Quentin Tarantino llega con su novena película para demostrar que es capaz de superarse a sí mismo, ejecutando un nuevo experimento con la maestría que solo él podría alcanzar.
Resulta difícil encarar el análisis de una película de Quentin Tarantino y no por ser fanáticos empedernidos que no pueden ver los defectos de sus obras, porque lejos estamos de eso, sino porque ante la magnitud de su creación las palabras muchas veces parecen no estar a la altura. Es que puede gustar más o menos su estilo, pero si hay algo que nadie puede discutir es que pertenece a esa escasa lista de directores que verdaderamente saben como hacer cine. En este caso nos llega Once Upon a Time in Hollywood, su novena película, un homenaje al cine de los 60 que se moviliza en el marco de una de las tragedias más recordadas de la industria.
La historia del film tiene como protagonista a Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), la estrella de un western televisivo a quien no le están sentando nada bien los cambios de la época. En esta transición cuenta con el apoyo de su doble de riesgo, Cliff Booth (Brad Pitt), mientras pone su ilusión para el renacer de su carrera en su vecino: el director Roman Polanski que vive junto a la prometedora actriz y modelo Sharon Tate.
El estilo único de Tarantino. Tan único es que mientras muchos lo adoran, otros tantos no consiguen entenderlo ni asimilarlo. Eso sí, independientemente de qué lado se encuentre parado cada uno, no se puede negar el talento y la visión de este veterano director de cine. Si sos de los que no lo comparten tanto y tras The Hateful Eight esperabas un cambio de rumbo para sus películas, lamentamos decirte que no ha pasado así en Once Upon a Time in Hollywood. Todo lo que ha caracterizado a sus obras a lo largo de los años está acá, con sus largas escenas cargadas de hilarantes e igual atrapantes diálogos, con verborrea y lenguaje vulgar por doquier, con personajes excéntricos protagonizando secuencias épicas y un desenlace que parece siempre evocar a una violencia disfrutable.
Lo bueno es que toda esa fórmula le sienta perfecto a esta película. ¿Por qué? Bueno digamos que es porque no tiene una trama como tal. De hecho Quentin Tarantino ha decidido llevar su poder de dirección al siguiente nivel con este experimento que plantea un regreso al cine de los años 60, pero no por la época en la que se ambienta sino por el estilo en el que se narra la historia. Básicamente 2 horas del film (de las 2 horas 40 de duración) están dedicadas al desarrollo de los personajes, que más que una trama terminan construyendo una sucesión de hechos que acaban existiendo para justificar el desenlace. Es en este sentido que evocamos a su estilo tan particular, uno que junto a un enorme talento para dirigir nos permiten abordar esta extensa duración sin aburrirnos y disfrutando de una última secuencia magistral, con quizás el momento de violencia más satisfactorio de sus nueve películas. Un descargo emocional impensado e increíblemente necesario, que toma algo y lo convierte en otra cosa totalmente diferente en un abrir y cerrar de ojos.
Pero por si el propio talento de Tarantino no pudiese sustentarse por sí solo en Once Upon a Time in Hollywood, lo acompañan una serie de nombres que producen excitación con el solo hecho de escucharlos y se traducen en un resultado magnífico en la pantalla. La dupla DiCaprio-Pitt es simplemente de lo más grandioso que hemos visto en el cine y parecen haber nacido para los papeles que les toca interpretar. Destacan también Margot Robbie deslumbrante como Sharon Tate, una alocada y hippie Margaret Qualley y con tan solo una escena se adueña de la pantalla Dakota Fanning. Acompañan los incontables nombres que siempre han caracterizado al director, como Al Pacino, Kurt Russell, Damian Lewis, Timothy Olyphant, Michael Madsen, Bruce Dern y Emile Hirsch, todos ellos aportando un toque especial al combo.
Todo este repertorio de nombres y talento se posa, además, sobre una puesta en escena espectacular. Una ambientación de los 60 conseguida como pocas veces se ha visto antes, inspirada por una fascinación de la cultura popular de la época que desemboca en unos personajes simplemente fascinantes. Cada escenario que se muestra es un viaje en el tiempo, una película que parece haberse filmado hace 55 años y que llega a los cines como remasterización. Mención especial para Robert Richardson, encargado de la fotografía, que ha sabido cuidar cada encuadre y mantener el nivel que le viene exigiendo Tarantino desde hace ya varias películas.
Concluyendo, Quentin Tarantino ha ejecutado un nuevo experimento con la calidad que solo un maestro puede hacerlo. Ha construido una película casi en su totalidad sin trama, simplemente centrándose en un largo desarrollo de unos personajes increíblemente interesantes interpretados por unos actores formidables. Solo él podría, con esta fórmula, mantenernos entretenidos durante 2 horas 40.
Once Upon a Time in Hollywood es un homenaje al cine de los 60, desde su ambientación hasta su forma de ser contada, es una serie de secuencias cargadas de diálogos increíbles y escenas épicas potenciadas por la consolidada dupla que forman Brad Pitt y Leonardo DiCaprio. Aunque no sea la mejor obra del director, es simplemente una película magnifica sellada con un desenlace espectacular, con uno de los momentos de violencia más satisfactorios en la filmografía de Tarantino.