¡Get over here! Llega a la pantalla grande una nueva versión de Mortal Kombat, dirigida por Simon McQuoid.

Cuando la primera versión cinematográfica de Mortal Kombat llegó a los cines, nadie fuera de Japón tenía una Playstation y la noción de una película basada en un videojuego era novedosa, por decir algo. No mucho antes Super Mario Bros., “inspirada” en el juego más famoso de todos, había sido un fiasco total, así que el film de Paul W. S. Anderson tenía todas en contra.

Sin embargo, logró superar las expectativas. Todavía es recordada como una de las mejorcitas cintas inspiradas en un videojuego (la vara es baja si pensamos que Sonic está en el top 3 de Rotten Tomatoes), y Paul W. S. Anderson siguió camino para hacer de este kiosco un imperio, primero con la saga de Resident Evil, y luego con Monster Hunter. Pero Warner, engolosinado hizo una secuela notablemente más barata dos años después, a la cual le fue como todos pensaban le iba ir la primera.

En este sentido, Mortal Kombat (2021) tiene que levantar dos muertos: superar al inesperado éxito de la primera y borrar el mal sabor de boca tanto a fans como a espectadores generales de la olvidable segunda parte, ¿lo logra?

Como suele ser el caso en producciones realizadas con las motivaciones clara$$$, este proyecto languideció años dentro del estudio, pasando por múltiples manos. En algún momento se barajaron como directores Kevin Tancharoen, quien realizó el celebrado corto Mortal Kombat: Rebirth, y James Wan (Rápido y Furioso 7, Aquaman). Sin embargo, la tarea terminó recayendo en el novato Simon McQuoid.

A primera vista, el plan de ataque de Mortal Kombat es bueno: por un lado, romper con la fórmula esperable planteando aún otro torneo de artes marciales más, para después subvertir el planteo e ir por otro lado. Además, el protagonista de la película no es Liu Kang (Ludi Lin) sino Cole Young (Lewis Tan), un personaje original. Por otro, mandar fanservice a morir. Las peleas parecen sacadas del juego, con fatalities y todos los chiches.

En este respecto, se puede celebrar el maquillaje y vestuario de los personajes, aunque la ambientación termina siendo un poco vacía. Eso sí, que los fans de los personajes me perdonen, pero escuchar los icónicos “flawless victory” o “get over here” mientras la cámara hace un acercamiento a los personajes me da un poco de vergüencita. No necesariamente lo que funciona en un juego funcione en una película.

He aquí el meollo del asunto. ¿Qué hace a una buena adaptación cinematográfica de un videojuego? ¿Sentir como si uno estuviera jugando mientras mira (lo que es imposible, porque el cine es un medio pasivo)? Para empeorar la situación, a diferencia de juegos más narrativos como Tomb Raider o Uncharted, de inminente paso por el cine, la licencia de Mortal Kombat no viene con personajes ya desarrollado o mucha historia que digamos (por lo menos los juegos clásicos que el espectador general podría recordar).

Es aquí donde Mortal Kombat (2021) se queda a mitad de camino. Siguiendo una clásica, pero no por eso menos fallida fórmula (me hizo acordar a la reciente Godzilla: King of Monsters) se busca dotar de pathos al conflicto mediante una historia familiar. En este caso, desdoblada en un conflicto antiguo entre samuráis, que nos regala probablemente de lo mejor de la película con esa apertura de época hablada en japonés y chino, y la clásica familia sin nombre y en peligro como móvil para las acciones del protagonista.

El tema es que para que esto funcione, o el guión tiene que ser mucho mejor escrito, o los actores tienen que tener un carisma tan sobrenatural que nos haga olvidar la pobre caracterización. Ninguna de las dos cosas pasa acá.

Otro camino, teniendo en cuenta que esta es después de todo una película de acción además de una basada en un jueguito, podría haber sido ir a fondo con los combates, haciéndolos tan espectaculares que el resto no importe. Pero aquí de nuevo, la cinta se queda corta.

La vara de la coreografía de acción ha sido dejada muy alta la década pasada, sea por la precisión de una The Raid o John Wick, o por la ambición e imaginación de una Misión: Imposible o Rápido y Furioso. Si bien mencionamos antes que las peleas logran replicar bastante del original en pixeles, en particular los poderes y lo sangriento de las fatalities, las peleas en si no son nada del otro mundo cuando los parámetros son los mencionados en este párrafo.

Dicho todo esto, el veredicto tampoco es terminal. Esta es una de acción de mitad de tabla, que viene con perfil alto porque es Mortal Kombat y porque le pusieron una torta de guita. Si uno no se pone a pensar en las escuelas u hospitales que podrían haberse construido con esos millones, se deja ver y entretiene. Parece  hecha para encontrarla en diez años haciendo zapping por Space y quedarte mirándola un domingo a las cuatro de la tarde con mate, factura y pocas pretensiones. Claro, si todavía existe el cable para entonces.

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