La trilogía se termina. Maze Runner: La cura mortal llega para responder a la pregunta que no para de sonar: ¿valió la pena escapar del laberinto? Mientras, nosotros explicamos si vale o no la pena verla.
Vivimos un momento en el que las novelas “adolescentes” postapocalípticas llegan al cine por montones. Aún así, con su primera parte (Correr o morir), Maze Runner supo diferenciarse del conjunto presentando una propuesta tan innovadora como atrapante. En la secuela (Prueba de fuego) esa potente trama comenzó a disolverse y en La cura mortal continuó de la misma forma, pero no sin despedirse con un conjunto de potentes escenas de acción.
En esta tercera parte Thomas (Dylan O’Brien) y el resto continúan luchando contra CRUEL. Sí, cuando todos los inmunes estaban a punto de escapar y “empezar de nuevo”, algo sale mal y los protagonistas deben volver a la acción para poder rescatar a Minho. Claro que nada será fácil y Thomas deberá reecontrarse con algunas personas para poder cumplir con su objetivo.
¿La historia no parece estar a la altura de un cierre, verdad? Bueno, así es. Toda esa intriga que tanto nos cautivó en Correr o morir quedó en el pasado. En Prueba de fuego la trama comenzó a perder fuerza y en esta tercera entrega casi desaparece por completo. El fundamento principal de La cura mortal resulta ser el rescate del joven oriental, para dejar en segundo plano otros temas como la propia cura.
Sin embargo, no podemos decir que sea un final aburrido. Las falencias en su narrativa son, por momentos, compensadas por unas escenas de acción de altísima calidad. Cranks, disparos y mucho fuego conforman secuencias casi interminables que alcanzan y sobran para entretener durante las más de dos horas de película.
En este sentido podemos agradecer que Wes Ball haya sido el director de los tres filmes. Independientemente del gusto de cada uno, no hay dudas de que su toque está en cada producción y a quienes les hayan gustados las dos primeras entregas también disfrutarán de esta. La misma no solo mantiene el nivel de dirección, sino también en el guión que sin ser demasiado profundo, sigue resultando atractivo y claro.
Otro de los puntos altos de esta última entrega se encuentra en el apartado técnico. Visualmente es alucinante: las ciudades destruidas, los vehículos aéreos, las instalaciones de CRUEL, todo está creado a la perfección. También, acompañan unos efectos sonoros que nos ayudan a sumergirnos en el caos que yace en lo que queda del planeta Tierra.
El reparto también vuelve a estar a la altura. Con Dylan O’Brien, Thomas Brodie-Sangster y Ki Hong Lee a la cabeza, todas las performances están muy bien. Mención especial para Aidan Gillen en el papel del despreciable Janson, que ya se convierte en todo un especialista a la hora de hacerse odiar.
Entonces, Maze Runner: La cura mortal termina resultando una fórmula que, con sus altos y sus bajos, funciona. El poder de la historia de la saga ha quedado en el olvido, pero en su reemplazo nos encontramos con una serie de secuencias de acción visualmente espectaculares.
El cierre de esta trilogía es un poco menos de lo que se esperaba, pero no por eso deja cabos sueltos. Disparos, infectados, mucho fuego y escenas emotivas se combinan para un final que ninguno que haya seguido esta historia debe perderse.