Reseña un nuevo tomo de la Colección Astérix y Obélix: La gran zanja, publicado por Editorial Salvat por Alberto Uderzo y René Goscinny.
Una curiosidad antes de arrancar con en análisis de La gran zanja, es que esta es la primera obra que se publicó de los personajes tras la muerte de René Goscinny. Si bien el escritor había comenzado a trabajar en la misma, tras su fallecimiento fue su compañero Alberto Uderzo quién finalizó la historia y de hecho fue él quién siguió editando hasta su retiro allá por 2012.
Ya centrándonos propiamente en la historia, la misma nos lleva a una aldea gala de características muy similares a la de Armónica, solo que esta está dividida por una gran zanja que la parte por la mitad. Al mejor estilo Muro de Berlín.
Entre las dos partes del pueblo se ha generado un conflicto social muy grande por lo que uno de los Jefes, Segregacionix, decide ir a pedir ayuda a los romanos para la lucha, mientras que el Jefe Tocadix, por recomendación de Comix y su amada Fanzine, prefiere solicitar asistencia de su viejo amigo Abraracúrcix, quien fue su compañero durante la batalla de Gergovia y que obviamente decide proveer el auxilio prestado a Astérix, Obélix y al druida Panorámix.
Obviamente, si algo nos han enseñado todos los tomos de Astérix y Obélix, es que no podemos confiar en los romanos, lección que aprenderá Segregacionix que termina siendo tomado como esclavo. Tras presenciar este secuestro, nuestros héroes deciden infiltrarse en el campamento romano para liberar al jefe de la aldea, cosa que logran engañando a los soldados con una pócima falsa que los hincha como globos.
Tras regresar a la aldea, Segregacionix y Tocadix vuelven a enfrentarse, aunque ya con el fastidio del pueblo a flor de piel, terminando empatados, por lo que Cómix, quien logra casarse con Fanzine, gracias a la ayuda de sus amigos, termina convirtiéndose en el nuevo jefe de la aldea unificada, teniendo incluso la aceptación de los ex líderes.
Una vez finalizada la riña, Astérix, Obélix y Panorámix regresan a Armónica para celebrar una exitosa misión con su tradicional banquete de despedida.