Reseña del treceavo tomo de la Colección Astérix y Obélix: Astérix en Bélgica, publicado por Editorial Salvat por René Goscinny y Alberto Uderzo.
Seguimos recorriendo el globo de la mano de uno de los cómics más influyentes del sigo XX. La magistral obra de Goscinny y Uderzo nos lleva en esta oportunidad a Bélgica, a dónde Julio Cesar afirma haber visto a los hombres más rudos y valientes del mundo, tocando así una fibra muy sensible en el orgullo de Astérix, Obélix y todos sus coterraneos.
Imaginate, ¿Cómo no se van a ofender los galos cuando el mismísimo Julio Cesar dice que hay una aldea más valiente que la suya? Bueno, esa es la premisa en la que Goscinny y Uderzo se basaron para llevarnos a una vuelta turística por Bélgica. Ahí, Julio Cesar se había enfrentado a los locales y perdido, asegurando que estos eran peores que los galos, motivo más que suficiente para que Astérix y Obélix se decidan a hacer un viajecito.
Tras desembarcar en tierras belgas, Abraracúrcix, jefe de la aldea gala, y nuestros protagonistas, conocen a Gueusealámbix y a Vancomolóquix, los dos principales referentes de una de las aldeas de Bélgica de las que tanto hablaba Julio Cesar. Luego de compartir un banquete de confraternidad, ambas tribus deciden organizar un torneo en el que se demostrará qué pueblo es el más fuerte. ¿Cuál será el desafío? Simple, algo en lo que ambos son buenos: Destruir campamentos romanos y además pretenden que sea el mismísimo Julio César quién arbitre semejante concurso.
Justo cuando el emperador romano llega a dónde las dos aldeas estaban reunidas, Astérix y Obélix van a hablarle del concurso, algo que obviamente provoca la ira del magnate llevándolo a atacar este pequeño pueblo belga. Para su desgracia, y como ya estamos acostumbrados, las legiones de Julio César terminan siendo arrasadas por la fuerza combinada entre belgas y galos llevando a estas dos tribus a acrecentar su reciente amistad.
Con respecto al torneo que se habían propuesto, Julio César termina definiendo, un poco a la fuerza, que ni los belgas ni los galos resultan ser los más valientes, pero sí resultan estar tan locos los unos como los otros.