Reseña del diecisieteavo tomo de la Colección Astérix y Obélix: Astérix gladiador, publicado por Editorial Salvat por Alberto Uderzo y René Goscinny.
La colección de Astérix y Obélix se acerca a toda velocidad a su primera mitad. En esta oportunidad, nuestros galos amigos deberán buscar la manera de ingresar al Circo romano para recuperar a uno de los suyos que, tras un plan ideado por el prefecto de La Galia, había sido alejado de la aldea.
Ahondando un poco más en esta historia, vamos a conocer a varios de los responsables políticos por parte del Cesar que ejercen sus funciones cerca de la aldea de Astérix y Obélix. El Prefecto de esta zona, Calígula Pocospélus comienza la historia dirigiéndose al campamento de Petibónum con la idea de visitar a su amigo, el centurión Graco Linus. Esto pasa debido a que el primero de los romanos mencionados está a punto de partir de vacaciones hacia Roma y quiere llevarle de regalo a Julio César… ¿Qué quiere regalarle a quién todo lo tiene? Simple, uno de los invencibles galos de la aldea más famosa en el mundo romano.
Tras planear su atraco, los romanos logran capturar al bardo de la aldea, Asurancetúrix, llevándoselo a su campamento, pero no sin que todo esto sea presenciado por el joven Codornix quién corre a avisarle a Astérix y Obélix de los sucedido. Tras reunirse con el jefe Abraracúrcix, los galos van hacia el campamento romano dónde por desgracia se enteran de que el bardo ya ha sido enviado con rumbo a Roma, por lo que nuevamente, nuestros héroes se encuentran de camino hacia la ciudad del Cesar.
Tras realizar un agotador viaje por mar, dónde deberán enfrentarse a piratas ganándose el afecto de los fenicios, los galos llega a la ciudad dónde se enteran que el bardo está encerrado en el Circo para ser arrojado a los leones en los próximos días. Al parecer, el bardo no habría sido un regalo del agrado del Cesar y por eso sería utilizado en el clásico entretenimiento de época.
Tras recorrer un poco la ciudad en busca de Asurancetúrix, nuestros héroes son invitados a unirse a los gladiadores debido a su gran fuerza, cosa que obviamente declinan por encontrarse en plena misión de rescate. Ya en la ciudad, nuestros protagonistas se cruzan con Jabalix, quién les cuenta que su compatriota está encerrado en el circo y les explica que los únicos que pueden entrar son “los condenados, los leones y los gladiadores”. En eso, a nuestro rubio luchador se le ocurre hacerse pasar por gladiadores y van con Cayo Obtusus, un reclutador de Roma, para que los introduzca en el ruedo.
Tras montar un gran espectáculo en el Circo, el Cesar se ve obligado a concederle los deseos a nuestros héroes que optan por volver a su casa de la mano del bardo y así culminar, como siempre debe hacerse, esta aventura con un bestial banquete.