Con aciertos y resoluciones apuradas, Resident Evil: Welcome To Raccoon City adapta con mucho respeto los 2 primeros juegos de la franquicia.
Las adaptaciones de videojuegos atraviesan un período bastante positivo, después de años de entregarnos producciones que se alejan de los niveles deseados.
Sonic, Mortal Kombat y Arcane son algunas de las recientes producciones que elevaron con gracia la vara de las adaptaciones gamers, consiguiendo el difícil objetivo de contentar al grueso de los fans, y al mismo tiempo conseguir cautivar público ajeno a estas franquicias.
Resident Evil: Welcome to Raccoon City corría desde el vamos con una ventaja: la anterior adaptación de la saga – con 6 películas distintas – lejos estuvo de mostrar la identidad del videojuego y decidió tomar una libertad creativa bastante considerable, incluso posicionando a Alice, un personaje 100% creado para las películas, como la protagonista central de estas producciones.
El director Johannes Roberts con este reboot decidió borrar todo lo que hizo Paul W. S. Anderson (que acá oficia de productor ejecutivo) para adaptar en una sola película los acontecimientos de los 2 primeros juegos. Un desafío que en los papeles resultaba, a priori, más que complejo y esto se refleja en varios momentos de los 112 minutos que tiene de duración.
El otro gran desafío que tenía Roberts en el desarrollo del guion era no volver tan predecible el argumento para que, los fanáticos que se saben los juegos de memoria, no anticiparan cada uno de los eventos de la trama, y en este aspecto el director se anota un pleno al combinar los eventos de ambos juegos de forma fresca y atractiva para ambos públicos.
El problema de querer meter el contenido de dos juegos en una sola película comienza a reflejarse de forma más palpable en su último arco. Un desarrollo que se siente muy apresurado y que realmente no le encontraron la vuelta para terminarlo de forma elegante, porque hay una construcción bien pausada de personajes y elementos, para luego en un cuarto de hora final pisar el acelerador y llevarse puesto todo.
Lo que en Resident Evil 1 y Resident Evil 2 ocurre con 3 meses de diferencia, el infierno acá se desata en una sola noche. La película no se detiene en hacer un doble clic en conceptos: presenta a Umbrella, manifiesta el poder que tiene sobre Raccoon City y cómo la empresa es la única responsable del desastre biológico de esta pequeña ciudad.
Sin entrar en el terreno de los spoilers, el argumento de la película divide sus aguas en dos caminos: por un lado el Alpha Team de S.T.A.R.S. (Chris Redfield, Jill Valentine, Albert Wesker, Brad Vickers y la inclusión de Richard Aiken) investigando la desaparición de miembros del equipo Bravo en la Mansión Spencer, mientras que por otro lado tenemos a Leon S. Kennedy y Claire Redfield intentando sobrevivir encerrados en la comisaria mientras la ciudad empieza a tener las horas contadas. Ambos puntos narrativos están interconectados por flashbacks y principalmente por Umbrella y las investigaciones que hizo durante décadas en la ciudad (y sus habitantes).
Resident Evil: Welcome To Raccoon City es una de cal y una de arena constante, que trazan el camino con la inclusión de numerosos elementos y personajes que para los que no están familiarizados con los juegos se les puede pasar desapercibidos. No faltarán momentos para el humor, que salvo alguno que otro descomprimen un poco la tensión que busca generar en su atmosfera, pero sí también tenemos momentos de acción trepidante, sangre y zombies.
Los fanáticos de los juegos se sentirán en casi todo momento como el meme de Leonardo DiCaprio en Once Upon a Time in Hollywood, señalando la pantalla ante cada easter egg visual y sonoro que se cruce, porque los hay y de a montones. Algunos muy evidentes y otros bastante sutiles, pero que en ningún momento rompen con el clima que propone la película.
Los que veían con ojos dubitativos el cgi durante los tráilers lanzados, pueden reconfirmar varias de sus sospechas, aunque con salvedades. ¿Vieron lo de la cal y la arena? Bueno, en esta arista es exactamente igual: mientras que los zombies tienen un trabajo más desarrollado, al resto de las armas biológicas le falta un golpe de horno importante, y no puedo dejar de mencionar una escena cerca del final de la película que levantó más de una carcajada durante la función por lo ridículamente mal que se ve.
En conclusión, con sus aciertos y planteos cuestionable Resident Evil: Welcome To Raccoon City funciona de maravilla cuando no se toma en serio a sí misma e incluso se toma las licencias de tirar chistes en relación al material original, aunque siempre con el respeto correspondiente.
Es una película disfrutable y como adaptación cumple, pero no le pidamos más que eso porque no tiene los recursos ni hubo una decisión desde el director para ir un paso más allá. El cast, menos Tom Hopper que da vida a Albert Wesker, ejecutan sus personajes mejor de lo que mostraban los tráilers y consigue varios momentos de tensión/terror, que se entremezclan entre las decenas y decenas de guiños y referencias a los videojuegos.
¿La anotamos en la lista de buenas adaptaciones de videojuegos? Por supuesto. Al igual que lo que hizo Mortal Kombat este año, la decisión de rebootear de cero y tomar libertades para el desarrollo de la trama tiene sus ventajas y contras, pero el resultado final termina como una producción que se sostiene por sí sola, dejando un buen sabor de boca en los fanáticos y también satisfecho a los agnósticos.
Con un poco más de presupuesto para pulir algunas locaciones y mejorar el cgi, estaríamos hablando de una película mucho más sólida, pero las cuestiones de producción no son las únicas que pueden tirar para abajo el resultado final de la producción. Ni el cierre de la película ni la escena post-créditos están a la altura de lo que propuso el film durante todo su desarrollo.
Aunque eso sí, hay un pequeño camino marcado para una posible secuela, algo que de cierta forma abriría la cancha a una segunda entrega con una adaptación ya de por sí mucho más libre, con el riesgo de terminar en el sin sentido que nos regaló Milla Jovovich y su esposo.