Super Mario RPG trajo a la actualidad una saga quizás no tan valorada de nuestro plomero preferido como lo es su versión de aventura y combate táctico. El nivel de detalle y trabajo puestos para este remake insuflaron nueva vida a un clásico que merecía ser revisitado.
Cada vez que Nintendo o cualquier desarrollador de juegos medianamente importante anuncia un remake, los jugadores bufamos preventivamente. No es que no queramos rencontrarnos con cierto viejo amigo, o perdernos la oportunidad de jugar a algún icónico videojuego que nos perdimos en la batalla de las consolas y los exclusivos, pero, al igual que con la industria del cine y la televisión, con una reversión soplan aires de pereza y falta de ideas. Sin embargo, si la resurrección está bien ejecutada, las dudas se disipan velozmente. Super Mario RPG se encarga de aclarar los tantos inmediatamente, atrapándonos en una vivaz aventura de la mascota predilecta de Nintendo que hizo escuela alternativa para este personaje bien amado.
Cuando decimos escuela, sabemos que Mario ha trascendido largamente su oficio subterráneo. Hoy, el hombre de los overoles azules es dueño de sus franquicias deportivas, sus juegos festivos, sus travesías tridimensionales que fueron revolucionarias, y por supuestos, sus plataformeros 2D en los que sigue siendo el rey. Pero Super Mario RPG es diferente: funda una fascinante tradición de combate táctico allá por 1996 que le permitió al plomero consagrarse en otro género. No sorprende a nadie que Nintendo y Square Enix (con el insuperable soporte de ArtePiazza) hayan unido fuerzas nuevamente para traerlo a 2023, y menos asombra una vez que vemos el resultado final. Detallemos un poco el porqué del éxito de este exclusivo de Nintendo Switch.
Cómo Mario se volvió RPG
Originalmente intitulado Super Mario RPG: Legend of the Seven Stars, cuenta la historia que el mismísimo Shigeru Miyamoto, padre de la criatura roja, tenía su ojo puesto en darle su versión role-playing game al fontanero mientras que Sqaure Enix, dueños de la aclamada franquicia Final Fantasy, buscaban un triunfo fuera de su Japón natal. La conjunción de ambos dio la luz a este RPG de cámara isométrica que capituló la colección de juegos de Super Nintendo con un gol de media cancha.
El éxito indiscutido de la versión original se dio por múltiples factores. El primero fue la innovación gráfica que el videojuego significó para una consola en pleno canto de cisne. Con apenas 16-bits, los desarrolladores lograron contar esta nueva aventura y darle a la mascota de Nintendo un set de coloridos personajes además de refrescar las personalidades de viejos conocidos como Bowser y la princesa Peach. Hoy parecerá algo menor, pero en aquel entonces, Mario apenas comenzaba a exceder su estilo plataformero con el primer Mario Kart y este RPG, pero el suceso de este último nos dio grandes joyas como Paper Mario y Mario & Luigi: Superstar Saga. Ahora bien, pasemos a la versión 2023.
Lo bueno vuelve: misma historia mejor contada
Decirle lavado de cara a este remake sería quedarse corto. Los muchachos y muchachas del equipo de ArtePiazza se aseguraron de que esta nueva versión se acoplara al siglo XXI como corresponde. Esto es, ante todo, cinemáticas renovadas, pulida estética y correcciones al calor de los avances del gaming. Enfocándonos en el primero, Super Mario RPG retoma el relato original de las siete estrellas legendarias y la travesía de Mario para recuperarlas. La historia se inicia con un enfrentamiento entre el plomero y su viejo némesis Bowser que se ve interrumpido por un misterioso villano llamado Smithy, un herrero robótico que busca hacerse de las estrellas. El viaje incluye entrañables nuevos personajes como Mallow y Geno, distintos héroes que se unen al protagonista para salvar al reino Champiñon una vez más.
Como mandan los cánones, el RPG utiliza bastante diálogo para contar la historia. Hete aquí que Super Mario RPG es consciente de su target casual y equilibra el mismo con nuevas escenas entre la acción, un agregado que da fluidez al relato. Los textos son, de alguna manera, relativamente opcionales, o que no requieren gran atención, un acierto para atrapar tanto al jugador ocasional como al más imbricado en la trama. Más aun, existen pequeños acertijos que no ameritan demasiado seso, pero un poco de foco, un equilibrio sano premeditado.
Chapa y pintura: estética y música renovados
Por el lado estético, las texturas vibrantes de Super Mario RPG hacen parecer al mismo como un nuevo tanque cualunque de Nintendo (en el mejor de los sentidos, claro está). Este mini Mario brilla en cándido rojo en este mapa mejorado del reino Champiñon y sus vecindades, y todos los personajes relucen en el mismo tono, quizás lo más vistoso de este remake. El crédito que corresponde en esta ocasión es que hemos visto reversiones que pecan de simples, o apenas se encargan de emular su antecesor, cosa que este juego evita desde el momento cero.
Lo musical es un párrafo y aplauso aparte. Conviene aclarar que el original de SNES ya contaba con una preciosa partitura que ponderaba esta historia atrapante, pero el motor sonoro de de la vieja Super Nintendo difícilmente le hacía justicia a las páginas de Yoko Shimomura. Las regrabaciones de aquellas notas le renuevan el humor y el dramatismo propio del original, renovándolo así para nuevas generaciones y viejos arrepentidos de no haber experimentado el original.
Una jugabilidad que fue más que lo que es
Sin ser una crítica, el combate táctico del Super Mario RPG es lo que más envejeció con el tiempo. Sin duda sigue intacto y merece la pena, pero a la luz de las pequeñas innovaciones que fueron sumando los hermanos menores de este juego, las mini batallas son más bien correctas. En su momento, la incorporación de comandos a realizar para amplificar los ataques/defensas fueron más bien recibidos, pero franquicias como Paper Mario y Mario & Luigi potenciaron significativamente estas dinámicas, desluciendo a su precursor.
La dificultad es tan casual como se puede imaginar. Entre un modo fácil y uno normal, quienes opten por el primero verán virtualmente ningún desafío en su recorrido, mientras que los otros tampoco podrán decir que es una aventura cuesta arriba. Lo dicho: Mario es y será un juego casual, y parte de su encanto es esa relativa facilidad. Los mini acertijos o minijuegos de acción que intercala la historia varían notoriamente, con algunos que merecen múltiples intentos por el gusto mismo y los bonos para potenciar las estadísticas de nuestros personajes (algo que tampoco afecta verdaderamente nuestro progreso), y otros absolutamente anodinos y que se olvidan ante la primera victoria.
¿Un remake más o no?
La respuesta es contundente: Super Mario RPG no es otro remake entre la multitud. Retomando lo dicho, todo reciclado merece una primera vista entrecerrada, pero uno bien hecho es un rescate válido. En este caso, la invitación vale tanto para revivir el clásico como para conocerlo por primera vez. Es difícil hacer un mal Mario, pero que los hay, los hay, y este, más que bueno, es oportuno. En vísperas del revival de la secuela de Paper Mario (Thousand-Year door), Super Mario RPG allana el camino para otras reversiones que se sienten como novedosos.
Super Mario RPG no solo no es uno más si no que es una vara para un buen remake. Cumple con todo el checklist de cómo reciclar un clásico: trabajo estético, sonoro y de jugabilidad. Ese tridente sostiene esta gran aventura y, si bien no todo goza de vigencia indiscutible, está lejos de ser una aventura olvidable. Dado el tratamiento de tanque que tiene, solo quienes no gustan del género RPG o de Mario (gente rara, dicho claramente), pueden dejar pasar esta oportunidad de revivir lo mejor de SNES adaptado a 2023.