El clásico de Yu Suzuki y una de las sagas más míticas de SEGA Dreamcast llega a las consolas de la actual generación. ¿Qué tal le ha pasado el tiempo a los Shenmue 1 y 2?
Hace casi 20 años SEGA, en los últimos tiempos de la compañía japonesa como administradora de consola propia, se comprometía con una suma millonaria y con Yu Suzuki a la cabeza a crear uno de los juegos más ambiciosos e innovadores de la época. Así surgió Shenmue, que para bien y para mal cumplió con las altas expectativas que se la habían impuesto.
Las dos partes de esta saga hasta ahora lanzadas -pronto llegará la tercera, que da excusa a este remastered- nos ponen en la piel de un joven japonés llamado Ryo Hazuki, quien un día regresa al dojo de su familia y se encuentra con una terrible situación: un hombre llamado Lan Di le arrebata la vida de su padre frente a sus ojos, para luego escapar impune. A partir de allí la aventura se centrará en investigar el porqué del asesinato y, sobre todo, en la búsqueda de venganza.
Un drama japonés
Shenmue 1 y 2 es un clara muestra de cómo se pueden contar buenas historias, aún cuando las potencias técnicas no son capaces de acompañar a la experiencia. Es que el juego de SEGA pone especial atención en lo que cuenta y no tardamos demasiado en sumergirnos en la vida y búsqueda de Ryo, un personaje con un carisma muy particular con el que conseguimos empatizar con facilidad.
Pero el elemento principal que ayuda a la inmersión es la ambientación. Es increíble como con tan solo algunas horas en el juego realmente podemos sentir que estamos en Japón, caminando por sus típicas calles, entrando a locales de comida asiática e interactuando con su gente. Todo un combo que cobra aún más fuerza cuando es acompañado por la típica música del país del sol naciente.
Pero la cosa no acaba allí, ya que a lo largo de las dos entregas Ryo Hazuki viajará a diferentes partes del mundo y es allí en donde la compañía nipona demuestra el gran trabajo que han hecho a la hora de recrear territorios, escenarios y reflejar culturas. Cada lugar tiene su ambiente y representa un verdadero viaje alrededor del globo.
El tiempo pasa para todos
Lo que más llama la atención cuando nos adentramos en esta aventura con casi 20 años de antigüedad es cómo implementó muchas de las más populares mecánicas que utilizan hoy en día los videojuegos. Es que Shenmue 1 y 2 tiene algo de mundo abierto, algo de película interactiva y peleas en las que abundan los Quick Time Events, como los que hoy podemos ver en famosas entregas como God of War o Detroit Become Human.
Sin embargo, y más allá de sorprendernos cuando vemos tantos elementos que seguro lo adelantaron a su época, hay demasiadas cosas que hoy en día ya no tienen lugar. El sistema de combate sin lugar a dudas ha evolucionado demasiado como para permitir que el de Ryo nos resulte entretenido, mientras que la cámara consigue frustrarnos reiteradamente y sacarnos de la inmersión.
No hay dudas de que Yu Suzuki fue un visionario a la hora de insertar en su videojuego mecánicas que hoy en día son partes esenciales de ciertas entregas, por lo que no podemos echarle en cara que en los tiempos que corren no funcionen tan bien como lo hicieron en su momento. Sin embargo, cuando analizamos un remastered no podemos evitar recordar que las cosas no se sienten tan cómodas como deberían.
Es hora de trabajar
Hagamos memoria y traigamos al presente la gran crítica que se le hizo por aquel entonces a los Shenmue. Muchos lo tildaron de reflejar en extremo los quehaceres cotidianos y no podemos negar que así es. Es que una de las vertientes principales de este juego, al cual nos resulta imposible encasillar en un solo género, es el simulador de vida que quizás ha ido demasiado lejos.
Es cierto que al principio tener que dormir, comprar o comer resultan minijuegos que enriquecen la experiencia. Sin embargo, cuando todas estas secuencias se convierten en obligaciones y debemos, por ejemplo, ir a trabajar, lo divertido se convierte en algo exageradamente tedioso.
El caso más claro llega cuando, trabajando en el puerto, debemos utilizar un clark para llevar una buena cantidad de cajas -una por una- de un extremo a otro del lugar. Quisiéramos decir que esa es la única vez que pusimos el grito en el cielo por estar 40 minutos o más haciendo algo así, pero no podemos.
El trabajo de remasterización
Por supuesto si analizamos títulos que llegan en formato remastered tenemos que hablar del trabajo técnico que han llevado a cabo y, en el caso de Shenmue 1 y 2, hay más cosas en contra que a favor. Lo primero que tenemos que decir es que no han incluido el español dentro de los idiomas y que aunque sí podemos jugarlo en inglés, muchos textos de objetos que vamos encontrando solo están en japonés.
Y apenas comenzado el juego notamos que SEGA no se ha esforzado mucho por mejorar la experiencia a nivel técnico, ya que el sonido de la primera parte realmente es espantoso. Todo suena como dentro de una caja, sobre todo las voces sobre las cuales no parece que hayan trabajado. No obstante, debemos decir que hay un gran salto a mejor cuando llegamos a la secuela.
Lo que sí se agradece es que podamos elegir la opción de aumentar la resolución a 16:9, mientras jugamos con fluidez a 30 fps. Sin embargo, quizás estas opciones sean las que acarrean consigo un gran número de bugs por aquí y por allá.
Shenmue 1 y 2, el veredicto final
De cara a una tercera parte que aún sigue con más dudas que certezas, SEGA nos regala la posibilidad de jugar a dos títulos -con sus al menos 70 horas de duración- que fueron todo un clásico hace ya casi 20 años. Ahora, en las consolas de la actual generación, sentimos mucho como le ha pasado el tiempo, al mismo tiempo que valoramos todas aquellas mecánicas que lo convirtieron en un adelantado a su época.
Quienes hayan jugado a Shenmue 1 y 2 en su momento y se hayan enamorado de las andanzas del gran Ryo Hazuki disfrutarán mucho de este regreso. Quienes no lo hayan hecho deberán decidir si están o no dispuestos a aguantar una serie de fallos y caprichos jugables, para a cambio obtener una experiencia muy inmersiva y una historia de venganza que vale la pena vivir.