Reseñamos un nuevo volumen de la Colección Astérix y Obélix: Astérix y el caldero, publicado por Editorial Salvat por Alberto Uderzo y René Goscinny.
Los infalibles galos regresan con una aventura que más que enfrentarlos con romanos, como suele suceder en las páginas de Astérix y Obélix, los tendrá dando una vuelta por distintas situaciones con el objetivo de recuperar un valioso botín que ha sido sustraído, dejando como única evidencia un caldero lleno de olor a sopa de cebolla.
La historia comienza cuando el jefe de una de las aldeas galas vecinas, Moralelástix, le solicita a Astérix que se haga cargo del cuidado de un caldero lleno de sestercios, los cuales son una antigua moneda romana, para que este dinero no cayera en manos del recaudador de impuestos del imperio del César. Obviamente, nuestros héroes aceptan ayudar a sus pares, sin embargo el conflicto se desata cuando el contenido del caldero es robado, dejando únicamente un fuerte aroma a sopa de cebolla.
Como producto de esta falla, y con la intención de subsanar el inminente conflicto con la aldea vecina, deciden exiliar a Astérix hasta que este pueda reponer el dinero robado, y como consecuencia Obélix decidió autoexcluirse de la ciudad para ayudar a su rubio y petacón camarada.
Bajo la meta de lograr recuperar el dinero para poder así retornar a casa. Nuestros héroes emprendieron una vasta cantidad de misiones tales como combatir a los piratas, que por primera vez desde su aparición habían decidido dedicarse a un negocio legal abriendo un restaurante en su barco, la venta de jabalíes, a la lucha, la actuación, el juego e incluso intentan atracar un banco, ya cuando los niveles de desesperación estaban alcanzando su pico más alto.
Tras llevar adelante estos empréstitos, sin mucho éxito, se topan con un recaudador romano al cual aprovechan para despojar de todo su oro y percatarse que las monedas que han obtenido tienen el mismo olor a sopa de cebolla que el caldero que dejaron atrás. Luego de deducir lo que había pasado, llegan a la conclusión que fue el mismo Moralelástix quién robó el oro para quedar bien con los romanos y luego envió a los galos a recuperarlo debido a su honor.
Astérix y Obélix optan entonces por dirigirse hacia la aldea de Moralelástix, la cual se encuentra junto a un acantilado en la costa. Una vez que están combatiendo los dos héroes contra la aldea entera, sin querer dejan caer las monedas al mar y estas terminan aterrizando en el barco que antes habían atacado por error.
Una vez terminada esta secuencia nuestros héroes regresan triunfantes a casa donde son recibidos nuevamente como miembros de la aldea.