Reseña del dieciseisavo tomo de la Colección Astérix y Obélix: Astérix en Helvecia, publicado por Editorial Salvat por Alberto Uderzo y René Goscinny
Un nuevo periplo, una nueva aventura y una nueva historia nos llevan a seguir recorriendo la antigua Europa de la mano de la dupla de galos más conocida de la historia. En esta oportunidad, Astérix y Obélix estarán visitando Helvecia, mejor conocida en nuestros tiempos como Suiza.
En este nuevo volumen de la colección se nos presenta por primera vez a Graco Ojoalvirus, el prefecto de la ciudad de Condate, quién, a expensas de estafar al Cesar enviándole menos de la recaudación impositiva recolectada, vive una vida de lujos y abundancias. Es justamente el gobierno del Cesar quién, tras recibir cada vez menos recaudación de esa zona, decide enviar a Claudius Sinusitus, uno de sus recaudadores, a averiguar que es lo que está sucediendo ahí.
Justamente cuando Sinusitus comienza a investigar es envenenado por Ojoalvirus y, tras desconfiar de los médicos de dicha región, se dirige a la Aldea Gala dónde es atendido por Panorámix, quién tras ver los síntomas, envía a Astérix y Obélix a Helvecia en busca de una planta llamada estrella de plata.
Al llegar a estas nuevas tierras, nuestros héroes comienzan a sentir el hostigamiento romano, algo que no pasó en todo el viaje. Esto se debe a que el gobernador de dicha región Cayo Diplodocus, es un viejo amigo de Ojoalvirus por lo que desea que los galos fracasen en su misión. Obviamente, y contra lo que el villano de turno desea, los héroes logran cruzar Geneva, el lago Lemanus y finalmente obtener la planta en una cumbre cercana con la que regresan para curar a Sinusitus, gracias a la ayuda de varios aldeanos como el posadero Guardiasuix, el banquero Zúrixy un grupo de montañeros tiroleses.
Tras regresar a la aldea y antender a Sinusitus con la hierba que Panorámix ha solicitado, el recaudador romano se recupera de maravilla y, con ayuda de una pequeña poción mágica de los galos, parte rumbo a Condate a darle su merecido al timador de Ojoalvirus.
Como detalle curioso al final que se da el tradicional banquete galo se sucede un hecho inédito hasta la publicación de esta historia y es que un romano comparte con ellos dicho momento que es de tamaña importancia para los aldeanos de la siempre irreductible Galia.