La última aventura de Kazuma Kiryu llegó finalmente a Occidente. Lee nuestro análisis de Yakuza 6: The Song Life, ¿es un cierre digno para el Dragón de Dojima?
Los que no vivimos en Japón tenemos que padecer en varias ocasiones el hecho de no poder disfrutar de determinados lanzamientos durante su estreno oficial, sino que tenemos que esperar a que los desarrolladores se decidan a distribuir el juego de forma global. En la mayoría de los casos, se trata de títulos donde en Occidente no tienen un impacto importante, pero la franquicia Yakuza ha tenido un impacto en el mundo gamer muy fuerte.
Es probable que las últimas entregas hayan pasado desapercibidas, pero la primera trilogía demostró tener una potencia y una frescura enorme, no solo en base a sus combates y su historia, sino también se nutrió de una infinidad de sidequest y minijuegos que le dan una impronta diferente.
Yakuza 6: The Song of Life no supone el final de la franquicia pero si el último capítulo protagonizado por Kazuma Kiryu. En esta oportunidad, el Dragón de Dojima ha llegado a su punto de maduración máximo, aunque en gran parte de esta historia el no será el eje, sino que solo está encomendado en ayudar a las personas que quiere.
SEGA apostó en esta entrega en simplificar algunas cuestiones, pero puliendo al máximo una enorme cantidad de detalles. En este tire y afloje de demostrar calidad antes que cantidad, en algunas aristas sale perdiendo, pero el resultado sigue siendo bastante convincente.
La despedida de Kazuma Kiryu
Creo que Yakuza 6 es uno de los pocos títulos en donde podés compenetrarte con la historia sin haber jugado las anteriores entrega. Esto se debe por dos factores: en el menú tenemos una opción en donde podemos enterarnos de los eventos principales de todos los Yakuza y como segunda arista, el argumento parte de una espacio temporal en donde pasaron 3 años desde los eventos Yakuza 5, por lo que los personajes que se repiten en la trama son pocos y casi como que se reintroducen en las escenas.
Como mencioné en el párrafo anterior, 3 años son los que pasan desde los eventos del anterior Yakuza. Kazuma Kiryu, uno de los líderes de la mafia japonesa más importante que tuvo su historia aceptó de buena gana pasa ese periodo de tiempo en la cárcel para salir como un hombre nuevo comenzar una nueva vida junto a Haruka, la pequeña niña (ya no tan niña ahora) que nos acompaña desde el primer juego en el orfanato Sunshine.
El Dragón de Dojima tiene decidido de una para siempre alejarse de la vida criminal y no volver a estar involucrado en luchas de poderes entre clanes. Sin embargo, el pasado es algo de lo que Kazuma no podrá desprenderse jamás, y cuando se entera que Haruka lleva desaparecida casi el mismo tiempo que él estuvo preso, la rueda de violencia comenzará a girar nuevamente.
Sin entrar en spoilers, porque es algo que se mostró desde la promoción del juego, rápidamente descubriremos que Haruka se encuentra en coma después de un accidente pero la sorpresa llega después: Ella tiene un pequeño hijo, llamado Haruto. ¿Quién es el padre y por qué Haruka desapareció tanto tiempo? Esas son algunas de las interrogantes que plantea Yakuza 6: The Song of Life con el mismo detalle y deleite que nos tiene acostumbrado la franquicia.
Esta despedida de Kazuma funciona a un ritmo diferente al de otros Yakuza; la historia se plantea desde otros valores y si bien la lucha mafiosa por la dominación de los distintos territorios japonéses se mantiene vigente, es abordado desde otras perspectivas. Los 3 años que pasaron introdujeron numerosos cambios que sorprenden tanto al propio Kiryu como a los que conocemos la historia, casi con el mismo impacto que la década que pasó encerrado nuestro arisco protagonista antes de los acontecimientos del primer juego.
Yakuza 6 intenta resaltar esos valores indispensables que el Dragón de Dojima viene pregonando desde sus inicios: el valor, la moral de hacer los correcto, y que la familia no es solo un vínculo de sangre e involucra un sentimiento más profundo.
Por impacto y desarrollo no tiene la misma verticalidad que nos tiene acostumbrado la franquicia, pero argumentalmente es un paso hacia adelante, con un tono más maduro aunque nunca dejando de lado ese extraño humor bizarro que pregonan por la regiones orientales.
Puños simples pero igual de letales
En cuanto a su jugabilidad, no son demasiadas las innovaciones que presenta Yakuza 6: The Song of Life. El combate se ha simplificado cuantiosamente, y si bien las peleas vienen en cantidades abrumadores, está lejos de ser el punto más atractivo del juego. Los aspectos de RPG venían siendo cada vez más importantes en la saga y en esta entrega gana la carrera con comodidad.
Las habilidades de Kiryu pueden ser aumentadas dependiendo del criterio y prioridad que les querramos otorgar. Quizás preferimos al principio tener una mayor interacción social a tener un combo más poderoso; o aumentar nuestra vitalidad que pegar con mayor fuerza. Yakuza 6 ofrece esa sensación de libertad en todos los aspectos del juego, incluído la estructura de sus misiones.
El juego está dividido en dos regiones. La ya conocida hasta el hartazgo Kamurocho y el tranquilo pueblo de Onomichi, ubicado en la ciudad de Hiroshima. Dedicándonos exclusivamente a seguir todas las misiones principales, podemos terminar el juego en aproximadamente 15 horas, dependiendo cuanto énfasis le pongas a la lectura de las escenas cinemáticas. Pero la riqueza de Yakuza está en todo los componentes secundarios que complementan la estructura principal del juego y es el que nos garantiza un aumento importantísimo en la duración.
Ahora Kazuma podrá manejar todo desde su celular, y si bien desde el primer momento le costará bastante reinsertarse en un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados (si acá nos sorprendemos por las cosas que van saliendo imagínense en Japón, cuna de la tecnología).
Dentro de lo más destacado, se encuentra una app llamada Trouble, en donde la gente publica situaciones en las que Kazuma puede ayudar a solucionarlas. Desde un acoso callejero, o un borracho que molesta en una plaza, estos sidequest son bastante variados y van a tono con el color habitual que destila Yakuza. Si bien no hay una enorme diversidad sin entrar rápidamente en objetivos repetidos, algunas son bastante complicadas y no se resolverán con los puños.
La estrategia también dice presente en Yakuza 6, con la inclusión de la Guerra de Clanes, que como su nombre lo indica tendremos la posibilidad de gestionar nuestra propia banda y enfrentárnos a otros grupos, para ir sumando gente a nuestras filas y obtener un mayor poder. Tiene una jugabilidad bastante sencilla y solo se limita a ir desplegando distintos tipos de fuerzas hasta obtener la victoria. Si bien no tiene demasiada originalidad es una arista más dentro de todas las opciones que presenta el juego.
Estas características, sumado a varios minijuegos nuevos, se suman a todos los tipos de interacciones a los cuales la franquicia nos tiene acostumbrado, como los clubes donde consquistamos mujeres o los bares donde conocemos algunos historias más que interesantes. La magia de Yakuza sigue residiendo en explorar todos los rincones del mapa porque secretos hay y muchos.
Kamurocho y Onomichi, tan brillantes como distintas
SEGA siempre ha intentado pulir lo más posible todas las cuestiones técnicas y gráficas para presentar entregas que se superen constantemente en el plano audiovisual; y Yakuza 6 ostenta ser el más vistoso de toda la franquicia, poniendo como contrapunto las dos locaciones que tiene el juego.
Por un lado Kamurocho, una ciudad que ya conocemos de memoria pero que en esta edición se ve más moderna que nunca. En su versión de noche, ostenta toda la luminaria y la magia que reside en todas sus esquinas. Los desarrolladores apostaron a reducir el tamaño del mapa en un 25%, pero lo que pierde en espacio lo gana en detalles. Son menos los lugares a donde podemos ingresar pero cada uno está muy bien logrado.
En el otro extremo está Onomichi, una pequeña urbe donde su principal fuente de ingreso es la actividad maritima. Contraponiendo los lujosos edificios, la mayoría de los asentamientos son casas bajas, los bares están poco habitados y los lugares para comer no tienen la misma ostentación que la metropolis poblada de mafias y muerte.
Dos caras de una moneda pero que logran estar ambas al mismo nivel. Dragon Engine, el nuevo motor que implementa SEGA para dar un salto de calidad en las animaciones y en muchas de las cuestiones técnicas. Los gestos faciales han mejorado notablemente en comparación a la remake de Yakuza Kiwami, el anterior lanzamiento de la saga.
Un cierre más que digno para Kazuma Kiryu
Si englobamos todos los aspectos, Yakuza 6: The Song of Life puede que no sea la entrega predilecta de todos los seguidores, pero en su plan de innovación para el futuro de la franquicia es un paso adelante, aunque no deberá descuidar el combate, arista que peca de simpleza ante un título que de simple no tiene nada.
Sin embargo, funciona como una noble despedida para Kazuma Kiryu con una historia que se aleja un poco de la acción más vertiginosa sino que se introduce por las fibras más intimas del protagonista, personaje que merece un mayor reconocimiento dentro de la comunidad gamer. Esperemos que, de concretarse la remasterización del resto de la saga, el Dragón de Dojima muestre a una generación gamer que no lo vio brillar todo lo que tiene para ofrecer.