El estudio WildSphere nos trae un plataformas en el que, para avanzar, deberemos girar una y otra vez los diferentes escenarios, hasta quedar mareados de tanto hacerlo.
En los últimos tiempos la tendencia de los juegos destinados exclusivamente a la plataforma mobile viene siendo cada vez más amplia y algunos títulos incluso llevan la cosa al siguiente nivel, pasando primero por dispositivos móviles para luego ser lanzados en consolas. Ese es el caso de Naught, la obra del estudio español WildSphere en la que deberemos escapar de la oscuridad que nos abruma.
Estamos ante un plataformas con todos los elementos del género, que apuesta por un giro de tuerca para distinguirse entre los demás. Y no podría caber mejor la palabra “giro” en este videojuego, ya que el avanzar de nivel y nivel dependerá justamente de rotar todo lo necesario los escenarios para que nuestro protagonista pueda avanzar; una mecánica que tiene sus pro y sus contras, como te contamos a continuación.
Un mundo de luces y sombras
Como en tantos lanzamientos originales de dispositivos móviles, Naught no cuenta con una narrativa demasiado relevante. Realmente lo único que sabemos durante toda la aventura es que controlamos a un ser con conforma similar a la de un gato, que parece ser una especie de alma y que lleva el mismo nombre que el juego. Nosotros debemos controlarlo para así poder escapar de las sombras que nos persigue e intentan acabar con toda la luz que radica en este mundo de fantasía.
El estudio español creador de Timothy vs the Aliens vuelve a apostar por una estética en blanco y negro, recurso que a esta altura comienza a sentirse algo sobreexplotado. No se confundan, es cierto que sigue siendo una elección estética resultona y que en este caso pega bien con la temática, pero lo cierto es que ya no podemos considerarla para hablar de un rasgo característico de un juego que claramente busca destacar estéticamente.
Girando el mundo
Como antes dijimos, Naught es un plataformas hecho y derecho. En la piel de este ser debemos avanzar a lo largo de alrededor de cuarenta niveles cortos, sorteando todo tipo de obstáculos clásicos y también enfrentando a enemigos. La dificultad avance conforme cambiamos de escenario y en líneas generales la curva es lógica, aunque no resultará demasiado retador para los jugadores que busquen una experiencia hardcore.
Entonces, ¿qué distingue a la obra de WildSphere dentro de este mercado tan cargado? La mecánica para avanzar. Sabemos que no es el único videojuego que la ha usado, pero lo cierto es que tampoco la vemos lo suficientemente seguido como para no considerarla original. Hablamos, claro, de la posibilidad de rotar los escenarios para hacer que nuestro personaje pueda sortear todos los obstáculos que se van cruzando en el camino.
Además de saltar -la única acción real que podemos llevar a cabo directamente con nuestro personaje-, nuestro objetivo es rotar los escenarios, ya sea poco a poco o con rotaciones bruscas de 180 grados, para que las propias leyes de la física impulsen a Naught hasta la siguiente instancia. De esa forma debemos evitar que los elementos letales, como fosas con pinches o los propios enemigos, acaben con nosotros.
Lo cierto es que a nivel creativo la cosa funciona y se alimenta mucho de un buen diseño de niveles, que provocan que la experiencia siempre se sienta fresca durante las 5 horas (máximo) que dura toda la aventura. El problema es que muchas veces también marea demasiado: sí, así como lo leen, el juego puede marear y por momentos incluso obliga a poner un parate para que esto no se haga demasiado molesto. Obviamente si hablamos de que la mecánica principal provoca esto, estamos ante un problema.
Espíritus – Apartado técnico
Como antes dijimos Naught apuesta por una estética en blanco y negro, algo que no nos ha parecido original a estas alturas del partido más allá de que resulta coherente con la temática que maneja el juego. Más allá de esto, a nivel artístico nos parece un juego lindo aunque no sobresaliente y nos ha gustado que sumen algunos detalles en colores para salir un poco de la paleta monocromática, detalle que también ayuda cuando giramos demasiado el escenario y nuestra vista puede llegar a perderse fácil.
A nivel sonoro esta obra también está en ese nivel aceptable, sin terminar de destacar en ninguna de sus vertientes. El rendimiento es el que cabe esperar de una producción de esta envergadura, aunque sí nos gustaría destacar la fluidez que se siente a la hora de avanzar de un mapa al otro. Este formato clásico de mobile en el que, al terminar un escenario, tenemos la opción de repetirlo para mejorar nuestro desempeño o directamente saltar al siguiente, todo con un par de botones.
Naught, el veredicto final
Tras haber encantado a muchos jugadores con su paso por dispositivos móviles, el equipo de WildSphere decide llevar su última obra a consolas. Estamos ante un plataformas clásico, con una mecánica para avanzar que se convierte en el principal distintivo de la experiencia y que le alcanza para ser considerado por los fanáticos del género.
Con una estética en blanco y negro que a esta altura se siente demasiado recorrida, Naught apuesta principalmente por su mecánica de girar los escenarios para sortear obstáculos para destacar. Alcanza, es cierto, pero también marea y a fin de cuentas no se nos ocurren demasiadas razones para apostar por esta entrega en consolas. Claramente es un juego concebido para mobiles y quizás allí debió quedarse.