Reviviendo aquél clásico de 1994, Shaquille O’neal vuelve a enfundarse en las vestimentas de un maestro de las artes marciales para Shaq Fu: A Legend Reborn.
De la mano de Big Deez Productions, el legendario basquetbolista de la NBA, Shaquille O’neal, regresa al mundo de los videojuegos como protagonista (no, no cuenta la edición del NBA 2K18) para volver a estelarizar un beat ’em up tal como hiciera en la década de los ’90. ¿El resultado? Bueno, tendrás que leer este análisis para saberlo pero no eleves mucho tus expectativas.
Shaq Fu: A Legend Reborn comienza con una cinemática con dejos de comics donde se nos presenta a nuestro protagonista como un bebé abandonado en un río, bien bíblico todo, que además posee una marca de nacimiento en forma de flor de loto en su cuello, algo que nos irá acompañando a lo largo de los siete niveles que el juego presenta en dónde no solo deberemos combatir con demonios y esbirros de dudosa procedencia, sino que también intentaremos enterarnos quién es la madre biológica de Shaquille.
La historia además explica que de chico, los chinos le hicieron bullying por ser alto, y que un maestro milenario llamado YeYe se decidió a entrenarlo porque en secreto creía que él iba a poder tomar la posta que el viejo maestro del kung-fu ocupaba: Guardián de la humanidad.
Un juego con más errores que aciertos
Empecemos por el título: Shaq Fu, lo que en conjunto con el background de la Antigua China, nos dan a entender que el basquetbolista es un maestro de las artes marciales, bueno… de Kung-Fu tiene poco y nada. La verdad es que el personaje da más bien a luchador callejero o de MMA, pero ¿un maestro del ancestral arte de combate oriental? eso seguro que no.
Ya avanzando un poco más nos encontramos con los esbirros, es decir, los villanos de poca monta del juego que caen a oleadas y tandas. Acá probablemente vamos a toparnos con un gran conflicto en puerta y es que el sexismo casi discriminatorio que se aplica es impresionante. Si bien la gente de Big Deez Productions seguramente lo hicieran a modo de chiste sin buscar ofender a nadie, descubrimos que si bien tenemos guerreros chinos, motoqueros rudos y soldados, también hay niveles dónde los enemigos son drogadictos afeminados que satirizan y bromean – muy border – con la homosexualidad.
Ni hablar de que absolutamente TODAS las mujeres del juego son demonios, y que incluso uno de los bosses es una mujer que se transforma en un trasero gigante que hace twerking, mientras que una proto Paris Hilton, demoníaca y tonta, hace de su lacayo.
La jugabilidad y el ataque de los bugs
Saltar y quedar freezado en el aire, golpes que quedan en la nada, personajes que se traban contra la escenografía son solo algunos de los problemas más superficiales que Shaq Fu: A Legend Reborn presenta. De todos modos, el peor bug que nos encontramos se dio en el medio de una batalla contra uno de las bosses del juego, en la que tras dejarla en menos de un cuarto de su vida, el juego decidió congelarse mientras rebotamos en el lugar.
El estilo de juego es el de un clásico beat ’em up de arcade donde vamos a ir avanzando por una calle o muelle lineal y nos abordarán enemigos desde todos lados a los que deberemos derrotar con una simplista combinación de piña piña patada, o piña piña piña patada, no mucho más que eso, si entendés cual combo usar para cada enemigo, los cuales son 4 (uno de cuerpo a cuerpo, un ninja, un tanque y un mago), no vas a tener mayores dificultades a la hora de avanzar por la poco entretenida trama.
Con respecto a los jefes, los cuales son pseudo celebridades readaptadas tal vez para no pagar derechos de imagen, tal vez porque a los desarrolladores y a Shaq les pareció gracioso, son bastante simplones, de movimientos basados en iteraciones que podemos cortar con tan solo movernos un centímetro de su zona de alcance, haciéndonos sentir que incluso las partes en la que nos enfrentamos a oleadas de 100 enemigos son más difíciles que el villano que se supone nos complique la existencia.
El apartado visual más o menos decente
Tal vez, y solo tal vez comparándolo con los puntos anteriores, lo es de lo mejorcito del juego. A ver, definitivamente cuando nos pregunten “Che, visualmente ¿Qué juego te voló la cabeza?” ni por asomo se nos va a cruzar por la cabeza este Shaq Fu, pero, dentro de todo lo malo que se hizo, la transición y el estilo animado sumando a las diferentes escenografías son lo más tolerable del juego (nótese que usamos la palabra tolerable).
La música, muy hip-hop street acompaña bien, mientras que las voces de los personajes enemigos ayudan bastante a la generación del contenido polémicamente sexista y homofóbico que mencionábamos antes, siendo no malo en sí, pero si en el sentido de la conceptualización que ayuda a construir.
El veredicto final
Claramente revivir esta franquicia de 24 años de edad no fue la mejor de las ideas. Los guiones que intentan ser cómicos pero no pasan de chistes racistas, sexistas y malos malos, los gráficos definitivamente no son memorables, la pobre y básica jugabilidad sumado a la imperdonable cantidad de bugs que encontramos en esta aventura de solo tres horas de duración hacen que Shaq Fu: A Legend Reborn, sea de las peores experiencias que hemos vivido en la materia gamer de este año.