Un niño extraterrestre llega al mundo pero no para salvarlo, sino para dominarlo, en esta película tan entretenida como poco original.
James Gunn como productor, junto a su hermano Brian Gunn y su primo Mark Gunn a cargo del guion nos presentan esta película de terror que posee una premisa bastante particular -no por eso necesariamente innovadora-, pero que se desinfla cuando cae en los estereotipos del género, los reutiliza una y otra vez y los estira de forma artificial. ¿Esto quiere decir que no es entretenida? Para nada.
Brightburn nos presenta a Brandon Breyer, un niño extraterrestre que cae en la Tierra y es adoptado por una familia que vive en un pequeño pueblo de los Estados Unidos. El joven es tan inteligente como diferente a los demás y cuando descubre su origen y sus poderes todo se sale de control, porque sus intenciones nunca fueron buenas.
¿Les suena familiar el argumento?, ¿Recuerdan a un joven proveniente del planeta Krypton creado por DC Comics? Sí, hablamos de Superman. Pero imaginen si en lugar de utilizar sus poderes para salvar al mundo, Clark Kent hubiera decidido dominarlo. Esa es la premisa de Brightburn, tan poco original como suena y aunque desde la producción lo muestren con cierto orgullo y sin reparar en ocultarlo, la película parece más el resultado de una idea madre que de una profundización de la misma. No nos malentiendan, el concepto nos entusiasma, pero nos hubiera gustado que jugaran un poco más con el personaje para darle un toque más personal. ¡Hasta dispara rayos por los ojos!
Más allá de esto, el film es llevadero desde los primeros minutos y en cuanto dejamos pasar todas las comparativas con el superhéroe de DC, incluso consigue entretenernos. Es así, ver la evolución del adolescente que comienza a descubrir sus poderes y a la vez entender su naturaleza es realmente atractivo. Lo bueno es que el director David Yarovesky ha sabido manejar bien los tiempos, para que cada una de las etapas tenga la cantidad de minutos apropiados en pantalla y para que esta historia de los orígenes del personaje no acabe siendo el típico relato lento que se centra demasiado en los detalles y en explicar el porqué de las cosas.
Sin embargo, uno de los problemas de Brightburn llega cuando intenta aterrorizar al espectador. Desde el vamos, sus momentos más oscuros solo conseguirán asustar a los más sensibles, porque son demasiado predecibles y no hay nada nuevo para aportar. Justamente, la película se encarga de tomar todos los recursos clásicos del género y los reutiliza una y otra vez, estirando sus tiempos de forma plástica e intentando generar momentos de suspenso de forma exagerada y poco creíble. Esto atenta contra el propio tono que se le da a los hechos, que intentan ser verosímiles y en la mayoría de los momentos lo logra gracias a la crudeza con que se ejecutan las acciones y varios diálogos más inteligentes de lo que se podría pensar.
En gran parte esta veracidad también es conseguida por el reparto. El padre y la madre del niño, David Denman y Elizabeth Banks respectivamente, están perfectos en sus papeles y se vuelven piezas claves para un guion que en ningún momento se mete en el terreno de los personajes artificiales que también acarrea el género. Acá no hay valientes, no hay héroes, no hay súper cerebros que resuelven todo ni quienes ignoran todo lo que ocurre a su alrededor para la conveniencia de la trama. Pero el mayor de los méritos hay que dárselo a Jackson A. Dunn, el actor de 16 años que consigue transmitirnos todo aquello que va pensando cada vez que descubre algo nuevo, sin sobreactuar y amoldándose a la perfección al ritmo que lo rodea, uno que no repara en detalles y que avanza lo más rápido posible hasta las escenas claves.
Por último, toca destacar el despliegue visual de Brightburn, que aunque se nota modesta de presupuesto sobre todo en sus locaciones, consigue ser atractiva tanto por cómo está filmada como por los elementos que aparecen en cada una de sus escenas. Ver a un niño vestido con un traje espeluznante destruir todo lo que se le cruza a su paso, tal y como si fueran ladrillos de juguete, es un espectáculo que ciertamente vale la pena ver.
Concluyendo, “qué pasaría si Superman hubiera sido malo” es la idea madre de esta película, la cual resulta atractiva como premisa mientras que queda totalmente desaprovechada por un director que decidió quedarse en el molde en lugar de buscar llevarla un poco más allá.
Brightburn es una película indudablemente llamativa desde lo visual e inevitablemente entretenida. ¿Un niño que descubre sus poderes y quiere dominar al mundo? Ciertamente es una fórmula irresistible. Sin embargo, falla a la hora de meterse en el género de terror, utilizando todos sus estereotipos y repitiéndolos hasta el cansancio. Aún así consigue mantenerse a flote gracias a una historia que se mantiene verosímil dentro de lo que puede y a unas actuaciones sobresalientes por parte de todo el reparto.