Es la tierra media entre la luz y las sombras, entre la ciencia y la superstición, y yace entre el abismo de los temores del hombre y la cima de su conocimiento. Es la dimensión de la imaginación- entretejía Rod Serling en la apertura de la primera temporada de la Dimensión Desconocida en 1959. La comparación se ofrece obvia e inmediata al hablar de Black Mirror, el unitario inglés de ciencia ficción creado por Charlie Brooker (Dead Set). Una antología con punto de partida reflexivo sobre diversos aspectos de la tecnología y nuestro rol como usuario, elector y perpetuante sistemático.
 
Cada episodio de Black Mirror está autocontenido y sus personajes, tramas y mundos no se cruzan. El anclaje y conector es un elemento tecnológico, quizás descontando el primer episodio, The National Anthem. Es necesario arriesgar el spoiler para expandir sobre el punto.
 
El Primer Ministro de Gran Bretaña es despertado en el medio de la noche por su seguridad. Un adorado miembro de la Familia Real fue secuestrado. ¿El pedido de sus captores? El Jefe de Gobierno de su Majestad deberá presentarse en cadena nacional teniendo relaciones sexuales con un cerdo. El debutante espectador, si la cronología es lo suyo, es presentado con este escenario en los primeros cinco minutos. Tal bizarro disparador permite deleitarnos con las ramificaciones de los supuestos, entretenernos con el What if? encarado con total seriedad.
 
Este primer escenario se distancia del resto de la continuidad serial en dos aspectos: la falta de un futuro distópico, y la utilización de una amenaza real. Resulta una radiografía blanca, negra y fría sobre el daño producido por la inmediatez y la masividad informativa alcanzada por las redes sociales. Los límites desdibujados de la información que es privada y pública a la vez, siendo este último estado establecido por el hombre común, muchas veces privado de capacidades para tal decisión. Armada la jugada, BM se hace fuerte en la carne.  “En sus cabezas esto ya está pasando” le dice su mujer al pobre PM, pero en nuestras cabezas no reside la acción. Mediante un ejercicio actoral Brechtiano nos hacen descender hasta el final del agujero del conejo. Esto resulta constante en el unitario, combinado a sus aciertos directoriales, sus climas meticulosamente logrados y la sólidez de sus guiones. Si, es un gran producto televisivo. Aclarado esto, pasemos al horror Black Mirror Reflejo negativo.
 
 
La fijación sobre el objeto tecnológico en cuestión es absurda. Brooker no desperdicia moralinas zonzas en presentarnos a la tecnología como arista del mal, sino a las debilidades y fortalezas contrastantes del usuario. La vieja escuela Sci-fi nos muestra al robot-monstruo como sátiro mientras que la amenaza y persecución en BM son internas. Esto queda expuesto en The Entire History of You, tercer capítulo de la primera temporada. Esta vez nos presentan el “Grain”, un avance que resulta familiar, especialmente cuando uno nota que en las manos de los personajes no hay smartphones. Un implante que permite filmar cada momento de tu vida. Nuestro protagonista, un brillante Toby Kebell (RocknRolla), fundamenta sus inseguridades en la repetición y análisis de su diseccionada vida. Desde su intranquilidad laboral a sospechas de infidelidad. El primer argumento es simple, con o sin el elemento catalizador, nuestro protagonista va a encontrar realidad en sus maquinaciones mediante el encierro en la duda. El drama, real y cercano, es nuevamente materializado con sentimiento, pero BM se asegura de darnos un vistazo al macroescenario propuesto por este primo no tan lejano del Google Glass. Las reuniones sociales se convierten en un tétrico show de diapositivas personales en los monitores de tus amigos. No hay necesidad de contar una anécdota cuando la podes mostrar. Las discusiones de una pareja se vuelven un simulacro de corte, con la presentación de la evidencia para respaldar la defensa y la prosecusión. Hay una escalofriante imágen construida con simpleza: una pareja teniendo sexo mientras cada uno revive una instancia más apasionada en la intimidad de sus ojos. Los múltiples usos cotidianos expuestos son naturales, responden a una lógica, la disociación humana es real.
 
 
No hay futuro más real que el que está a cinco minutos de nosotros. Desde su primera mirada, Black Mirror deja una sensación amarga en uno. Por un lado, sentís una desconexión con el resto de la televisión, esto es otra cosa, otro reino. Por el otro, no hay capitulo que no siembre una incomodidad con el reflejo que nos devuelve la pantalla. La ciencia ficción es históricamente fundamental como herramienta de análisis y confrontación de realidades cerradas al escrutinio (generalmente por la acumulación de poder de las personas que sancionan dichas realidades). En la época de La Dimensión Desconocida, los temores eran la post-guerra, la Guerra Fría, el Comunismo y la perdida de los valores americanos. Todos fueron abordados con mayor o menor sutileza. BM obliga a replantearnos el funcionamiento actual aceptado y sancionado por la mayoría. Porque la trampa no es hacernos aceptar las reglas del juego sino darnos a creer que nosotros las elegimos.
En su integridad, Black Mirror cuenta con 6 episodios espejados. Los capítulos 1 y 6, 2 y 5 y 3 y 4 se corresponden, en cierto modo entre si, dándole al proyecto un desorden sistemático. A estos se le suma un especial navideño con la presencia de Jon Hamm. Todos los episodios fueron concebidos y emitidos por Channel 4, desembarcados en USA por DirecTV y buscando una salida internacional en Netflix. Mientras tanto, pueden encontrar la serie completa, en HD, en Youtube. Solo traten de evitar la vista antes de dormir. A nadie le gusta tener la cabeza ocupada en la hora de la almohada.
 
Por Fede Praml
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