Un Survival Horror puro de la vieja escuela, con tantos defectos que se hace casi imposible ver las buenas intenciones con las que fue concebido.
Una nueva producción del programa PlayStation Talents español, esta vez con el estudio Abramelin Games a la cabeza. Recibimos en este caso Injection 23 (o Injection π23), un Survival Horror que recuerda a los grandes referentes de la vieja escuela y lo hace con varias de las bondades de aquellas entregas, pero con otros elementos que ya no tienen lugar en los tiempos que corren.
La historia nos lleva a la ciudad española de Málaga, para encarnar a un joven antisocial que tiene un único amigo: su perro Joy. Cuando el can escapa, el protagonista se ve obligado a salir a recorrer un barrio siniestro, lleno de eventos paranormales y peligros a la vuelta de cada esquina.
Terror en tierras españolas
Resulta complicado hablar puntualmente de la trama de Injection 23. Estamos ante uno de esos juegos en los que la historia se nos cuenta a través de pequeños sucesos y sobre todo notas, un elemento narrativo que cada vez tiene menos lugar en la industria y que parece limitarse cada vez más a las producciones de bajo presupuesto. En este caso el recurso es válido y tiene sentido dentro de la generación de una atmósfera que pretende hacernos sentir la soledad, pero también es cierto que tampoco parece que haya mucho que decir. Nos encontramos constantemente con textos que parecen intentar ser poéticos o profundos, pero que más parecen palabrerío barato. Al parecer la intención de los creadores es que los jugadores interpreten de forma libre lo que está ocurriendo, en un ejercicio de pereza evidente, pero a final de cuentas la única sensación que deja es la de no haber entendido nunca qué es lo que estaba sucediendo.
Sin embargo, la falta de una historia contundente se ve compensada en cierta medida por una ambientación decente. El haber recreado una ciudad real de España nos parece una decisión original y acertada, mientras que para cualquiera que haya visitado el país y más aún Málaga resulta en encontrarse con elementos familiares por acá y por allá. El juego también se encarga de generar una sensación de claustrofobia constante, con escenarios cerrados, pasillos angostos, habitaciones pequeñas, una paleta de colores apagada y una oscuridad que no cesa nunca. No obstante, la experiencia se ve demasiado opacada por un apartado técnico de lo peor que hemos visto en mucho tiempo y sobre el que hablaremos específicamente un poco más adelante.
Pero acá la gran pregunta es: ¿consigue Injection 23 asustar al jugador? La respuesta es sí. A pesar de todo lo que podamos reprocharle, sobre lo que hablaremos más en detalle en este análisis, el objetivo de generar terror está cumplido y de sobra. Resulta difícil explicar cómo un juego con tantas carencias técnicas y narrativas consigue sumergirnos en su tenebrosa atmósfera, pero la cuestión es que lo hace y la tensión se siente al recorrer cada uno de sus escenarios, esperando que alguna criatura pueda saltar desde atrás de una puerta para ponernos a latir el corazón a mil por hora.
Un Surival Horror sin ideas nuevas
Los fanáticos de los Survival Horror de la vieja escuela viven en crisis con los lanzamientos de hoy en día, que han dejado en el olvido las experiencias que antes regalaba el género. El equipo de Abramelin Games claramente ha apostado por regresar a esas raíces y ha tomado a los grandes referentes del género, como Resident Evil o Silent Hill, como base para su obra. Sin embargo, el tiempo ha pasado y las cosas tienen que evolucionar, mientras que quedarte con mecánicas recicladas excusando no querer salirse del molde parece otra de las ideas que carecen de un esfuerzo suficiente.
Injection 23 tiene todos los elementos de los referentes que hemos mencionado: exploración, superviviencia, la necesidad de volver sobre tus pasos una y otra vez, gestión de inventario, muchos puzles y hasta guardados limitados a los objetos que debemos recoger para hacerlo. ¿Características nuevas? Ninguna, es la fórmula de siempre y seguramente agrada a los fervientes fanáticos de los juegos clásicos, pero hoy en día el mercado se ha vuelto más exigente y ansiábamos alguna novedad para agregar un toque personal al juego, más allá de la cámara modificable que nos permite variar entre varias perspectivas que van desde la primera hasta la tercera persona, pasando por el enfoque fijo.
En cuanto a los puzles, eje central del progreso, tampoco hay grandes novedades. Nos encontramos con uno de ellos a cada rato y son realmente complejos, ideal para los amantes de este recurso. Sin embargo, tampoco hemos encontrado ni una cuota de originalidad en este apartado. La lista se limita a todo lo que hemos visto desde que tenemos uso de memoria, buscar llaves escondidas, encontrar códigos, alinear luces para formar figuras y volver una y otra vez sobre nuestros pasos, tomando nota para no olvidarnos de nada.
Un apartado técnico imperdonable
Aún si el juego fuese una verdadera joya en todos los demás aspectos -que no lo es- el apartado técnico atentaría constantemente contra la experiencia. Empezando por los gráficos, nos parece de lo más feo que hemos visto en muchísimo tiempo. Y que no los engañen, la falta de presupuesto no es una excusa en tiempos en los que juegos indies nos han demostrado todo lo hermosos que pueden ser. Visualmente la obra de Abramelin Games parece de al menos dos generaciones anteriores de consolas y se nota desde las texturas hasta las animaciones del protagonista
Injection 23 es realmente feo. Muchas veces nos encontramos con producciones que cuentan con unos gráficos flojos, pero con un diseño que compensa. Ese no es el caso de este Survival Horror, que puede ganar algunos puntos gracias a retratar las calles de una ciudad real pero que pierde muchos más en el dibujado de todo el resto. Los seres que se van cruzando en nuestro camino carecen de cualquier cuota de creatividad, mientras que el protagonista es de lo más sin sabor que hemos visto en la industria.
Para finalizar con el apartado de sonido, quizás es de lo más aceptable en este sentido sobre todo cuando se complementa con la atmósfera para generar un clima de tensión. Más allá de esto y de unos actores que no se han desempeñado del todo mal, no podemos dejar de notar lo amateurs que se notan sus interpretaciones. Como el juego en general, se siente como si fuese un experimento de dos amigos divirtiéndose en una casa que de una producción que intenta ser profesional.
Injection 23, el veredicto final
Bajo la premisa de ser un Survival Horror de la vieja escuela, la obra de Abramelin Games quizás consiga satisfacer a los fanáticos más férreos de los clásicos del género que fueron íconos en las primeras generaciones de consolas y más aún si pueden adquirirlo por un precio más que asequible. Sin embargo nos resulta imposible recomendarle este juego a cualquier otra persona.
Injection 23 parece más una obra amateur hecha por un par de amigos pasando el rato que un juego profesional. Su historia incomprensible basada en notas con palabrerío barato, su falta de innovación en un género con referentes tan presentes, su protagonista olvidable y su apartado gráfico desastroso ni siquiera nos permiten valorar el miedo que nos ha hecho sentir de a ratos.