Dos desarrolladores holandeses son los creadores de SCHiM, una original aventura plataformera 3D con una bellísima propuesta artística y una jugabilidad que marida entre luces y sombras.
¿Qué significa SCHiM o qué es un SCHiM? Esta palabra de origen holandés (o neerlandés) se describe como el alma y el espíritu de un objeto o ser vivo. Es importante resaltar el concepto de “ser vivo u objeto” porque será el corazón de esta historia.
SCHiM es una aventura indie de corte plataformero 3D creada por desarrolladores holandeses, Ewoud van der Werf y Nils Slijkerman, y distribuída por Playism. Esta propuesta combina un diseño artístico minimalista con una jugabilidad que no ostenta una curva de dificultad muy exigente pero que, gracias a la libertad de explorar sus niveles y su simpleza en los controles, son de esos títulos para realmente desconectar y solo enfocarse en pasar un muy buen rato.
¡Un SCHiM NUNCA debe separarse de lo suyo!
La exclamación que lleva este subtítulo tiñó gran parte de las comunicaciones promocionales del juego y es el corazón narrativo de esta propuesta. La historia nos lleva a encarnar a un SCHiM que por accidente se separó del ser que estaba conectado, y encadenaremos una épica aventura para reencontrarnos por la ciudad con el fin de reunirnos y ser uno mismo.
Podés decir de alguna forma que SCHiM y alma pueden ser sinónimos, pero lo llevamos a un punto más adelante: es lo que inyecta de vida a todo lo que nos rodea. En esta propuesta indie, los vemos caracterizados como una bola amorfa negra con ojos, el punto de expresión que también reflejará la incertidumbre del protagonista y también la de los otros SCHiM que encontraremos durante esta travesía.
Después del tutorial que nos enseña a jugar y sienta los preceptos básicos, el juego comienza desde ese punto de quiebre y nuestro propósito es ir avanzando entre las sombras, siguiendo pistas hasta finalmente dar con la persona que, de cierta forma, no se siente de la misma manera tras perder a su SCHiM.
Como juego plataformero, SCHiM mantiene una regla de oro y es la que se respeta a lo largo de sus 65 niveles: la única forma de movernos es a través de las sombras. Esto permite que nos abramos camino a través de todos los huecos de oscuridad que encontremos dentro del camino. Pero no confundamos oscuridad de falta de luz con la oscuridad proyectada por las sombras de las personas y objetos: este último es el camino seguro para el SCHiM y el que permite que avancemos entre los escenarios.
Este detalle pasa desapercibido en el primer puñado de niveles porque suceden durante el día y la sombra se proyecta de forma más sencilla ante la luz del sol, pero en los niveles nocturnos donde la luz escasea y las sombras solo se proyectan por la luz eléctrica.
Durante los escenarios, sí o sí tenemos que salta de una sombra a otra. Si caemos en un lugar incorrecto, tenemos un pequeño salto más de gracia o unos segundos (esperando que justo pase por ejemplo una bicicleta y podamos meternos en su sombra), caso contrario volvemos al último lugar estático.
Los únicos comandos que utilizamos en el juego son movernos, saltar e interactuar con los elementos por los que vamos transitando. La gran mayoría de estos solo tiene una funcionalidad de brindar interactividad a los escenarios, como por ejemplo entrar en la sombra de una mujer y que estornude, darle cosquillas a un nene, o que un buzón escupa cartas. Sin embargo, algunos se transforman en objetos clave para avanzar a nuevas áreas: desde intervenir semáforos para que los autos avancen o usar de trampolín la soga de los tender que cuelgan la ropa.
La originalidad de los escenarios es un plus y es un desafío que el par de holandeses trata de marcar durante todo el juego. Por la propuesta en sí, es inevitable sentir algunos bajones de repetición o un estiramiento por demás de toda la propuesta, con una dificultad que nunca llega a escalar a picos imposibles. El tandem de repetición se refleja por la gran cantidad de niveles que transitamos en las calles: desde la parte narrativa es lógica porque estamos atravesando una ciudad entera para volver con nuestra otra mitad que, al igual que nosotros, se siente incompleta, pero hay algunos niveles (interior de supermercados o departamentos), que manejan destellos de frescura.
Los níveles en SCHiM manejan un híbrido entre lineal y semi abierto. Para terminar cada fase, tenemos que llegar a una sombra que permita que avancemos (un auto, una persona, un cochecito de bebé, un animal, etc), es decir del punto A al punto B. Para mantener esa frescura y diversidad, los niveles en entornos cerrados son mucho más lineales y tienen un trayecto delimitado, donde tenemos que jugar con la precisión de los saltos y la aparición en el momento justo de sombras que permitan avanzar.
Por otro lado, los escenarios que tenemos recorrer campos, calles, plazas, o playas, las posibilidades de completar cada nivel son menos limitantes y tenemos una variedad diversa para alcanzar el objetivo, aunque a veces el juego nos traiciona con callejones sin salida, y tendremos que volver sobre nuestros pasos.
La rejugabilidad de SCHiM y sus escenarios se decanta en 2 grandes acciones. Primero encontrar todos los objetos coleccionables; no hay en todos los niveles y en otros habrá que buscar hasta 4 diferentes. Ese es el principal atractivo de recorrer a fondo todos los niveles y probar todos los caminos para encontrar el 100% de ellos. La otra arista se da al finalizar el juego (que lleva alrededor de 7/8 horas), ya que desbloqueamos algunos extras que modifican la curva de dificultad (como vidas limitadas o desactivar el doble salto).
Conclusión
Original, simple y divertido. SCHiM es una aventura con narrativa abstacta y una dirección de arte minimalista que logra con su propósito: desconectarnos un rato con el joystick en la mano y al mismo tiempo envaletornanos en una aventura con un corazón enorme. Quizás una vez que termines SCHiM no lo vuelvas a rejugar, pero te quedará grabada.
Hay un lindo desafío logrado por la dupla de desarrolladores holandeses: mantener el ritmo de juego durante más de 60 niveles y que tenga pocos momentos de monotonía. El diseño de niveles y cómo va escalando la profundidad de sus escenarios refleja el talento, que también marca la cancha de lo que podrían hacer con un poco más de recursos.
En su tranquilidad plataformera, SCHiM tiene en la manga algunas sorpresas guardadas para los jugadores que emprendan el viaje para reconectarse con su ser.