Una legión de hackers está bajo nuestras órdenes en esta nueva entrega de la saga de Ubisoft, con grandes ideas aunque no tantos resultados.
La tercera entrega de la saga Watch Dogs, titulada Watch Dogs Legion, ya está entre nosotros para llevarnos a una ciudad de Londres sometida por diferentes fuerzas a las que deberemos hacer frente con, como el propio nombre lo indica, una legión de ciudadanos dispuestos a darlo todo para conseguir la libertad. La premisa, las innovadoras ideas, el sello de la propia franquicia, todo estaba dado para hacer de este un grandioso videojuego. ¿Lo consigue? Ese es el interrogante al que intentaremos poner respuesta en el siguiente análisis.
DedSec contra el mundo
Watch Dogs Legion nos lleva a una ciudad de Londres futurista, condicionada por el Brexit y sometida por las fuerzas militares de Albion. En este contexto a nosotros nos toca volver a formar parte de DedSec, la organización revolucionaria liderada por hackers que tienen como objetivo desarticular a los tiranos y devolver al pueblo británico la libertad que se le ha arrebatado hace ya un largo tiempo. La premisa es más que interesante y tan oscura como el propio desarrollo de la historia, que nos da la bienvenida con un atentado que acaba con cientos de vidas y nos deja en claro que vamos a ser participes de un relato fuerte. Lo cierto es que, sacando algunos momentos de humor que llegan principalmente por la IA aliada que responde al nombre de Bagley, la narrativa mantiene el tono hasta el final y se anima a tocar temas como la corrupción en la política, la trata de personas o el abuso de las fuerzas armadas, aunque en algunos claramente profundiza más que en otros.
En esta tercera entrega de la saga de Ubisoft toca enfrentarse a cuatro organizaciones: las fuerzas militares de Albion, una compañía tecnológica que excede los límites de la moral, una organización criminal encabezada por la política Mary Kelley y Zero Day, un grupo de hackers corruptos que se han encargado de inculpar a DedSec de los atentados ocurridos al comienzo. Destacamos a todos estos antagonistas porque son ellos los encargados de aportar el principal color a la historia. La idea de que no haya un único protagonista funciona efectivamente a nivel jugable, pero produce una carencia a nivel narrativo que es compensada, justamente, por la gran personalidad que tienen todos estos villanos que tienen a la ciudad inglesa bajo la suela de sus zapatos.
Lo cierto es que los hechos de Watch Dogs Legion se siguen con interés hasta un final que ciertamente recompensa las horas invertidas, aunque en el camino sí que nos hemos encontrado con un buen puñado de altibajos. Por momentos la historia se atasca, pese a que mantiene la oscuridad pierde profundidad y por lo tanto nosotros perdemos interés. Sin embargo el cierre de cada capítulo (entiéndase por cada momento en el que acabamos con una facción enemiga) tiene la suficiente explosión como para invitarnos a seguir cada vez que empezamos a cansarnos. También aporta mucho la propia Londres, una ciudad que a pesar de sentirse más viva en ciertos lugares que en otros, lo cierto es que siempre está regalándonos pequeños momentos que se encargan de sumergirnos en este caos que abunda y que tiene a la gente en una situación caótica.
Hackeando Londres
Como antes dijimos en Watch Dogs Legion no tenemos un solo protagonista, sino que toda la ciudad londinense está a nuestra disposición. ¿Cómo? Es que Ubisoft nos invita a reclutar a (casi) cualquier persona que nos crucemos para que se una a DedSec y de esa forma poder controlarla cuando queramos. Para hacerlo deberemos primero hacerle la oferta y después cumplir con el pedido que nos haga. Lo realmente grandioso de todo esto es que podemos escanear a cada ciudadano, ver cuál es su historia, su personalidad y considerar si vale la pena enlistarlo en base a sus habilidades. Por ejemplo un obrero nos sirve para infiltrarnos en construcciones o usar drones de carga, una ilusionista nos sirve para hipnotizar a los enemigos, una especialista en drones controlar todo lo que vuela sobre nuestras cabezas, una enfermera curar más rápido a los agentes y así, un sinfín de personas traen un sinfín de posibilidades. La idea que prometió ser tan revolucionaria antes del lanzamiento, ha cumplido con creces.
Esta mecánica aporta gran variedad al título y a la forma de encarar las distintas misiones, dinámica que se potencia gracias a todas las variantes que ya de por sí son sello de la franquicia. Cada vez que se nos haga un nuevo encargo no solamente podremos decidir con quién encararlo, sino también de qué forma hacerlo. El enfrentamiento directo siempre es una opción, aunque ciertamente la forma más entretenida es mediante un sigilo que funciona bien y que saca mucho jugo a todas las posibilidades que llegan de la mano del hackeo, pudiendo manipular prácticamente cualquier objeto electrónico. Es una pena que la experiencia dependa tanto de la predisposición del jugador para hacerlas cosas bien y seguir la filosofía de no agresión de la organización a la que respondemos, porque en realidad la variante más fácil y rápida es siempre ir a los tiros, terminar con todos sin mayor dificultad (porque el juego de por sí no es difícil) y salir a toda velocidad para que la policía siempre nos pierda a la vuelta de la esquina. Falta compensación por hacer las cosas bien, por apostar por el sigilo y comportarse como unos verdaderos ciberactivistas.
Y todos estos recursos y posibilidades resultan vitales para Watch Dogs Legion, sobre todo para su vida a largo plazo. Esto se debe a que el diseño de misiones es, cuanto menos, pobre. El estudio francés vuelve a hacer uso de su clásico arquetipo de objetivos y lo explota hasta el cansancio, limitando todas las misiones -principales, secundarias y de reclutamiento- a infiltrarnos en una zona con enemigos, resolver algún puzzle divertido pero sencillo, sortear o acabar con los soldados y así poder hackear un dispositivo específico, robar un objeto o rescatar a una persona. A estas dinámicas de por sí monótonas no ayuda tampoco la dificultad del propio juego, con una IA enemiga demasiado torpe que no responde ni a la hora de descubrirnos cuando andamos agachados ni a la hora de enfrentarnos a tiros, con un gunplay demasiado básico y poco placentero. Lo único que consigue mantener la tensión hasta el final es el sistema de permadeath, aunque con la paciencia suficiente se puede terminar el juego con apenas un par de bajas.
Todo esto genera que Watch Dogs Legion sea realmente entretenido en sesiones de juego cortas, de un par de horas, pero difícil de sostener si queremos hacernos una buena maratón de fin de semana (como hemos tenido que hacer todos los días para tener este análisis a tiempo). Sin embargo, si nos lo tomamos con calma y dedicamos el tiempo suficiente, o mejor, si realmente nos encanta el juego, la gran recreación de esta Londres futurista tiene siempre algo que ofrecernos a la vuelta de cada esquina. Aunque la vida que se respira en sus calles no termina de sumergirnos, es cierto que las actividades sobran: desde recoger recursos hasta comprarle ropa hasta nuestros agentes, hasta ayudar a inocentes que han sido capturados por las patrullas de Albion o meternos en peleas clandestinas, jugar a los dardos o tomarnos unas copas hasta caer inconscientes al suelo. Ubisoft vuelve a demostrar que se le da bien la creación de mapas vistosos, fieles a la arquitectura original y llenos de cosas para hacer.
Hacktivistas – Apartado técnico
Como broche para este Watch Dogs Legion que nos ha gustado, pero que no ha terminado de convencernos, tenemos que hablar de un apartado técnico que sigue la línea del resto de los elementos: tiene sus cosas buenas y sus cosas no tanto. A nivel visual está bien, cumple, aunque no sobresale teniendo en cuenta que estamos en la última etapa de la actual generación de consolas. En cuanto a lo artístico hay muchos aciertos, como el diseño de Londres y todo lo referente a elementos futuristas, aunque en lo que a personajes se refiere sigue con esta línea genérica que tanto le machacamos a Ubisoft.
A nivel sonoro el título también es correcto y ya, con buenas interpretaciones de los actores de voz aunque con muchas voces que se repiten pese a haber contado con más de 100 interpretes. La banda sonora cumple, sin más y las diferentes emisoras de radio tienen poca variedad de canciones. Los tiempos de carga son largos y hay más de los que nos hubiese gustado, como cuando entramos en alguna zona fuera del mapa principal, y el rendimiento es aceptable, aunque tampoco hay nada que sorprenda para bien. Por supuesto, como en todo título del estudio francés, los bugs ya son un sello y van desde los que hacen que un NPC se quede trabado con una pared hasta los que nos ponen la pantalla negra al querer completar una misión con un agente específico, obligándonos a cambiarlo para poder seguir.
Watch Dogs Legion, el veredicto final
La tercera entrega de los hackers más conocidos de los videojuegos llega con buenas ideas, aunque con una ejecución que nos ha convencido hasta ahí. Toda esta mecánica de poder reclutar y controlar a cada ciudadano de Londres nos parece un total acierto, aunque casi que termina siendo lo único verdaderamente destacable en un videojuego que se queda a medias en casi todos sus apartados.
Watch Dogs Legion es muy divertido en jornadas cortas de juego y se hace cansador si le dedicamos más de un par de horas, principalmente por el pobre diseño de misiones que genera una experiencia repetitiva. Las sensaciones se mezclan entre el placer de recorrer Londres pudiendo hackearlo todo y unas mecánicas de sigilo junto a un gunplay que no acaban de convencer. Al final de cuentas es un sandbox más de Ubisoft, con algunas ideas originales, destinado a complacer a los fans del estudio, agradar al público en general y poco más.