Reseña del décimo tomo de la Colección Astérix y Obélix: El aniversario de Astérix y Obélix, publicado por Editorial Salvat por René Goscinny y Alberto Uderzo.
Estamos ante uno de los más nuevo y modernos álbumes de Astérix y Obélix. El Aniversario, como se tituló este volúmen, fue publicado por primera vez en 2009 con motivo de los 50 años de la serialización del trabajo que encararon allá por ’59 Goscinny y Uderzo.
A diferencia de los álbumes anteriores que han ido componiendo esta colección, este más similar a Astérix y lo nunca visto, es decir, está conformado por un compendio de historias cortas y gags que nos llevarán a recorrer grandes momentos de las páginas de las aventuras del Galo.
La primera historia narrada nos muestra que hubiera pasado si a lo largo de estos 50 años, los personajes hubieran ido envejeciendo como sucede con las personas reales. Con varios personajes medio sordos, canosos, otros calvos, acá aparece nuevamente una ruptura de la cuarta pared cuando el mismo Uderzo se hace presente en la aldea para explicar a los personajes que él los ha envejecido ¿El resultado? Un feroz puñetazo del viejo Obélix.
Otras historias van sucediendo que involucran a nuestros héroes, así como también a personajes que ya hemos visto o veremos en el transcurso de la colección. Falbalá, el amor platónico de Obélix, los piratas Barbarroja, Patapalo y Baba, que hacen una escena donde les dicen que son “los reyes del mundo”, obviamente inspirada en la película Titanic, y muchas más.
Todas las narrativas de este número se basan un poco en lo mismo, en romper las reglas del juego y sacar al irreductible Galo de contexto al que nos tiene acostumbrados para crear la sorpresa en el lector: “vamos a imaginar cómo serían Astérix y Obélix de viejos, como si realmente hubieran pasado 50 años” , “vamos a imaginar cómo podría ser un montaje teatral de las aventuras de Astérix” o “vamos a imaginar cómo sería un museo de Astérix”, o, por qué no,”Qué dirían las revistas del corazón si Astérix se casara?”.
Así y prosiguiendo con una gran cantidad de aventuras, aparecen por último Julio César y Cleopatra: mientras la gobernante del Nilo le pide al dictador romano que haga un regalo a los galos, este se rehusa por no querer recompensar a sus enemigos, y les prepara un ánfora de vino con veneno, algo que obviamente es descubierto por el siempre sabiondo druida Panorámix.
En último lugar, figura una gran viñeta donde aparecen todos los personajes dando el aniversario feliz a Astérix y Obélix.