Porque nunca hay suficientes multiversos, la película indie de ciencia ficción Todo en Todas Partes Al Mismo Tiempo propone un giro a una historia conocida.
A24 se convirtió en una verdadera marca entre a quienes les gusta el cine, en el mejor sentido de la palabra. Como si fuese una pequeña editorial independiente, la productora/distribuidora logró hacerse un nombre a fuerza de construir un catálogo cohesivo y de mucha calidad, entre el dramedy intimista y el cine de género más aventurero. Por eso, cuando empezó a circular el tráiler de Todo en Todas Partes Al Mismo Tiempo la apuesta fue inmediata y por el pleno ¿Ciencia ficción con el sello A24? ¿Michelle Yeoh protagonista? ¿Dónde firmo? Para sumar a la ansiedad, todo parecía indicar que la película no llegaba a la Argentina, como suele ser el caso para muchos de los estrenos de la pequeña distribuidora, hasta que Diamond Films aceptó la encomiable misión de estrenarla.
¿Está Todo en Todas Partes Al Mismo Tiempo a la altura de tan generosas expectativas? Yo diría que sí. Una razón para hacerlo es lo ingeniosamente ejecutada que está su premisa sobre universos alternativos y viajes multiversales, todo con un modesto presupuesto de película independiente. Si bien la historia es una particular, la de una familia china emigrada, de fondo la pregunta es una con la que cualquiera se puede identificar ¿Qué hubiese pasado si hubiese tomado otras decisiones? ¿Qué tan mejor (o peor) sería mi vida?
Segundo, pero no por eso menos importante, la presencia de la primerísima actriz Michelle Yeoh. Debo confesar que no soy adepto de la primera hora, aunque recuerdo cuando a fines de los noventa ella tuvo su roce con la fama en Hollywood gracias a una de las James Bond de Brosnan y a la épica de Ang Lee, Crowching Tiger, Hidden Dragon. Fue más recientemente, gracias a su participación en Star Trek: Discovery, que pude apreciar la manera en que comanda la pantalla, chica o grande. Una estrella, hablando en criollo.
En Todo en todas partes al mismo tiempo, Yeoh no decepciona, encarnando con igual aplomo a la primera Evelyn que conocemos, abrumada por una vida mundana y mediocre, como a todas las demás que vamos conociendo de a flashes a lo largo de la película. Ni hace falta decir que también está excelsa en las escenas de acción, donde reparte patadas y golpes con la misma experticia que viene haciendo hace décadas desde su debut en la industria del cine de Hong Kong. No puedo dejar tampoco de nombrar a Stephanie Hsu y Ke Huy Quan (¡El de los Goonies!), quienes hacen un buen laburo como la familia Wang. Jaime Lee Curtis está muy bien también, mostrando que está a una altura de su carrera donde va a hacer lo que se le canta.
Si hay que buscar dónde la independencia de Todo en todas partes al mismo tiempo sale a relucir, dónde se encuentra aquello que más lo diferencia de otros films del género contemporáneas, es en su sentido del humor. Sí, mucho se repitió que la otra película sobre multiversos en cartel es buena porque no se toma tan en serio como otras de superhéroes. Pero la comparación no le hace justicia a la obra de los Daniels. De hecho, creo sería más correcto hermanarla con otro tanque reciente, que no fue tan bien recibido justamente por su voluntad de reírse de sí misma, Matrix Resurrecciones.
Este sentido del humor le permite explorar con mayor diversidad, y con gran efecto, la idea de universos múltiples. Pero la risa es acá un fin en sí mismo, pudiendo etiquetarse con justicia a Todo en todas partes al mismo tiempo como una comedia de ciencia ficción, combinación de género poco explorada si las hay. Los chistes son inteligentes, pero también un poco asquerosos, y eso combinado con la premisa conceptual compleja me hizo recordar mucho a Rick and Morty a lo largo de toda la función. Una conexión que es más que apta si se atiende a la filmografía de los directores, que han trabajado, por ejemplo, en varias series de Adult Swim.
Donde también se ve la mano de la dupla directoria, compuesta por Daniel Kwan y Daniel Scheinert, por eso los Daniels, es en la puesta visual. Esta ese dicho gringo de que la necesidad es la madre de la invención, y acá se prueba como cierta. Sin acceso a millones de dólares y terabits de capacidad de procesamiento para generar secuencias CGI, los conceptos de ciencia ficción son representados con cosas tan básicas como un auricular manos libre e iluminación LED filtradas por el ingenio de la puesta en escena. Hay también un trabajo muy afilado del montaje, esa herramienta básica del lenguaje cinematográfico, construyendo de manera clara y atractiva en la pantalla como se vería poder saltar de una vida paralela a otra. Por no hablar del puro y duro amor al séptimo arte que profesa la cinta, con referencias tan amplias como Ratatouille o Wong Kar-wai
Esa naturaleza artesanal de Todo en todas partes al mismo tiempo recuerda a otro maestro de la ciencia ficción lo-fi, Michel Gondry. Como en sus películas, esta también lleva su corazón expuesto, usando los conceptos sesudos como metáfora visual desnuda del conflicto emocional al centro de la historia: el drama generacional de una familia de inmigrantes chinos en Estados Unidos. Un tema que, dicho sea de paso, se está revelando como el central del cine independiente del Norte en lo que va del siglo XXI.
Acá es donde no termine de conectar con la propuesta de los Daniels. Quizá, porque esa mezcla entre reflexión filosófica y sentimentalismo es pega más en un público más joven. O, quizás, porque me agarró en un momento cínico de mi vida. Lo cierto es que no se puede negar que Todo en todas partes al mismo tiempo tiene algo que decir sobre la existencia en este horrendo y hermoso mundo nuestro, y lo dice muy bien con sus FX caseros, su inteligente guion y sus muy buenas actuaciones. No tengo dudas que aquellos que estén dispuestos a perderse en este multiverso, saldrán algo cambiados. Alguno hasta puede que encuentre su propia Eterno Resplandor de la Mente Sin Recuerdos o una de esas películas que se quedan con vos para siempre.