La colección de Nippur de Lagash continua firme en otro tomo llenó de aventuras y acción del Errante.
El cuarto tomo de la colección integral de Nippur de Lagash de Planeta DeAgostini continua la larga tutela de los creadores Robin Wood y Lucho Olivera sobre el personaje. Incluye ocho episodios publicados originalmente entre diciembre de 1969 y mayo de 1970 en la revista D’Artagnan.
Una bienvenida novedad en el tomo es el estreno de una galería al final del libro que recoge las portadas para D’Artagnan dibujadas Lucho Olivera con Nippur como protagonista. Es llamativo que se señala que la primera de su tipo fue publicada en enero de 1969, es decir año y medio luego de su introducción en el mensuario. Una negativa es que se reproducen en blanco y negro, a tono con las historietas que la preceden, y no en el color original.
“La Bruja” encuentra a un Nippur todavía sacudido por su corta experiencia en la esclavitud, y en camino a Akad para donde se rumoreaba se cocinaba un conflicto entre el copero y amigo Sargón y la familia real. En el bosque donde se refugia termina interviniendo en el linchamiento de una supuesta bruja, Aria. En su cueva la hechicera echa sal en las heridas de soledad del sumerio y le hace ver apariciones de Ur–El, Nofretamón y otras almas afines que conoció en sus viajes.
En “Un Día en que era Feliz”, la buena disposición de Nippur, que curiosamente lo lleva a golpear con un palo a una jauría de perros que competían por el ciervo que cazaba, lo pone en el camino de Arrak Triaco, su hija Maidan y un matrimonio arreglado. Como una celestina con espada, el héroe compite una carrera de carros con el pretendiente no deseado y como desenlace de una apuesta Maidan puede casarse con el sirviente al que amaba.
“Cómo Conocí y Soporté a Ramar” el Errante hace compañero de viaje al buscavida del título, quien se describe como “músico, ilusionista, cantor, médico, hechicero, vendo filtros de amor, leo la buena suerte, pues si lees la mala te rompen el lomo a bastonazos”. Las desventuras de la dupla Nippur y Ramar le inyectan levedad y humor a las historias de Wood y Olivera, que en las capítulos anteriores venía con un tono más bien trágico.
Esta vocación cómica se vuelve más explicita que nunca antes en la historieta en “La Justicia de Janipo”. Desde las expresiones exageradas en los rostros de Janipo y Xiromantes hasta el tono de la narración de Wood, todo el capítulo apuesta a la jocosidad sobre la acción seria. Si bien el conflicto del triangulo amoroso escala hasta desembocar en una ejecución, los gestos de los personajes delatan que la situación se juega como parodia.
El remate del chiste llega cuando antes de la moraleja, cuando Janipo, teniendo a Xiromantes arrodillado frente al verdugo por haber besado a su futura esposa, corre para pegarle una patada en el culo. El condenado cae de bruces y “una gran carcajada retumbó en la plaza”, incluyendo una risa asta las lágrimas de Nippur.
“El Carro de las Estrellas” lleva al Errante hasta la ciudad Nippur, “a orillas de uno de los dos grandes ríos que abran las regiones donde el cultivo es fácil”. Descubrimos que sus padres ambos nacieron allí, antes de migrar a Lagash. En la ciudad defiende a los sacerdotes que gobiernan contra un tesorero avaro.
“El Enviado” lo pone al héroe en el incomodo lugar de verdugo, al caer en el perímetro de Tafas, una ciudad donde las ejecuciones se realizaban mediante un ritual que reclutaba al primer extranjero que pasara por el perímetro de la ciudad luego de la condena. Su cruce con el arquero Ram de inverosímil puntería y nombre titular.
La llegada al tempo del Padre Negro relatado en “El Dios Negro y el Hombre” es más memorable que la aventura anterior en cuanto desata un ídolo de cinco metros entre los hombres. Finalmente resultó en lugar de magia o pode divino, lo que hacia camina al gigante de piedra eran los mecanismos que Boras había instalado en su interior hueco.
El desenmascaramiento de farsas y falsa magia, así como la representación de sacerdotes y hombres santos como embusteros, son arcos recurrentes en el viaje de Nippur. En esta vocación el sumerio va cultivando la fama de hombre sabio que lo distinguirá a futuro. Pero también nos habla de las preocupaciones de Wood, quien no deja pasar oportunidad de poner por encima el razonamiento sobre la superstición y la religión.