Anticipando las fiestas, Universal e Illumination estrenan una nueva versión de la historia acerca de cómo el Grinch se robó la navidad.
Por estas pampas, hablar del Grinch probablemente nos recuerde como poco más que esa ocasión en que Jim Carrey se disfrazó de un bicho verde y peludo. Pero en su país de origen, How the Grinch Stole Christmas! (o Como el Grinch se robó la navidad!), es toda una institución navideña. Publicado en 1857 por el autor de literatura infantil conocido como Dr. Seuss (El gato en el sombrero, El Lorax, etc.), el cuento no solo se instaló como parte necesaria de las bibliotecas para niños, sino que se convirtió en un sinónimo con la celebración de las fiestas.
En resumen, la historia versa sobre el Grinch, un ermitaño irascible que vive en la montaña y recela la algarabía con que se celebra la navidad en la aldea de los Quién, sus vecinos que viven al pie de la cordillera. Como solución a su problema, decide robarles la navidad, para sacarles el motivo de festejo y canto, y poder estar en paz. De más está decir que la situación no resulta como termina como él piensa.
El hecho de ser amado por todo el público norteamericano explica en parte porque nos encontramos hoy ante una nueva versión animada para cines de la historia. Primero, porque les permite a los ejecutivos y financistas de Hollywood pisar sobre piso firme en la inversión multimillonaria que demanda una película CGI. Si se lo combina con lo auspiciosa de la fecha, cercana al consumo y reuniones familiares entre Día de Acción de Gracias y Navidad, están dados todos los ingredientes de un éxito (prospecto que los números de taquilla están corroborando).
Pero, por otro lado, el estatus de clásico le pone la barra bien alta al productor de Chris Meledandri, creador de Mi Villano Favorita, y a los directores Scott Mosier y Yarrow Cheney (La Vida Secreta de las Mascotas). Sobre todo, si se tiene en cuenta que, además del cuento y la poco celebrada versión live-action, ya existe una versión animada, icónica por demás, producida en 1966 por ningún otro que Chuck Jones, uno de los genios detrás de los Looney Toons.
¿Cómo se mide ante tan ilustre competencia la producción de Illumination? Como nos tiene acostumbrados, el diseño y la factura de la animación son muy buenos, sobre todo si tenemos en cuenta que en cada film cuentan con solo una fracción del presupuesto del que disponen los animadores de Disney o Pixar. Lejos de alcanzar la exuberancia y calidad lograda por esos estudios, los directores ofrecen animación que es fluida y atractiva. En este caso además contaron con la ventaja de partir de un mundo ya imaginado, nutriéndose bastante de las ilustraciones del Dr. Seuss y el corto film de los sesenta.
En cuanto al mismísimo Grinch, es quizás aquí donde la comparación con el dibujo animado anterior es menos halagüeña. En contraste con el histrionismo y plasticidad que caracterizaba a los personajes de Jones, que hizo memorable al ser verde de corazón dos veces más pequeño que correspondía, la versión digital aparece como chata y genérica. No ayuda que en el doblaje se reemplace la grave y expresiva voz de Benedict Cumberbatch por la mega exitoso mejicano Eugenio Derbez, que simplemente no logra de insuflarle esa personalidad villanesca a los pixeles.
Por lo demás, debido a la brevedad del material original, que solo cuenta veinticuatro páginas ilustradas en su versión cuento y menos de media hora de metraje en la animación, para llegar a los noventa minutos estándar de un largometraje animado actual directores y guionistas rellenaron el sencillo arco que sigue la historia del Grinch con todos los elementos de la formula Illumination que tanto éxito les trajo. Es decir, humor de patinazos, golpes y pedos, combinado con golpes de sentimentalismo efectivos pero que no aparecen en relación al desarrollo y profundización de los personajes.
En particular molesta la caracterización de los personajes femeninos adultos. En este caso la madre de Cindy Lou que, como Lucy en Mi Villano Favorito, se la trata de presentar como una madre moderna y emprendedora, pero que en el contexto de las representaciones de mujeres en la animación hoy atrasa más que nada.
En definitiva, El Grinch es una película más cortada con el molde de Illumination, que entretendrá a los niños, agradará a los conversos (que son muchos) y ahuyentará al resto. De todos modos, incluso en el contexto de las producciones del estudio, el film es más bien mediocre, en relación con sus mejores apuestas, como las primeras de Mi Villano Favorito.