Volvemos a viajar a la Segunda Guerra Mundial de la mano de Call of Duty, una saga que sigue siendo fuerte, pero que muestra señales claras de falta de innovación.
Como cada año recibimos un nuevo Call of Duty, en este caso Call of Duty: Vanguard, la nueva obra de Activision y Sledgehammer Games que nos lleva de viaje al conflicto bélico más popular de todos los tiempos. Como veterano de la saga me dispongo a analizar cada uno de sus componentes -campaña, multijugador y zombies- para determinar si vale la pena o no adentrarse en esta nueva entrega que, desde ya anticipo, está destinada principalmente a quienes vayan a sacar partido de su apartado multijugador.
Cuatro frentes – Campaña
Pese al camino que adoptó la franquicia hace un par de años, Call of Duty: Vanguard vuelve a apostar por un modo campaña y para ello nos lleva a uno de los contextos más interesantes y también más explorados de la industria de entretenimiento audiovisual: la Segunda Guerra Mundial. En esta realidad alternativa del conflicto nos toca seguir a cuatro agentes especiales -Polina Patrova, Lucas Riggs, Arthur Kingsley y Wade Jackson- que buscan acabar con las intenciones nazis de formar un Cuarto Reich. Una premisa más que interesante aunque poco verosímil en su desarrollo, con un enemigo exageradamente estereotipado y cuatro protagonistas que no suman demasiado a la ecuación, contándonos historias simplonas con las que es difícil empatizar y que carecen de la suficiente profundización como para que nos sumerjamos en la causa.
En lo jugable las vertientes están muy desequilibradas y si bien buscan dar dinamismo con las habilidades de cada uno de los personajes, lo cierto es que solamente se me hicieron disfrutables las de Petrova y Riggs. Lo más rescatable de esta parte narrativa que está lejos de lo que supieron entregarnos anteriores títulos de la saga, es el fabuloso trabajo de los actores que dan vida a los personajes y, sobre todo, las cinemáticas ultra realistas que ayudan a dar contexto a esta historia que por momentos es difícil de creer. Algunas secuencias en particular de los dos personajes que recién mencioné y el descomunal apartado audiovisual son lo único ponderable en este modo que se pasa fácil en media decena de horas.
Las trincheras – Multijugador
He aquí el bote salvavidas, el verdadero escudo de Call of Duty: Vanguard para hacerse fuerte en la Segunda Guerra Mundial. Ya hablé de la campaña y más adelante lo haré sobre los zombies, pero ahora es el turno del apartado por el que sigue valiendo la pena apostar por esta franquicia que, sin lugar a dudas, precisa innovar y trabajar con mayor solidez en todas sus vertientes. El multijugador de la obra de Sledgehammer Games es el mejor, al menos, en los últimos tres años y se debe, simplemente, a una serie de decisiones que tomó el estudio que reflejan lo que la comunidad llevaba pidiendo hace rato.
El gunplay de Vanguard tiene la calidad de la saga, un sello indiscutido que la pone en la cúspide del género y que ya resulta en un infaltable año tras año. Sin embargo, la experiencia gana muchísimo gracias a la reducción de la agresividad del Skill Based Matchmaking (búsqueda por habilidad) que si bien sigue estando presente, no genera que cada partida se sienta como si fuese competitivo. Otro de los grandes aciertos de este multijugador ambientado en la Segunda Guerra Mundial son sus mapas: más de 20 de lanzamiento, algunos mejores otros peores, pero todos bien diseñados, con la cantidad justa de recovecos, aprovechando al máximo los escenarios del conflicto y siempre a favor de esta vertiginosidad con la que se desarrolla cada partida.
Y si hablamos de vértigo, una de las novedades más interesantes que introduce Call of Duty: Vanguard es la de poder jugar los mismos mapas con menor o mayor cantidad de jugadores, dependiendo de la experiencia que estemos buscando. Podemos jugar 6v6 como de costumbre, generando partidas pausadas y fáciles de asimilar, subir la intensidad en un 10v10 o romper todos los límites con 12 jugadores contra 12 jugadores, en batallas explosivas y llenas de disparos por todos lados. A esto hay que sumarle una movilidad del personaje que gana mucho en agilidad respecto a las anteriores entregas y un justo Time to Kill, todo en favor del frenetismo que caracteriza a la marca y que tanto aman los fans.
Las otras dos novedades interesantes de la obra de Sledgehammer Games son los modos Patrulla, una especie de Punto Caliente en movimiento, y Colina del Campeón, que en equipos de 2 o 3 personas nos invita a ser los últimos en caer para hacernos con la victoria. Estos dos se suman a los modos clásicos, que siguen alimentándose de un amplio arsenal (que aún necesita algo de equilibrio) y las mil y un posibilidades de personalización, para completar un modo multijugador muy sólido que claramente se llevó la mayor cantidad de horas de trabajo de los desarrolladores. Es cierto que en algunos detalles puede parecer una reesking de Call of Duty: Black Ops Cold War, pero tiene todas las mejoras que ni ese ni Modern Warfare supieron dar a los usuarios durante su vida útil.
Delirio místico – Modo Zombies
La campaña y el multijugador de Call of Duty: Vanguard fueron desarrollados por Sledgehammer Games pero -lo que resultó muy ilusionante para los fanáticos de este modo- los zombies estuvieron a cargo de los especialistas en la materia, Treyarch. Por este motivo llama la atención que sea una de las aristas más flojas de la experiencia final. El Modo Zombies de Vanguard quiso apostar por una nueva modalidad, con una serie de misiones distribuidas en diferentes niveles, pero el problema es que para eso se olvidó de las clásicas oleadas que son las que de verdad aman quienes gustan de pasar horas eliminando a muertos vivientes.
La propuesta de Treyarch es, como dijimos, cumplir una serie de cuatro misiones a lo largo de diferentes niveles mientras evitamos que los muertos vivos terminen con nosotros y una línea de secuencias narrativas se van sucediendo. Un ejercicio que más pronto que tarde se vuelve repetitivo y aburrido y que, para peor, a día de hoy todavía no esconde ningún easter egg para resolver. Esta opción hubiese funcionado perfecto como vertiente alternativa del modo, pero como única hace que todo se vuelve descartable. Lo único realmente interesante de la propuesta es la nueva forma de customización progresiva del personaje, con las icónicas habilidades comprables que ahora se pueden mejorar. El resto, un conjunto de partidas con las que al cabo de unas horas me terminé aburriendo y que no volveré a tocar hasta que no agreguen novedades.
Los aliados – Apartado técnico
Los aliados, uno de los grandes aliados de Call of Duty: Vanguard es su apartado técnico. La saga vuelve a subir un escalón en casi todos los sentidos y a nivel gráfico es, quizás, el que más fácil se percibe. Sledgehammer Games no solo hizo un trabajo sorprendente con la campaña y, como antes mencioné, con las descomunales escenas cinematográficas que construyen su historia, sino que también hizo todas las tareas para que el multijugador no se sienta tan relegado como en entregas anteriores. Cada partida genera esa sensación de estar en la Segunda Guerra Mundial y es en gran parte gracias a una continuidad de decisiones artísticas que colaboran con una serie de cosas que pasan en pantalla, desde explosiones y secuencias propias de cada escenario, que resultan en una experiencia altamente inmersiva.
A nivel sonoro la vara mantiene el nivel y aunque aún quedan algunas cosas a corregir en el apartado multijugador, como el sonido de los pasos, la recreación del conflicto bélico a través de los oídos y la banda musical me parecieron dos aciertos totales. En cuanto al rendimiento poco podemos reprochar, con un juego que fluye muy bien y que hace gala de un gran trabajo de optimización por parte del equipo de desarrollo. En la campaña sí que nos encontramos con algún que otro bug que nos obligó a reiniciar misiones o puntos de control, pero poco más podemos puntualizar en el resto del juego.
Call of Duty: Vanguard, el veredicto final
Otra vez volvemos a viajar a la Segunda Guerra Mundial y este contexto tiene tanta necesidad de cambiar como la propia fórmula de esta veterana saga bélica. No me malentiendan, sigue funcionando y resulta tan adictiva como siempre en su vertiente multijugador, pero el ciclo anual vuelve a necesitar un quiebre de cintura como pasó hace algunos años cuando las entregas futuristas ya habían cubierto su cupo.
Call of Duty: Vanguard tiene una campaña mediocre y un modo zombies que tampoco sirve para justificar su compra, sin embargo el multijugador llega para salvar las papas. Con la fórmula de siempre y la solución de algunos problemas groseros que tuvieron las anteriores entregas, más la sumatoria de algunas novedades tangibles como la cantidad de jugadores por partida, vuelve a ser una experiencia adictiva, frenética, inmersiva y, por sobre todo, extremadamente divertida. Si el multijugador es tu modo, la ganancia es segura.