bosques, en la espuma del agua de las costas, en las pisadas de nuestra amada pelirroja en la nieve; también en sus armaduras y en la de los NPCs, que claramente están compuestas por elementos del mundo, como partes de máquinas; la magia también se hace presente en lo diferentes que son los asentamientos de cada tribu, en las entradas armadas con hojas o las casas cimentadas con barro. La obra de Guerrilla vale mucho más por todo ese amor por los detalles que hacen de su mundo un casi retrato fotorrealista que por el motor gráfico que es capaz de sostenerlos.
Y si la cosa acabará ahí ya estaríamos lo suficientemente conformes, pero no. A nivel sonoro Horizon Forbidden West también es espectacular. Una vez más podría centrarme en los mil y un detalles que componen a su ambiente -como el choque metálico de las máquinas, los cuernos que hacen sonar algunas tribus o la piel de gallina que te pueden poner los truenos sonando a la distancia-, pero mejor voy a poner el foco en la música, una banda sonora original que mantiene los mejores temas de Zero Dawn y agrega una amplia lista igual de espectacular, con canciones que se suceden para llevarnos desde momentos más tribales y salvajes, hasta otros tantos que hacen referencia a esta mezcla entre la tecnología y la naturaleza que compone al mundo que nos rodea. El trabajo de voice acting también es todo un acierto, ya sea que quieras jugarlo en su idioma original (claramente la forma que mejor funciona) o en el excelente doblaje al español latinoamericano.
Pero si hablo del apartado técnico de Horizon Forbidden West hay algo de lo que no puedo escapar, es más, algo que prácticamente merece ser analizado como una de esas decisiones de los estudios que suben la vara en toda la industria de los videojuegos. Hablo de la captura de movimiento. Y no porque esté mejor que en juegos recientes como The Last of Us: Part II, que ahí nomás le anda, sino porque absolutamente todos los personajes de esta aventura se sienten vivos, se sienten como personas reales. Y, acá va lo espectacular, no solo los que rodean a la historia o misiones principales, sino que también cada NPC que nos manda a una misión secundaria o nos hace un encargo, hasta el lugareño más irrelevante, tiene su propia captura de movimiento y un modelado para el aplauso. Si de mundos vivos hablamos, si de historias creíbles debatimos, acá Guerrilla Games escaló un nivel más.
Con todo esto parecería fuera de lugar reclamar algo al enorme trabajo que hay detrás de la nueva aventura de Aloy, como ciertos problemas con algunas físicas que provocan que la redentora de Meridian atraviese escaleras u otros objetos, algunos bugs visuales como personajes hundidos en la tierra o, quizás lo más molesto, muchas cinemáticas en las que las miradas de los personajes están perdidas en la nada misma. Sin embargo, entre tantas flores que le tiré al juego a lo largo del análisis, sí que debo decir que algunos de estos, sobre todo el de los ojos, irrumpieron con mi inmersión. No obstante siguen siendo detalles menores, bugs de simple corrección y que no opacan el rendimiento de un juego que funciona de forma increíble tanto en PlayStation 4 como en PlayStation 5, consola en la que se puede optar por el modo rendimiento (1080 a 60fps) o el modo calidad (4K a 30fps).
Horizon Forbidden West, el veredicto final
Zero Dawn ya fue un título espectacular, que pisó lo suficientemente fuerte como para sentar las bases de una nueva IP dispuesta a convertirse en saga. Pero lejos de conformarse con construir una secuela que potencie todo lo visto en la primera parte, Guerrilla Games lleva el conjunto al menos un par de escalones por encima y además agrega nuevas mecánicas, máquinas y un apartado técnico para el escándalo que convierte a esta nueva aventura de Aloy, en uno de los mejores juegos de mundo abierto de los últimos tiempos.
Horizon Forbidden West nos lleva a través de una historia épica, protagonizada por una empoderada Aloy que tiene muchísimo que decir y de un mundo repleto de secretos por descubrir. Gracias a un sistema de combate más profundo en todas sus vertientes y a la gran cantidad de máquinas que se suman, las batallas también ganan en espectacularidad y su mundo, ahora centrado en el Oeste Prohibido, se siente mucho más vivo, regalándonos un sinfín de cosas para hacer que, especulo, pueden llevar al juego a las 70 u 80 horas. En fin, un nuevo exclusivo (al menos temporal) de Sony del que es fácil enamorarse. Ahora los invito a ustedes a combatir contra la Corrupción.