El cruce de caminos de Kazuma e Ichiban en tierras hawaianas consagra a Like a Dragon: Infinite Wealth como uno de esos RPG imprescindibles para amantes del género.
La saga Yakuza / Like a Dragon viene haciendo historia hace 19 años. La historia de Kazuma Kiryu fue siempre de menor a mayor, y si bien la mayoría de sus juegos tienen puntos en común e hilos conductores que trazan ese hilo invisible, SEGA Y Ryu Ga Gotoku siempre intentaron amplificar la experiencia ante cada juego nuevo. Ya sea desde un giro argumental, agregar nuevos minijuegos o realizar cambios en su combate.
El punto de inflexión más grande llegó en 2020 con Yakuza: Like a Dragon, que además de cambiar a su protagonista y dar la bienvenida a Ichiban Kasuga, remplazaba su combate beat ‘em up/brawler por un sistema de pelea por turnos.
Con cada vez más carta sobre la mesa, Ryu Ga Gotoku tiene una mayor libertad al momento de continuar expandiendo la franquicia. Mientras que hace algunos meses disfrutamos de Like a Dragon Gaiden: The Man Who Erased His Name, una aventura mucho más contenida que se asemeja a los primeros Yakuza, ahora llegó el momento de patear el tablero y sacar a relucir la experiencia más grande y ambiciosa de toda su historia.
Like a Dragon: Infinite Wealth se siente como la conclusión de dos caminos, acá entrelazados en la historia de Kazuma (que tranquilamente podría haber finalizado en Yakuza 6) e Ichiban, que ahora saca el pecho por ser ese héroe con el que tanto aspiró convertirse. Con esta base narrativa, esta entrega de la franquicia es la más grande, ambiciosa y profunda de todas. No solo profundiza el combate agregando nuevas dinámicas al sistema por turnos, sino que el rotundo cambio de escenarios trae ese soplo de aire fresco necesario. Con ello encima, se le suman las mil y una tareas para hacer que conforman un título gigante, que tranquilamente supera las más de 120 horas para llegar a completarlo todo.
Infinite Wealth es una aventura que regala momentos únicos para los fans que vienen desde hace años destripando las historias de estos personajes en las calles de Kamurocho, pero su propia narrativa también abre la posibilidad a nuevos jugadores para perderse en una aventura que tiene tantas cosas para hacer que nunca te vas a aburrir.
Una historia que se pierde en la inmensidad de su estructura
Sin entrar en ningún tipo de spoilers, Like a Dragon: Infinite Wealth reúne por primera vez (sacando los cameos de la entrega anterior) a Kazuma e Ichiban en un territorio desconocido hasta el momento para todos (jugadores y personajes): Hawaii. Pero antes de destripar qué tiene para ofrecernos la paradisíaca ciudad de los Estados Unidos, Infinite Wealth se toma su tiempo (como si fuese un prólogo) en setear el estado actual de los personajes, su motivación y el presente en el que viven.
La trama se setea tiempo después de los acontecimientos de Like a Dragon, con un Ichiban disfrutando de la relativa paz en Ijincho luego de desbaratar toda la banda de Yakuza y la mafia China en su ocaso. Las primeras horas del juego, bastante cargadas de cinemáticas y con breves tutoriales escondidos, comienza a abrir paso el enorme camino que tenemos por delante.
Los dos protagonistas llegan a Hawaii en una misma misión que tiene propósitos diferentes pero con un mismo objetivo: encontrar a la madre de Ichiban, presuntamente fallecida hace años. Sin entrar demasiado en spoilers, este punto de partida hace que ambos personajes tengan una misión en conjunto, aprendiendo a trabajar en equipo y moldeando sus personalidades completamente dispares.
Una suerte de Rush Hour a la enésima potencia, porque el absurdo y el histrionismo, que siempre fueron parte de la franquicia, ahora están en su pico máximo. Infinite Wealth no tiene problemas en danzar completamente en una trama que busca tener picos de dramatismo y seriedad cuando cada situación que atravesamos queda invadida por recursos estrafalarios y lleno de colores.
Hay mucho guiño y easter eggs de las entregas anteriores. No es obligatorio jugar los dos Like a Dragon anteriores los últimos Yakuza, pero algunos personajes, situaciones y diálogos van a quedar un tanto en el aire porque referencian momentos puntuales dentro de la trama (en especial, gran parte del pasado de Kazuma y su relación con los clanes. Uno de los puntos altos en el desarrollo de la historia es lograr mantener el interés en personajes que ya conocemos (como Namba y Adachi) y hacerlos coexistir tanto con la inclusión de Kazuma con la interacciones de nuevos personajes que conocemos en la isla.
Ichiban es el motor principal de la historia y vuelve a ser el protagonista principal, pero la participación de Kazuma es un plus dentro de lo que ofrece la historia. El legado del Dragón de Dojima queda resaltado por todo lo alto en esta entrega y es también en el que recae gran parte del peso emotivo de varias decisiones narrativas que ocurren atravesando la segunda mitad del título.
El talón de Aquiles en esta arista del juego es la propia inmensidad de que propone Infinite Wealth. Su historia ronda las 50 horas para completarla, y eso es tan solo una de las tantas cosas que hay para hacer dentro de los quehaceres que el propio título nos invita a hacer. Es la primera vez que la saga propone una cantidad de estas proporciones, todo esta maximizado y amplificado por eso es más que normal que, en algunas situaciones, perdamos el foco y el hilo de la historia con la enorme variedad de cosas que suceden a nuestro alrededor. A título personal, tampoco creo que el nivel de drama, emoción y plop twist alcance el pico narrativo de otras entregas de Yakuza, pero son solo detalles que no manchan un lore espectacular que se anima a tocar otros matices dentro de un relato ya de por sí que tuvo varias vueltas y re comienzos.
Profundizando las mecánicas de Like a Dragon, todo con mayor libertad.
El cambio al combate por turnos fue tan arriesgado como acertado para la franquicia. El brawler beat’em up llegó probablemente a su pico en Yakuza 6, pero también tuvo varios aspectos interesantes tanto en Lost Judgment (spin-off) como The Man Who Erased his Name.
El sistema por turnos sentó las bases para hacer de Like a Dragon un título más estratégico sin olvidarse la espectacularidad de los combates y, con ello, la cantidad de matices y caminos que puede ofrecer una misma batalla. El punto de inflexión en Infinite Wealth respecto a su antecesor llega asentado por la libertad que ofrece, mucho más radical y acentuada.
Para empezar, tenemos un radio de movimiento con cada personaje antes de ejecutar una acción. Esto permite vulnerar a los enemigos, colocarnos en posiciones defensivas o abrir la puerta a enhebrar combos más letales con nuestros compañeros. Este primer componente de libertad en las batallas viene de la mano con la llegada de nuevos oficios, condimento que otorga clases a los personajes y que podemos ir cambiándolas con el paso de las horas. Acá quedan atrás las clases clásicas de los juegos de rol (caballero, paladín, mago, hechicera, etc) para llevar adelante una serie de trabajos modernos, como taxista, profesora de tenis, chef, bailarín, etc. Hay 15 en total y solo se clasifican por género, es decir que solo algunas están disponibles para los hombres y otras para los personajes femeninos. De base cada personaje arranca con un trabajo y con la progresión de la aventura se podrá ir modificando para alterar sus habilidades y especiales.
El combate tiene un ápice mayor de agilidad y destreza, pero también esto se logra por la amplitud de desafíos dentro de las 3 regiones jugables. En el “hay mucho para hacer” también se encuentran encargos secundarios y enfrentamientos con enemigos espectaculares. Ayuda mucho las nuevas interfaces que incorporó Infinite Wealth, para saber de antemano el nivel de riesgo / recompensa antes de siquiera animarnos a aventurarnos contra esa amenaza desconocida.
Gran parte del atractivo de Like a Dragon: Infinite Wealth es que dificilmente te encuentres haciendo la misma actividad en un periodo corto de tiempo. En rondas de juego de dos a tres horas, el abanico de cosas que podés ir desbloqueando va in crescendo con el paso de la aventurando y, promediando el capítulo 5 o 6 de la historia principal, ya tendremos casi una libertad absoluta para perdernos con Ichiban y sus amigos.
Esto nos lleva al submundo de la franquicia: los minijuegos y los encargos, que están en su pico máximo de diversidad y atractivo. Los más importantes que tiene esta entrega emulan/homenajean otras grandes ip de la industria, desde ser repartidores al estilo Crazy Taxi, o manejar nuestra propio terreno como en animal crossing, o domesticar y entrenar a criaturas para llevarlas al combate con Sujimon, que directamente acá ni hace falta que sepan hacia dónde va la referencia. Algunos de estos propios minijuegos, incluso el simulador de Tinder llamado Miss Match, encierran su propio “lore” para pasar otras 10, 15 y hasta 20 horas queriendo completar todos los desafíos. Obvio que también tenemos otras tareas más casuales y efimeras, pero así como en las distintas aristas de este juego, Infinite Wealth llega a su punto más alto de calidad para ofrecernos un universo de posibilidades dentro de un mismo juego.
A nivel audiovisual, SEGA vuelve a traer un juego intergeneracional y si bien el uso del Dragon Engine lleva la ambientación y el diseño de personajes un escalón más arriba, no es un juego que se luzca por su nivel de detalles, que en algunos momentos no oculta bien sus costuras y no tiene un impacto visual atractivo. Esto lo compensa en cierta manera con las explosiones, luces y colorimetría de sus interfaces, que realzan el espectáculo televisivo.
Conclusión
Te vas a reir, divertir, emocionar e incluso reflexionar. Todos vamos a llegar a Like a Dragon: Infinite Wealth con puntos de partida diferentes, algunos más abrazados a la saga y otros cayendo como paracaidistas, pero de cierta forma la propia estructura narrativa permite abrazar a todos por igual en esta emocionante aventura, que se toma sus licencias para entretener desde el absurdo total y golpear bajo con momentos dramáticos.
Se siente como la culminación de un gran viaje, un climax por el cual Kazuma e Ichiban arriban tras años y años forjando su propio destino, de personajes grises a héroes hechos y derechos. Si este es el final del camino (cosa que no será así), Like a Dragon: Infinite Wealth se corona como el mejor juego de la saga y un rpg imprescindible para los fans del género.
Te vas a reir, divertir, emocionar e incluso reflexionar. Todos vamos a llegar a Like a Dragon: Infinite Wealth con puntos de partida diferentes, algunos más abrazados a la saga y otros cayendo como paracaidistas, pero de cierta forma la propia estructura narrativa permite abrazar a todos por igual en esta emocionante aventura, que se toma sus licencias para entretener desde el absurdo total y golpear bajo con momentos dramáticos.
Se siente como la culminación de un gran viaje, un climax por el cual Kazuma e Ichiban arriban tras años y años forjando su propio destino, de personajes grises a héroes hechos y derechos. Si este es el final del camino (cosa que no será así), Like a Dragon: Infinite Wealth se corona como el mejor juego de la saga y un rpg imprescindible para los fans del género.