Grandes estrellas se juntan para una película con un título súper comercial: Persecución al límite.
Casey Stein (Nicholas Hoult – X-men: Apocalipsis / 2015) deberá volver a los negocios ilegales y mafiosos para conseguir el dinero necesario y así salvar a su novia Juliette Marne (Felicity Jones – Rogue One: Una historia de Star Wars – 2016). Alemania será el escenario que cruzará sus caminos con Hagen Kahl, (Anthony Hopkins Hannibal – 2001) empresario multimillonario y principal traficante de drogas del país. Persecución al límite (2016), dirigida por Eran Creevy (Enemigos de sangre / 2013) llega al cines del país el 8 de junio de 2017.
En Persecución al límite nada ocurre de manera natural, fluida ni con coherencia. Desde su argumento, el guion de Eran Creevy, F. Scott Frazier cae en una historiar repetitiva, anti climática y con poco sostén desde su desarrollo. A pesar de que se quiera justificar las acciones del protagonista principal, en ningún momento convence ni deja de ser algo meramente superficial cada una de sus decisiones. Aunque optemos por aceptar las reglas de Persecución al límite, nunca lleva esa idea central del amor y las relaciones a un ámbito mejor. No crea un contexto donde ese motu proprio sea un eje consolidado para desde allí empezar a diagramar la estructura del film. Con cien minutos de duración, parece que le sobra tiempo a la película aunque fuera medianamente corta para lo que se está acostumbrado. Persecución al límite presenta personajes pobres, lineales y con poco intento en desarrollar una empatía o conflictos con ellos mismos o los demás.
Eran Creevy (Enemigos de sangre / 2013) en la dirección optó por prescindir de la construcción y profundidad de una trama, de personajes y escenarios para enfocarse únicamente –y como su nombre lo indica- en una persecución: seguir una acción, una persona o un objetivo hasta alcanzarlo, sin tomar en cuenta todo lo que ocurre a su alrededor. Una carrera hacia adelante sin reflexión, ni intenciones de buscar algo más por fuera de la acotada visión que ofrece un proyecto a tal velocidad. Las escenas de acción, con autos de lujos, algunos efectos bien logrados –no todos- otorgan una subida de atención al espectador y allí sí lo entretiene, pero no puede sostener un film que, mientras no pasan las balas y los neumáticos queman caucho, aburre, es monótono y muy poco desarrollado.
Persecución al límite cuenta con un elenco de primera línea de las grandes películas o blockbuster de la industria. Ni Hoult ni tampoco Jones pudieron imponer algo más a personajes muy mediocres y chatos como así manifestó el guion y parte de la dirección. Sin embargo, ambos hicieron bien su labor con lo poco que tenían para ofrecer la gran pantalla aunque las escenas juntos sean más frívolas e intrascendentes.
Ben Kingsley cumplió con el estereotipo de gangster extranjero, excéntrico, torpe y poco meticuloso, en una actuación que deja mucho que desear aunque tampoco tenga mucho por donde moverse, por el lugar recóndito que la dirección le otorgó con este personaje. Un caso especial recae sobre Hopkins, con escenas tan exageradas siguiendo un prototipo de mafioso al estilo Goodfellas (1990) que pareciera que se trata más de una sátira de aquellos criminales jugando el papel de tipo malo. Así y todo, cada momento en pantalla es de lo mejor de Persecución al límite. En ese límite creativo, mediocre y poco desarrollado se maneja y presenta el film. En su composición, la producción camina por terrenos erráticos proporcionando momentos de extrema tensión pero que, en el siguiente instante, cambia rotundamente su estética e imagen que hacen perder el foco de atención y dramatismo que se expandía en pantalla.
Persecución al límite es una película que se limita a su velocidad, escenas de acción con autos de lujo salteándose todos los semáforos en rojo, desde la actuación, la puesta en escena, los personajes y por encima de todo, el desarrollo de una trama que exponga otro tipo de film o, por lo menos, algo no tan banal, superficial y conocido.
