Reseña del sexto tomo de la Colección Astérix y Obélix: Astérix y los normandos, publicado por Editorial Salvat por Goscinny y Uderzo.
Una nueva dotación de guerreros aparecen en el mundo de Astérix y Obélix. Cuando todo parece apuntar a que el eterno conflicto es con los romanos, los normandos, un grupo de guerreros norteños, arriban a las costas de la Galia en una particular misión: aprender qué significa tener miedo.
Dejando de lado a las tropas romanas – solo por un rato -, nuestros intrépidos galos se encuentran en esta ocasión ante un particular acontecimiento. Para comenzar, tenemos la llegada al pueblo de Gudurix, hijo del jefe Oceanonix, quién llega a la Galia para convertirse en un hombre hecho y derecho puesto la vida en Lutecia lo tienen muy ablandado, dice su padre. Por otro lado, tenemos el foco puesto en Los Normandos, un grupo de guerreros que no conocen el miedo por fuera de la expresión “salir volando de miedo”, y tomando a ésta de forma literal, creen que al sentir miedo van a poder cruzar los cielos por lo que su idea es aprender a temer.
Así sin más es como estos norteños se adentran en una misión de aprendizaje la cual los hará desembarcar, por mera casualidad en La Galia, en donde inevitablemente van a cruzarse con Astérix, Obélix y Gudurix, tomando a este último como prisionero con el objeto de que los galos les enseñen a tener miedo, algo así como un intercambio forzoso.
Ante esta indeseable situación, una serie de acontecimientos van a irse desarrollando en los cuales vamos a encontrarnos con Obélix y Asurancetúrix, el bardo del pueblo, y por el otro lado a Astérix y Gudurix, enfrentándose directamente a los Normandos en lo que supondrá la transformación que el joven hijo de Oceanonix vino a buscar al pueblo franco.
Cuando finalmente ambas civilizaciones logran dejar de luchar y comienzan a hablar, recordemos que los Normandos no vinieron en pos de Guerra sino de Aprendizaje, es cuando a través de la ayuda del bardo, logran enseñarles el sentimiento deseado a los invasores, aunque los muy burdos siguen sin comprender cómo esto los hará volar, siguiendo con su idea del sentido literal de la oración.
En la aldea, por su parte, el tío del quinceañero devenido en hombre está orgulloso de su ahora valiente sobrino quién completa su entrenamiento con Obélix quien, entre otras cosas, le enseña a cazar jabalíes y a atacar las patrullas romanas.