Un homenaje al Japón feudal, el honor de un samurái y una historia de venganza nos esperan en Ghost of Tsushima, el nuevo juego de Sucker Punch que desentrañamos en este análisis.
Hace tres años, exactamente en la París Games Week 2017, Sucker Punch volvía a la acción de la mano de Sony para presentar Ghost of Tsushima, un videojuego de mundo abierto que llegaba con una promesa sólida: ser el AAA del Japón feudal que la industria del videojuego venía esperando desde hace años. Ahora que lo tenemos entre manos, podemos confirmar que esa espera ha valido la pena.
Pero no solo eso, el juego de los creadores de la saga inFamous desembarca como el último gran exclusivo de la actual generación de consolas PlayStation y pretende estar a la altura con la historia de Jin Sakai, una que involucra samuráis, la invasión de los mongoles al país del sol naciente y una historia de honor, venganza y tradición. ¿Cumple con las altas expectativas que generó? Te lo contamos en el siguiente análisis.
Bushidō, el camino del guerrero
Recordamos a Akira Kurosawa, a Takashi Miike o a Yoji Yamada. Recordamos a esos directores japoneses de cine que durante años y hasta la actualidad nos han maravillado con sus películas sobre samuráis. No necesariamente por la complejidad de sus historias, sino por sumergirnos en el ambiente del Japón de aquellos siglos en los que estos honorables guerreros servían al shogunato, por una fotografía exquisita que retrata los paisajes del país del sol naciente o por sus grandes personajes, que incluso inspiraron mucho al cine occidental. Cuando el equipo de Sucker Punch habló de honrar a todas estas películas con Ghost of Tsushima, no fue en vano.
El videojuego nos lleva al año 1268 para conocer la historia de Jin Sakai, el único samurái que consigue sobrevivir a la primera invasión mongola liderada por Khotun Khan, hijo del mismísimo Gengis Kan. Rescatado por una ladrona, el único miembro en pie del clan Sakai debe liberar a la isla de Tsushima de los salvajes invasores mientras se debate entre conservar el honor con el que fue criado o convertirse en el Fantasma, dispuesto a usar todas las herramientas necesarias para proteger su tierra. Lo interesante de todo esto es que, más allá de que Jin es un personaje ficticio, todos los acontecimientos están basados en una historia real y sorprende ver cuán fieles han sido a esta.
Ghost of Tsushima es como esas películas buenas, a las que les encontrás el verdadero significado cuando las ves por segunda vez. No se asusten, no van a tener que pasar dos veces esta aventura para poder entender de qué va, pero sí conforme avancen en el viaje se van a dar cuenta de que lo más valioso de esta obra está más allá de la superficie, de los elementos básicos de un juego. Más allá de su jugabilidad, de la que hablaremos más adelante, es realmente un homenaje al personaje del samurái y de todo ese honor que se ha convertido casi en una leyenda. Es un retrato de la isla asiática que, contra todo pronóstico, repelió a los mongoles. Y sobre todo es siempre precioso, como un cuadro de Japón en movimiento constante.
La historia de Ghost of Tsushima se compone de todos estos elementos que nos encantan del cine de samuráis. Tiene venganza, tiene honor, tiene personajes representan la cultura de la época y además ofrece un viaje por las creencias de por aquel entonces, las leyendas más populares y las no tanto, los relatos mitológicos, la vida de un Japón que para el mundo se había quedado varado en el tiempo. Aunque esta historia no se sale del molde ni pretende hacerlo, va más allá del qué y se centra en el cómo, hace foco en el contexto y en sus personajes, busca por sobre todas las cosas homenajear a una época y a una cultura que aún a día de hoy sigue teniendo millones de seguidores alrededor del globo. ¿Lo mejor? Lo consigue.
La espada del samurái
Y cuando hablamos de samuráis y nos imaginamos por un momento que somos uno de esos implacables guerreros, por supuesto que pensamos en su arma principal: la katana. En Ghost of Tsushima tenemos la posibilidad de manipularla a placer y es justamente en el combate que la jugabilidad del título de Sucker Punch alcanza uno de sus puntos más altos. Aunque en principio los mongoles no suponen un gran desafío en dificultad normal (nosotros hemos optado por jugarlo en difícil), la cosa puede ponerse un poco más compleja cuando comienzan a llegar en cantidad y mejor armados. Para hacerles frente entraremos en un juego de ataque, cobertura, esquiva y contraataque, una mecánica que no solo es realmente entretenida sino que también, cuando se ejecuta de forma perfecta, nos regala unas coreografías de acción dignas de las mejores películas del género.
Pero la cosa no termina ahí, porque este combate tiene una segunda capa de profundidad gracias a las posturas. Son cuatro en total y cada una de estas sirve para un tipo de enemigo diferente: los espadachines, los escuderos, los lanceros y los salvajes. A su vez podemos ir desbloqueando nuevos movimientos y ataques con los puntos de habilidad que vamos consiguiendo, los cuales nos servirán también para mejorar otros aspectos de nuestro personaje como mejores esquivas o la posibilidad de usar la concentración en el arco para detener el tiempo y disparar mejor a los enemigos e incluso potenciar nuestras cualidades de Fantasma, sobre las que hablaremos más adelante. Lo bueno de esta especie de árbol de habilidades seccionado y de la progresión es que realmente es tangible, cuesta conseguir cada punto de habilidad pero una vez utilizados el resultado está en el filo de nuestra espada.
Y por otro lado tenemos, dando sentido al título del juego, todo lo que refiere al Fantasma. Jin Sakai deja de lado su honor como samurái y se convierte en este guerrero dispuesto a hacer lo que sea necesario para salvar a su tierra de la invasión de los mongoles, de esta forma es conocido como el Fantasma, un hombre que ataca a los hombres desde las sombras y usa cualquier elemento para quitarles la vida. Para nosotros esta actitud del protagonista se refleja en las mecánicas de sigilo, unas más bien conservadoras pero cumplidoras que se limitan a lo que ya hemos visto antes: distraer a los enemigos, buscar siempre la mejor posición, ejecuciones múltiples, esconderse en la hierva alta y, finalmente, apuñalar por la espalda. Como mencionamos, lejos está de revolucionar la industria, pero cumple y se siente bien en el control.
Con estas mecánicas de combate Ghost of Tsushima nos invita a liberar la isla de los mongoles que intentan expandir su imperio más allá de las aguas que los separan de su tierra natal. Y este objetivo de expulsar a los invasores se ve reflejado en todas las misiones del título, tanto primarias como secundarias. Sí, no existen misiones en las que no nos enfrentemos a, al menos, un buen puñado de estos salvajes guerreros y aunque, en algún que otro pasaje pueda hacerse repetitivo, lo placentero que es el combate termina por compensarlo. Lo bueno es que las misiones principales están bien trabajadas -nos llevará alrededor de 15 o 20 horas completarlas- y las secundarias también, encontrándonos con varias de estas últimas realmente interesantes, con tintes de mitología y relatos clásicos japoneses que aportan esta cuota cultural que tanto nos ha enamorado a lo largo de toda la aventura.
La isla de Tsushima
Pero el mapa de Ghost of Tsushima, divido en tres áreas que iremos desbloqueando conforme avancemos en la historia, no solo es hogar de combate y misiones. También es un viaje a través de preciosos paisajes, es una travesía a través de un retrato de Japón increíblemente logrado. Son varios los climas que pintan todo tipo de escenarios, desde arrozales o inmensos campos minados de cerezos que dejan caer sus flores hasta bosques de bambú o aldeas con la típica arquitectura japonesa de la época. Es que el juego de Sucker Punch, por sobre todo lo demás, es bello, es un placer constante para los ojos, es un recorrido visual del que es imposible cansarse. Tenemos puntos de viajes rápidos por todos lados, pero siempre es mejor optar por viajar a caballo y ver esos amaneceres o atardeceres maravillosos.
El mapa de Tsushima también es un viaje por actividades secundarias y coleccionables que también se desprenden de la cultura japonesa de la época. Porque el entretenimiento directo del juego yace en sus combates y en enfrentar al ejército del Kan, pero los placeres más terrenales y contemplativos se encuentran cuando perseguimos a un ave dorada hasta un punto de interés, cuando un zorro nos guía hasta un santuario, cuando reverenciamos el monumento de un dios, cuando podemos descansar en una terma para reflexionar sobre la vida, cuando Jin acaricia la hierva que baila a sus pies o cuando nos sentamos en el atardecer, con un hermoso paisaje de fondo, para componer un haiku. ¿Lo mejor? Casi todos estos hermosos detalles que ponen pausa al baño de sangre terminan por darnos una recompensa, ya sea estética o en forma de habilidad.
Es en esos detalles que, justamente, radica parte de la magia de Ghost of Tsushima. Porque sí, el juego de Sucker Punch no es particularmente revolucionario dentro de los juegos de mundo abierto y muchos podrían acusarlo de conformista, de no haber apostado por nada que venga a romper con el molde. Nosotros les respondemos “tienen razón, pero solo en parte”. Es cierto que para despedir la generación de consolas nos hubiese gustado algo más de innovación en sus mecánicas jugables, pero creemos que esta falencia es compensada por la apuesta del estudio por el homenaje a un país, a una época crucial de la historia del mundo y, sobre todas las cosas, a una cultura tan rica. Porque sí, Ghost of Tsushima se disfruta mucho más si el jugador tiene conocimiento sobre lo que fue el Japón feudal y, por encima de todo, sobre lo que fueron los samuráis.
Por último, antes de entrar en el apartado técnico, queremos evaluar si Sucker Punch ha cumplido o no con esta esta prometida experiencia que nos llevaría a prescindir del HUD. A grandes rasgos podemos decir que sí, que lo han cumplido. La pantalla en general siempre está limpia de íconos, algo que se agradece enormemente teniendo en cuenta la belleza de los paisajes que se nos presentan, y apenas se limita a algún que otro indicativo sobre todo en los combates. También es cierto que, en consecuencia, tenemos que recurrir cada tanto al menú para chequear cosas, pero somos jugadores y es lógico que necesitemos una guía. Y si hablamos de guía, el recurso del viento nos ha parecido fantástico, enormemente funcional y, sobre todo, cumplidor con el objetivo de no minar la pantalla de elementos.
Paisajes de Japón – Apartado técnico
En favor de mostrar las cuestiones jugables de Ghost of Tsushima hemos dejado en el archivo un sinfín de capturas más artísticas que darían sobrada muestra del que es, sin lugar a dudas, uno de los videojuegos más bellos de todos los tiempos. Sí, comenzamos el desglose del apartado técnico de la obra de Sucker Punch por, la que consideramos, es su mayor virtud. Puede que, en su condición de sandbox, el título no ponga tanto foco en los detalles si de gráficos hablamos, pero en contrapropuesta nos regala un todo extraordinario. Varias veces durante este análisis hemos mencionado la espectacularidad de los paisajes que nos presenta esta aventura y aprovechamos para recordarlo una vez más: es enamorarse a cada paso, de cada territorio de este precioso retrato de la isla japonesa con su flora, fauna y sus aldeas. El Modo Foto, con sus mil y un posibilidades, es la frutilla del postre.
A nivel sonoro el conjunto responde en igualdad de condiciones, con un sonido ambiente que termina de completar la inmersiva experiencia de andar por el Japón feudal y sentir, como en carne propia, el clima que nos rodea. La banda sonora es otro de los grandes aciertos del juego, apareciendo cada uno de sus característicos temas musicales en el momento justo para potenciar la situación. En cuanto al voice acting se sigue con la vara alta: nosotros lo hemos jugado en japonés y podemos afirmar que es la mejor opción, aunque también pudimos probar durante un periodo de tiempo considerable el doblaje al latino y también es aceptable para quienes no tengan ganas de andar leyendo subtítulos.
Sin embargo, toda esta inmersión sentimental de la que hablamos no termina de ser redonda por culpa de unas animaciones faciales demasiado básicas. En sí las animaciones de Ghost of Tsushima es de lo que más podemos reprocharle a Sucker Punch ya que, si bien todas las que refieren al combate están muy bien, los movimientos de nuestro personaje son bastante limitados. En compensación nos encontramos con la inexistencia -al menos en nuestra experiencia- de bugs y probablemente los tiempos de carga más rápidos que hemos encontrado alguna vez en un sandbox; no más de 10 segundos en los períodos más largos, un verdadero ejemplo en esto.
Ghost of Tsushima, el veredicto final
Hemos esperado mucho tiempo por un AAA que retrate con fidelidad lo que fue el Japón feudal y finalmente Sucker Punch ha cumplido con nuestros deseos. Es cierto que la aventura de Jin Sakai no ha llegado para revolucionar el género sandbox, pero eso es porque el estudio ha optado por utilizar su leyenda para homenajear a la cultura del samurái y la honorable batalla que dieron estos guerreros ante la invasión de los mongoles.
Pese a un diseño de misiones que podría haber sido algo más variado, Ghost of Tsushima nos entrega un sistema de combate profundo y muy divertido de ejecutar, un sinfín de actividades secundarias para completar, una historia digna del cine de referentes como Akira Kurosawa y, sobre todo, un viaje por un retrato precioso de las tierras japonesas protegidas por el shogunato. Sony despide la cuarta generación de PlayStation por todo lo alto.