El siempre brillante Joaquin Phoenix le da vida a John Callahan en este particular biopic que juega en exceso con el tiempo.
Si nos dieran un dólar por cada vida de una celebridad estadounidense que fue llevada a la gran pantalla, probablemente hoy tendríamos unas lindas vacaciones pagas en Miami. Con No te preocupes, no irá no lejos no hablamos de astronautas, ni héroes de guerra, sino de un simple caricaturista que tuvo una vida más difícil que fácil y que supo sortear todos los obstáculos que se le presentaron con humor.
John Callahan fue abandonado al nacer por su madre y adoptado por una familia en la que nunca terminó de encajar. Es así que a los 21 años su vida había caído en un espiral negativo en la que el alcohol lo controlaba todo, le robaba cada minuto de sus días. Tanto así que una noche de fiesta terminó en un accidente automovilístico que lo dejó cuadripléjico. Lo que parecía ser una tragedia, sin embargo, acabó por reconvertirlo gracias a la ayuda de las persona correctas. Con tanto tiempo y tantas imposibilidades, comenzó a dedicarse a dibujar y descubrió que tenía un talento: acabó por convertirse en un reconocido caricaturista de su país.
Esa es la historia que el director Gus Van Sant decide llevar a la gran pantalla en un estilo muy particular. Durante los primeros 30 minutos cuesta seguirle el hilo a su narración, los saltos temporales se dan tan seguidamente y de una forma tan poco marcada que ubicarse en los hechos resulta una tarea compleja. Lamentablemente el ritmo se mantiene así durante los 114 minutos de duración y, aunque a larga terminamos acostumbrándonos, la fluidez se rompe cada vez que nos preguntamos ¿volvieron al pasado? o ¿estamos en el presente?.
A su vez el filme tampoco es que sigue una línea clara de momentos que conformaron la vida de Callahan, simplemente estos van apareciendo en un orden que parecería hasta haber sido establecido aleatoriamente. Si bien no cuesta mucho encuadrar unos y otros en su correspondiente lugar, este no debería ser trabajo del espectador. En este sentido sí se valora que Van Sant haya decidido destacar ciertos episodios que quizás no tendrían tanta relevancia en producciones que buscan el impacto sensacionalista, para centrarse en detalles que construyeron la particular personalidad del protagonista.
A pesar de todos estos obstáculos, el director consigue contar un drama bastante profundo con la calidez suficiente como para no deprimir al espectador. Es que No te preocupes, no irá lejos es un relato simple, detallista y muy simpático del renacer de un hombre que había perdido por completo el ritmo de su vida. Cada recaída está ahí, marcada por una escena, para que al final se valore aún más ese resurgir en forma de dibujos de líneas temblorosas y chistes de humor negro. Aunque no parezca que la intención final de la película sea dar un ejemplo, sí que acaba de ser una lección para quienes no valoran lo que tienen.
Para llevar todo esto mucho más allá, Van Sant cuenta con un arma infalible: Joaquin Phoenix. El actor de 44 años vuelve a demostrar que no hay papel que no le quede, luciéndose con una interpretación magnífica que transmite a la perfección todos los altibajos de la vida de Callahan. Al mismo nivel se desempeña Rooney Mara, con quien vuelve a encontrarse y a explotar la química que quedó a medias tintas en Her (2013). Y entre un reparto sin baches, acabamos destacando a Jonah Hill que vuelve a demostrar que ya no es más el gordito simpático de The Wolf of Wall Street.
Este viaje existencial que nos lleva del caos al control en la vida de un personaje tan particular, es acompañado además por una gran banda sonora y una fotografía más que aceptable. El tinte que se le da a la película va totalmente acorde a la sencillez con la que trascienden los hechos, quizás por momentos al borde de volverse un tanto plana, pero siempre sabiendo escapar de allí con detalles que la distinguen.
En conclusión, No te preocupes, no irá lejos es el relato bienintencionado de la turbulenta vida de John Callahan. Sin embargo, la historia sufre demasiado ante el desorden temporal constante frente al que se encuentra y por momentos se convierte en una seguidilla de escenas que parecen colocadas casi en un orden aleatorio.
Sin embargo, Gus Van Sant saca su obra a flote gracias a que sabe poner el ojo en los detalles de la redención de un hombre que solo parecía recibir lo malo de la vida. Sumado a esto aparece un Joaquin Phoenix brillante, que consigue transmitir todos aquellos sentimientos que podrían pasar desapercibidos debido a la sencillez con la que se narra la historia.