18 años han pasado y por fin tenemos la continuación de la historia de Ryo Hazuki. ¿Cómo funciona en los tiempos que corren? Eso es lo que te contamos a continuación.
Son de esos momentos únicos dentro de la industria, esos hitos que serán recordados por años y que seguramente servirán como ejemplo para las generaciones venideras. Es que es imposible analizar Shenmue III sin entender todo lo que ha pasado a su alrededor: tras las dos primeras entregas la saga quedó desahuciada y en la E3 de 2015 Yu Suzuki reapareció para pedir colaboración económica con el fin de poder llevar a cabo esta ansiada secuela. Ahora tenemos el resultado en nuestras manos y acá estamos para contarles qué impresiones nos ha dejado.
Esta tercera entrega comienza exactamente en donde nos dejó Shenmue II, en la cueva junto a Ryo Hazuki y Shenhua Ling. Sin dar demasiados detalles, para no caer en spoilers, las andanzas continúan teniendo su justificativo con la investigación del protagonista quien todavía no pudo encontrar la ansiada venganza por la muerte de su padre.
En busca de Lan Di
Es una tarea muy difícil despegarse de todo lo que representa Shenmue III para la industria y, sobre todo, para los fanáticos que han estado esperando esta continuación durante casi dos décadas. Es que la historia de Ryo y la revolución que representó la obra de Yu Suzuki en las épocas de SEGA Dreamcast acompañó a una generación de jóvenes que no podían creer la experiencia que se les presentaba al alcance de su control. Ahora está tercera parte llega algo destartalada, es cierto, por un presupuesto que no está a la altura de lo que supo ser una revolución, pero a su vez su análisis pasa por muchos otros lugares de lo que es imposible escapar.
Uno de estos elementos que no podemos dejar de lado es su historia, una que muchos creían quedaría olvidada y que sin embargo ahora consigue revivir en un nuevo episodio. Si hay algo que destacamos de las saga es este drama de estilo oriental que sigue la historia de un hombre que vio morir a su padre frente a sus ojos, una trama de la que es difícil mantenerse ajeno y que en esta nueva entrega aún se sigue con gran interés, incluso cuando por momentos se pierde demasiado entre actividades secundarias. Eso sí, mientras que muchos pensábamos que por fin tendríamos un desenlace nos encontramos con una sorpresa: la historia de Ryo no ha terminado, sino que ha dejado la puerta abierta a una cuarta parte, lo que puede suponer las esperanzas de algunos y la decepción de otros.
Lo bueno es que todos los elementos que nos han enganchado en Shenmue 1 y 2 siguen estando en Shenmue III. La narrativa está repleta de personajes interesantes, mientras recorremos dos grandes ciudades chinas decoradas con paisajes preciosos que se potencian con la iluminación de las diferentes horas del día. Puede que los diálogos por momentos no estén a la altura, siendo estos demasiado bruscos por llamarlos de alguna manera, pero no por eso deja de ser interesante lo que se nos cuenta. En fin, más allá de todas las limitaciones que el creador ha tenido en el desarrollo de esta secuela, ha sabido mantener vivo el fuego que hizo arder a una generación.
Investigar, trabajar y luchar
Haciendo gala de su anacronismo, Shenmue III no se esfuerza en esconder que es una continuación que debió salir allá por 2002 o 2003. Viva prueba de esto es que las mecánicas son exactamente las mismas que vimos en las dos primeras entregas. Uno de sus pilares, como es lógico dentro de su historia de búsqueda, es la investigación y tenemos que decir que es bueno ver como un elemento tan clave ha sido pulido. Una vez más nunca sabemos a dónde ir y averiguarlo dependerá de hablar con los diferentes lugareños, encontrar las distintas pistas y revisar locaciones, momentos que han ganado un simpático justificativo dentro de la propia labor de inspección.
Los elementos de supervivencia también siguen siendo uno de los grandes pilares de la experiencia, por lo que trabajar vuelve a ser una obligación si es que queremos comer antes de terminar el día. En pocas palabras Ryo Suzuki vuelve a protagonizar esta especie de simulación de vida, que nos invita a satisfacer todas sus necesidades y para ello realizar actividades secundarias, minijuegos e incluso trabajar para poder comprar lo que haga falta. Aunque pueda pesar a algunos, esto es parte de la magia de este juego aunque por momentos, cuando se nos exige reunir una suma considerable de dinero, pueda volverse algo tedioso.
Y si hablamos de la saga Shenmue no podemos olvidarnos del combate y quizás es esta una de las mecánicas que más ha sufrido en el desarrollo. La simplificación de las peleas se nota y mucho, sobre todo en la falta de evolución que apenas podremos conseguir aumentando estadísticas o aprendiendo nuevas técnicas con diferentes maestros. Los Quick Time Events también han mermado en su calidad, obligándonos a repetir secuencias cuando fallamos al tocar el botón correspondiente en un contrarreloj que corre demasiado rápido. En lo que a la ejecución del propio combate se refiere lo poco vistoso que resulta se compensa con cierto valor que se le da a la elección de la estrategia a elegir para enfrentar a cada rival.
Por último, pero no menos importante, Shenmue III vuelve a regalarnos muchísimas actividades secundarias para realizar, aunque la cantidad esta vez no es acompañada por la calidad. Nos encontramos con muchísimos minijuegos que pudimos ver en las anteriores entregas, incluyendo algunos guiños como trabajar moviendo cajas o ponernos al día con viejos conocidos, y algunos otros nuevos, pero todos estos simplificados al punto de que varios se limitan a apretar un solo botón. Otra de las experiencias que también se ha visto afectada, sobre todo por la falta de licencias, es la de los salones recreativos en los que los juegos digitales se limitan a uno (bastante aburrido) y el resto son máquinas mecánicas como la de golpear topos o jugar al básquet.
Recorriendo China – Apartado técnico
Desde el primer tráiler nos quedó en claro que Shenmue III no pretendía adaptarse a las actuales generaciones de consolas en lo que a apartado técnico se refería y eso nos hizo prepararnos para lo peor. Una vez con el juego en la mano nos sorprende decir que no ha sido tan terrible como lo esperábamos a nivel gráfico, pero sí que se le pueden machacar demasiadas cosas en materia de diseño: los menús son inaceptables, sobre todo por algunos errores de posicionamiento de textos al menos en su traducción al español y así muchos otros elementos más que simplemente se ven feos, como los círculos rojos con los que se destacan los objetos de interés durante la investigación.
A nivel sonoro el juego levanta un poco la vara, con una buena interpretación por parte de los actores de voz y una musicalización preciosa, con un tema mejor que el otro que ayudan mucho en la inmersión, más allá de algún momento específico en el que se cortan abruptamente. Tampoco podemos dejar pasar la falta de expresividad en los rostros, el flojo diseño de algunos personajes secundarios, la falta de vida en ciertos escenarios y varios bugs groseros, todo digno de un juego al que se le nota -por momentos demasiado- la falta de presupuesto.
Shenmue III, el veredicto final
Hay algo que está muy claro: Yu Suzuki tuvo la idea para este juego en 2001 y consiguió ejecutarla recién 18 años después. Esto se nota en una obra que se siente demasiado anacrónica, con todo lo bueno y lo malo que esto representa. El fuego de la historia de Ryo Hazuki sigue vivo junto a todos los elementos que destacaron en aquel entonces, pero también muchas de sus mecánicas no tienen un lugar valedero en los tiempos que corren.
A final de cuentas Shenmue III es un juego hecho para los fanáticos de la saga y su creador lo sabe, brindándonos una experiencia que no pretende ocultarnos sus intenciones en ningún momento. Quienes estén interesados en seguir la historia de venganza del protagonista quedarán encantados, sobre todo por ver llegar una continuación que parecía perdida y por encontrarse con que aún hay pie para más. Para el resto del público probablemente no exista un atractivo.