Basada en la Operación Dinamo de la Segunda Guerra Mundial, Nolan expone una cinta bélica emocional e intensa: Dunkirk.

En Dunkirk, Francia, 400.000 mil soldados inglesas y franceses se ven acorralados por el enemigo alemán que los empuja hacía el mar. Teniendo a gran parte del aire vigilado y bajo ataque, cada vez son menos las posibilidades de los aliados de enviar buques de guerra y ayuda para salvar a las tropas. Dunkirk narra la historia de un soldado dispuesto a todo por sobrevivir y abandonar las costas; un marinero civil junto a su hijo listo a entrar en la zona de conflicto para ofrecer su ayuda y un piloto de avión que será la única defensa ante las embestidas alemanas.

Christopher Nolan (Interstellar / 2014) se embarca en la playa francesa para traer al cine la angustiosa historia de Dunkirk, donde las tropas se encuentran bajo un callejón sin salida y esperanza, donde la posibilidad por sobrevivir disminuye a cada paso del enemigo. Dunkirk sigue la línea tradicional de Nolan en cuanto a la narrativa visual. Desde planos panorámicos a otros de primerísimo primer plano, la intensidad en escena propuesta por el director radica en su fotografía, música e imagen. En su dirección, Dunkirk desarrolla sentimientos a base de estos sentidos, a veces, sin emitir palabra o reflexión por parte de sus protagonistas.

Filmada casi íntegramente con cámaras Imax de 70 mm, la experiencia de presenciar la persecución, desolación y desesperación de los soldados por abandonar Dunkirk resulta extraordinaria. Cada paisaje, imagen o sonido explota las sensaciones de los protagonistas. El trabajo de dirección y cámara por parte de Nolan deja en claro el miedo y la necesidad por sentirse a salvo por parte de los protagonistas, cuando en ningún momento llegan a alcanzarlo completamente.

El realismo y la humanidad en escena propuesta por el director llega a escalas muy altas, donde las acciones de los protagonistas, sus padecimientos y sufrimientos reflejan la personalidad y el interior de cada uno de ellos frente al escenario adverso que enfrentan. Tanto el trabajo en la dirección, como la dirección de arte y el sonido desarrollan un ambiente o escenario ejemplar.

Justamente uno de estos alicientes toma un valor fundamental hasta incluso a ser contemplado como un protagonista más por su importancia: la música de Hans Zimmer es la apuesta diferente, única y deslumbrante que otorga un plus a todo el film. Cada compás, melodía o efecto sonoro brinda un matiz especial para enfatizar sentimientos o en la recreación de un ambiente donde la tensión crece segundo a segundo. Como así Tom Hardy ya participó con Nolan anteriormente (The Dark Night Rises / 2012 – Inception – 2010), Zimmer es una socio directo que comprende la metodología de Nolan en cuanto a su estética sonora: desde 2006 con The Prestige, hasta la trilogía de Batman (2005 – 2012), pasando por Inception Interstellar (2014).

Tres historias diferentes entre sí pero relacionadas bajo el hostigamiento, el coraje y la perseverancia de prevalecer frente a la adversidad. Aunque en el segundo acto se torne un poco confuso el desarrollo e interacción de las historias, la densidad y dureza que plantea Dunkirk por la lucha por sobrevivir hace que la película parezca de más de 109 minutos de duración.

En su debut en el cine y nada menos con un protagónico, Fionn Whitehead carga con el peso de interpretar a Tommy, un joven soldado británico que lo único que quiere es volver a casa. Tanto él como el resto de secundarios que lo acompañan (Damien Bonnard, , Mark Rylance, Kenneth Branagh) conforman un cast que cumplió con su interpretación de manera eficaz, cerrando el círculo entre la puesta en escena, la dirección y ambientación. 

Tom Hardy, en una nueva participación en conjunto con el director, interpretó a un piloto inglés de manera satisfactoria y contundente. En las escenas -que no son tantas- de Hardy, el suspenso y las escenas de acción llevan el clímax emocional en gran parte del film. En base a su carisma y sensibilidad para transmitir sentimientos y conflictos sin utilizar palabras, Hardy genera una empatía con el espectador que traspasa la pantalla en los momentos finales de la película.

Dunkirk (2017) sumerge al espectador en un bucle interminable de sobrevivir momento a momento, donde una decisión pueda ser la última. Se desenvuelve en una película bélica donde la única victoria es la lucha por subsistir, tomando como estímulo el compañerismo, el coraje y la prudencia.

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