Reseña del quinceavo tomo de la Colección Astérix y Obélix: Astérix y los Juegos Olímpicos, publicado por Editorial Salvat por Alberto Uderzo y René Goscinny.
A 50 años de su estreno original, Salvat recapitula el duodécimo tomo de la serie, Astérix y los Juegos Olímpicos, una aventura que contará con galos, griegos y romanos compitiendo en uno de los eventos deportivos más ancestrales de la historia.
La historia comienza cuando Claudius Mulus es seleccionado por los romanos como su representante en los Juegos Olímipicos que se están por desarrollar en la ciudad griega de Olimpia. Mientras éste se encontraba entrenando en los bosques, Astérix y Obélix se enteran de esto y desafiándolo a una pequeña competencia para probar que los galos son más fuertes, cosa que indefectiblemente logran demostrar.
Tras vecer a Claudius Mulus, los galos deciden participar en la competencia, cosa que velozmente les es denegada puesto es solo para griegos y romanos. Como agujero legal, los galos plantean que ellos, desde la conquista de la Galia por Julio César, también son romanos, por lo que finalmente son seleccionados Astérix y Obélix como los representantes.
Tras arribar a Grecia, los galos se enteran de que está terminantemente prohibido para cualquier competidor consumir alguna sustancia que le proporcione fuerzas, cosa que afectaba notablemente su idea de utilizar la pócima de Panorámix. Por esto, se decide que sea el rubio Astérix el único representante de la Galia, mientras que Obélix y Panorámix ejercen de entrenadores.
En esta competencia, vamos a ver como Astérix participa en las carreras a pie. Sin embargo, debido a su alta competitividad, son los griegos los que ganan en todas las competencias, por lo que el comité olímpico, para evitar perder el interés turístico, decide hacer una competencia exclusiva para los romanos a dónde se incluye a los galos. Justamente son los enviados por el Cesar los que oyen a Astérix, Obélix y Panorámix discutir sobre una cabaña cuya puerta no cierra bien en la que se encuentra una botella llena de poción mágica. Lo que estos no se esperan, es que los galos sabían que estaban siendo espiados, por eso revelan esa información casi invitando a los romanos a robar dicha poción por la noche.
Por último, luego de la competencia, es el druida de La Galia quién denuncia que los romanos de haber bebido una poción mágica para poder ganar. Prueba de ello, los romanos tienen la lengua azul, debido a que el druida galo puso un colorante en la botella, forzando a que el ganador de esta competencia resulta ser Astérix.