Tennis World Tour llegó a la generación actual de consolas con una promesa bajo el brazo: ser el mejor simulador de tenis del momento. ¿Cumplió?
Después de muchos años sin un juego decente de tenis, exactamente desde la salida del Top Spin 4 en 2011, llegó un título prometiendo convertirse en la mejor versión digital del deporte. Se trata de Tennis World Tour, una producción de Breakpoint y BigBen Interactive que se vendió por sí misma como “la secuela espiritual” del juego creado por 2K Sports.
Desde que comenzó el proyecto, la idea fue adaptar las virtudes y mecánicas de la considerada mejor saga de tenis virtual a los tiempos que corren. Un objetivo que parecía posible y que prometía mucho para quienes lo esperaban. Pero parece que era más difícil de lo que se pensaba.
La lista de jugadores
Los nombres de los tenistas licenciados fueron anunciados ya hace un largo tiempo y no es ninguna sorpresa que la lista final es un tanto decepcionante. Roger Federer, Alexander Zverev y Grigor Dimitrov son de los pocos nombres que nos entusiasman, mientras que la mayoría de los otros son jugadores que resultan conocidos solo para quienes entiendan un poco más del deporte.
En este sentido tampoco podemos dejar pasar la cantidad de mujeres que encontramos. La lista apenas se resume en cinco: Garbiñe Muguruza, Madison Keys, Eugenie Bouchard, Angelique Kerber y Caroline Wozniacki.
Pero la cosa no queda solo en los nombres. Lamentablemente las licencias de los jugadores solo llegaron hasta los nombres y las caras. Es decir, en la mayoría de los casos los movimientos de ellos no son los reales. Esto, nos lleva a ver a un Federer haciendo el mismo movimiento de revés que Gasquet y a tener una misma animación de recepción para todos los tenistas. Después de jugar varios partidos podemos sentir que elijamos a quien elijamos, todos son iguales excepto por algún que otro detalle.
Jugabilidad de antaño
Cuando escuchamos “secuela espiritual de Top Spin” una de las principales cosas que nos ilusionó fue el hecho de ver perfeccionada esa gran jugabilidad que tenía el título de 2K Sports. Lamentablemente, Tennis World Tour quedó muy lejos de conseguirlo.
En el juego de BigBen Interactive manejar a los tenistas y ejecutar los golpes resulta continuamente frustrante y poco real. La mayoría de los movimientos dejan una sensación de no poder controlar realmente lo que hacemos. Ejemplos de ello son cuando el tenista se desplaza hacia el lado contrario al que indicamos o cuando ejecuta un slice por defecto, en lugar del golpe que verdaderamente quisimos llevar a cabo.
Como esos los defectos se acumulan por montones y nos resulta un poco más parecido a antiguas producciones como Smash Court Tennis Pro Tournament Two -lanzado por Namco en 2004 para PlayStation 2- que al propio Top Spin.
Pocas opciones, poca vida
Con dar un vistazo rápido al menú nos damos cuenta que Tennis World Tour no ofrece demasiadas opciones. De hecho, sus modos de juego se resumen a dos: exhibición para jugar solos o con amigos y el modo carrera. El resto de las posibilidades se limitan a la creación de nuestro jugador y a un campo de entrenamiento que sirve más que nada para los principiantes.
¿Modo Online? Bueno, el juego promete que “pronto estará disponible”. Esto resulta inadmisible en los tiempos que corren, más si tenemos en cuenta que el juego que sirvió para inspirarlo lo tuvo habilitado desde el inicio hace siete años atrás.
Convirtiéndose en una estrella
Hablando un poco más en detalle sobre el modo carrera encontramos, al menos en principio, uno de los principales atractivos del juego. La posibilidad de comenzar desde abajo para crecer y terminar en los puestos más altos del ranking de la ATP siempre es algo que ilusiona.
En este apartado, además, encontramos un par de novedades bastante interesantes. Una de ellas es la posibilidad de armar el calendario de torneos a conciencia, tal como sucede en la realidad, para evitar que nuestro tenista se agote y se lesione. Por otro lado, las tarjetas de habilidades también resultan divertidas de administrar aumentando la posibilidad de personalización.
Y si de personalización hablamos tenemos que volver a hablar de un punto negativo. Se trata de la creación del personaje y es que resulta demasiado inaceptable que en 2018 tengamos tan pocas posibilidad, hablando exactamente de solo un puñado de caras por defecto y pocas opciones en general.
A esto tenemos que sumarles que jamás jugaremos un torneo real, es que desde BigBen Interactive y Breakpoint no se han encargado de adquirir las licencias de ninguna de las competencias oficiales de la ATP o la WTA.
Doble falta técnica
Cuando hablábamos de ver una adaptación a la actualidad de todo lo bueno de la saga Top Spin, esperábamos que técnicamente también subiera varios escalones. Por el contrario, tenemos que decir que Tennis World Tour los bajó.
Visualmente es inferior a su musa inspiradora, tanto en el diseño de las canchas como en el de los jugadores. La mayoría de las caras tienen parecidos a los deportistas reales pero lejos están de lo que se espera a estas alturas. Además, sus movimientos son excesivamente robóticos en muchas ocasiones.
En lo que a sonido se refiere el título alcanza uno de sus elementos más bajos. Olvidándonos de la música, que está correcta, los efectos de sonido dentro de la cancha son definitivamente malos. Los aficionados, el impacto raqueta/pelota y el resto de los elementos se sienten totalmente artificiales y se mezclan con un comentarista que tendrá unas 10 frases como mucho, por lo que silenciarlo será una de las primeras opciones a tener en cuenta.
Tennis World Tour, el veredicto final
Bajo la promesa de “secuela espiritual”, las expectativas se volvieron inevitablemente altas. Sin embargo, el equipo de BigBen Interactive estuvo muy lejos de poder cumplir con lo esperado a partir de esa premisa. Se nota que el título intentó tomar las bases técnicas, visuales y jugables de Top Spin, pero falló a la hora de ejecutarlas en las consolas de actual generación.
Tennis World Tour se siente como un título mediocre en todos sus apartados. Desde la cantidad de modos de juego, hasta la lista de jugadores y las animaciones de los mismos. La jugabilidad resulta inmensamente más frustrante que disfrutable y hoy en día es intolerable que se venda como un juego grande.