Llegamos a los dos dígitos en la colección de Nippur de Lagash, y alcanzamos el punto en que el color deja ser excepcional en los libros.
El décimo tomo de Nippur de Lagash de Planeta DeAgostini contiene seis capítulos en total. Tres editados originalmente en la revista D’Artagnan y tres en Nippur de Lagash-Todo Color, todos aparecidos entre agosto y noviembre de 1972. Luego de dos libros con despedidas y bienvenidas en el frente autoral, a partir de este punto la colección vuelve a encontrar un ritmo constante, por lo menos por un tiempo.
Entrando en la segunda mitad de 1872, por primera vez existían dos publicaciones, mencionadas arriba, que contenían aventuras del Errante. Por esa razón, de ahora en más cada ejemplar contendrá tres episodios dibujados por Sergio Mulko en blanco y negro para D’Artagnan, y tres por Ricardo Villagrán, a color, para la revista propia del héroe.
Finalizada la primera saga de Nippur, expulsados los hititas de Egipto y muerta la amada reina Nofretamón, los guiones de Robin Wood regresan a un ritmo unitario y autoconclusivo. Esto es a mi entender un paso atrás, ya que la serialización le había inyectado emoción y vitalidad a una historia que aun así conservaba la accesibilidad de presentar un principio, un nudo y un desenlace en cada entrega.
El décimo libro agrupa primero las historias a color. En el titular “Un caballo muerto es un augurio”, un caballo desbocado trae a escena una mujer atada y mucha discordia. Quien quiera escribir un ensayo acerca de los problemas de género presentes en esta historieta, encontraría en esta historia un buen punto de inicio. Wood, quien demuestra consistentemente su prejuicio hacia las mujeres y lo femenino a lo largo de toda la serie, presenta aquí a una bella joven “maldita”, que es acusada y asesinada por “sacar lo peor” de los hombres. Es decir, la violencia que estalla alrededor de ella, blandida por hombres que la quieren desposar, poseer y vejar es culpa de ella por ser hermosa. Como se dice en el barrio, si no quieren que la violen, para qué usa pollera.
En “Los fabulosos jinetes de la tormenta”, Wood cambia los habituales bandidos y milicianos por piratas, con capitán que hasta tiene un garfio por mano. El tema náutico le sienta bien a la historia, sobre todo porque Villagrán recurre a la ilustración épica de página completa. Luego sigue “En Muna”, vuelve otro recurso narrativo recurrente, siendo Nippur el catalizador para que la tensión y resentimiento bullendo en una ciudad termine por explotar.
Entre los episodios en blanco y negro dibujados por Sergio Mulko se encuentran “El enemigo de los dioses”, donde Nippur debe enfrentarse al rey loco Athon para salvar a los propios príncipes y princesas de la crueldad del padre. En “Hazarham, el de los pájaros”, conoce al personaje homónimo, un gigante tuerto un poco lento, pero de gran corazón.
Por último, en “La lluvia sobre la espada”, el Errante salva a la niña Anhina y su madre de las manos del malvado Herakon. La pelea en este capítulo es probablemente el destacado visual en el libro, y señal que Mulko comienza a tomar la suficiente confianza en los lápices para dejar expresar un estilo propio.