Pese a su velocidad, el erizo azul más famoso no siempre llega rápido a todos lados. Por suerte, Sonic Superstars nos trajo el cooperativo multijugador que tanto necesitaba la franquicia, aunque no es lo más brilla en esta nueva entrega.
No hace mucho corría un meme sobre los ciclos de los juegos de Sonic que sostenía que la expectativa de los fans se renovaba con cada anuncio de un nuevo juego y se derrumbaba con cada estreno. Muchos podemos compartir esa apreciación humorística, pero también sabemos reconocer que la maldición del erizo azul hace tiempo que da señales de tregua. Sonic Frontiers logró una decente transición del protagonista a los mundos abiertos, y poco antes (haciendo uso de glorias pasadas) Sonic Origins remasterizó la gloria original que nos atrajo dese el día uno, pero ya era hora de componer nuevos temas, aún con los mismos instrumentos de siempre.
El Sonic Team entendió perfectamente el dilema y decidió dar el salto que su frienemy Mario dio hace más de una década con el New Super Mario Bros. para Wii: el multijugador cooperativo local. Así como el plomero bien podía aliarse de su entrañable hermano para jugar en simultáneo, Sonic ya tenía a sus inseparables Tails, Knucles y Amy para darle a los jugadores casuales y amantes de lo grupal un buen rato de side-scrolling en 2.5D. El resultado es notablemente positivo, con muchos más aciertos que errores, y un futuro interesante para esta franquicia. Vamos a los detalles de este juego lanzado para todas las consolas, esta vez evaluado en su versión de Nintendo Switch.
La madre de los juegos casuales
Como bien reza el adagio “fórmula ganadora no se toca”, para sorpresa de nadie, Sonic Superstars tiene la misma historia que todos sus predecesores. El villano Eggman (con la variante de su alianza maquiavélica con Fang the Sniper, un mimo a los fans de la saga) vuelvo a atemorizar el mundo de Green Hills con sus robots secuestra-animalitos. Como siempre, las esmeraldas caos están dispersas por allí, y es tarea de Sonic y su banda rescatar a las criaturitas y recuperar las esmeraldas. Sobran las palabras y diálogos cuando la acción sobrentiende, economizando en cutscenes y privilegiando la acción.
El erizo azul es, ha sido, y será un contendiente de Mario en términos de estilo, por más que compartan consolas hoy por hoy. Sonic Superstars no es la excepción, ya que trae el viejo estilo de 2.5D de avanzar del punto A al B con desvíos que salan la experiencia. Si el plomero originalmente fue conocido como jump man, Sonic se mantendrá como el corredor empedernido, imprimiendo su tradicional velocidad al side-scrolling. En ese sentido, Sonic Superstars capta la esencia de la jugabilidad casual de la franquicia, demostrando que a veces más de lo mismo es lo que los fans quieren, y la condimentación es el plus.
En términos de gameplay, son las innovaciones las menos interesantes: Algunos power-ups por cada esmeralda caos que recolectamos. Esto nos permite utilizar poderes que, si bien tienen su gracia, son absolutamente accesorios para el recorrido. La decisión es clara y acertada, pero es a la vez el problema de este tipo de apuestas: podes jugar Sonic Superstars como quieras, pero no a veces, menos es más. Sí hay un balance interesante entre novedad y nostalgia para los niveles de bonus, con algunos reciclados de viejas entregas del Sega con otras pequeñas reingenierías que resultan simpáticas.
Un hermoso apartado audiovisual, pese a los bugs
Así como nos pasó con Gunbrella, cuando Sonic nos trajo Origins y Mania, vimos como la limitación técnica de los 16-bits se convirtió en pixel art. Por suerte, Sonic Superstars decidió dejar esto atrás y adoptar un precioso estilo 2.5D (que ya se había visto pero mejoró considerablemente). Todo es ganancia en este vívido diseño de niveles, con planos diferentes, texturas pulidas y el dinamismo mejorado que le dio tanto fandom a la franquicia. Selvas, parques de diversiones, mundos subacuáticos, en fin, los típicos niveles de Sonic se ven reimaginados de maneras vistosas.
La música sigue el mismo tenor, con la sonoridad techno y rockera, pero de los ochenta y noventa, también característicos de la saca. Los efectos de sonido típicos a los que estamos acostumbrados brillan sobre la banda sonora, imprimiéndolo el humor al juego. De hecho, jugar Sonic Superstars en mute es casi un pecado, ya que el sonido marida perfectamente con la imagen y rapidez del erizo y sus amigos, una combineta debe comprenderse como una sinergia gamer de componentes virtuosos.
Hay, empero, solo una contrapartida al ingenioso diseño: los bugs. Quizás fueron los despiadados tiempos empresariales de la industria del videojuego, o la premura de competir contra Mario Wonder, pero Sonic Superstars aún está plagado de bugs que son en su mayoría audiovisuales. Tal como le ocurrió a Frontiers, nuevos parches (porque ya ha habido algunos) se hacen desear en tanto se oyen la música del bonus mezclada con la del nivel, desparece el mapa mundo, o las pantallas de carga tropiezan en sus animaciones. Nada que no permita disfrutar de la experiencia, al fin y al cabo, pero una sensación ronda de QA pendiente.
El arma de doble filo del Sonic cooperativo
Son los agregados los que atraen en buena medida a esta nueva entrega de Sonic, y son varios los destacables. Desde la mejora audiovisual hasta la inserción de un mapa de mundos como para favorecer el guardado y la terminación del juego, por mencionar un par. Sin embargo, Sonic Superstars se anuncia como multijugador cooperativo y es la gran innovación del juego. Lamentablemente, es también lo menos logrado.
Lo dijimos y lo repetimos: Sonic es un plataformero de la velocidad. Como su característica constituyente, los escenarios preciosamente diseñados surcan instantáneamente en la pantalla mientras llegamos al final del nivel, el jugador que avance más rápido marca el paso. El resultado de ellos dos, tres, o cuatro amigos que desaparecen por completo del marco visual, teniendo que presionar un botón para volver a aparecer. El resultado puede variar, por supuesto, según la destreza de los jugadores y hasta darle un amigable halo de competitividad a la misión mancomunada, pero como juego casual, lo habitual es un ritmo torpe de multi-jugabilidad.
En definitiva, si bien hay un disfrute en jugar Sonic Superstars con amigos, la experiencia del single player pareciera ser más gratificante. Se entiende que los desarrolladores optaron por evitar pantallas partidas (algo que en el caso particular de Nintendo Switch y su portabilidad hubiera sido terrible), pero el couch coop del erizo todavía necesita otra vuelta de tuerca. Sin embargo, el movimiento en esa dirección se agradece a quien adoramos al favorito de Sega, y esperamos que esto sea tan solo el comienzo de algo bello.
¿Llega Sonic Superstars a la meta? La calificación final
Ratificamos lo dicho: la maldición de Sonic está rota, lo que no quiere decir que todo lo posterior sea maravilloso. Sonic superstars es un acierto en la franquicia, pero el futuro debería empujarlo en mitad de tabla, no como un punto de llegada sino de partida en lo que pueden ser los Sonics multijugador. Con ese de lado, el saldo es positivo y esta es una digna entrega del mundo de Green Hills.
En Sonic Superstars, la esencia de la franquicia está, el equilibrio entre novedad y nostalgia es virtuoso y se valora cierta osadía por sobre la repetición. Jugando en forma portátil o en el televisor para los que optan por Nintendo Switch, varios se verán encantados por esta aventura ATP, sin deslucir ni deslumbrar. Ni los bugs, ni la multi-jugabilidad torpe ocluyen una fórmula indiscutible que, con ajustes, marca un nuevo rumbo para la saga.