En la octava entrega de la colección de Nippur de Lagash, comienza la famosa primera saga de El Errante, que lo enfrenta a los hititas en Egipto.
El octavo tomo de la colección Nippur de Lagash de Planeta DeAgostini contiene siete capítulos editados originalmente en la revista D’Artagnan entre el año 1971 y 1972. El libro es relevante en el esquema mayor de la colección por dos motivos: Primero, representa la última entrega realizada de manera íntegra por la dupla creadora del personaje. Segundo, contiene el comienzo de la recordada primera aventura serializada y a mayor escala del hombre de Lagash.
Luego de casi cinco años de colaboración ininterrumpida en el título, el dibujante original Lucho Olivera se alejaría del personaje promediando 1972, dejando la ilustración de los guiones de Robin Wood en las manos de una rotativa de artistas. De los 59 episodios compuestos por la dupla en esta primera andada que va desde mayo de 1967 a febrero de 1972, solo queda “Un divertido regreso a Tebas”, que abre el tomo siguiente. Si bien con el paso de las décadas múltiples ilustradores harán suyo al personaje, siendo probablemente el más conocido Ricardo Villagrán, la impronta y el diseño original de Olivera siempre estarán presentes en la serie de Nippur de Lagash.
Casi como una celebración de este cambio de era, los últimos capítulos compuestos por Wood/Olivera arrojan al Errante en su aventura más grande hasta el momento. Como señale en la reseña pasada, luego de años de episodios autoconclusivos y dispersos, la historia de Nippur empezó a cobrar mayor foco a partir de la reaparición en las viñetas del tirano usurpador Luggal-Zaggizi. Esta vez, sin embargo, las entregas individuales se alinean en una gran aventura con principio y final, recordada por los fans como “La saga de los hititas en Egipto”. Cuenta con once episodios, que comienzan en este volumen y concluyen en el siguiente, siente con la pluma de Olivera y cuatro con la del nuevo dibujante residente Sergio Mulko.
El tomo abre con la historieta que le da su nombre, “El Juicio de la Espada”, otra de mujeres abusadas y hombres peleando por el poder para decidir sobre su destino, demasiado parecida a tantos otras veces que Nippur salvo jovencitas lindas de hombres malos y feos. El segundo capítulo “Los Cortesanos y los Guerreros” parece que va a ir por el mismo camino ya trillado, de la nada aparecen dos forasteros, el imposiblemente rubio Urunum, y el nubio de tez oscura Oh. Ellos traen noticias de una guerra civil que sacude Egipto, donde pelearon como mercenarios.
La guerra en ciernes en las orillas del Nilo, dicen, se ha desatado entre un sobrino con sueños de derrocar a su tía, y la reina viuda Nofretamón. Recordemos que “Nofretamón” es el nombre del segundo capítulo de Nippur de Lagash compilado en el primer libro de esta colección. Allí, en la primera parada de su exilio, el Errante conoce a la titular joven y hermosa egipcia, de quien se enamora, pero abandona para seguir con su cruzada por recuperar Lagash.
En “Nippur cabalga a Tebas”, el héroe resuelve volver a Egipto y emprende su camino. Obviamente, no puede evitar encontrar problemas, es decir, hititas. Luego de una pelea y sacrificarse para liberar al joven rehén que traían con ellos, Nippur es salvado por la caballería. Es que el joven que salvó no era otro que Akhenamon, hermano de Nofretamón, y solo un niño la última vez que lo vio.
Finalmente, en “El sumerio ha llegado”, publicado originalmente en el Anuario D’Artagnan de 1972, el héroe llega a Tebas. Como aparece en el número especial, el capítulo esta coloreado, aunque como mencione en reseñas anteriores, el color poco sutil no le hace ningun favor a los lápices de Olivera. Allí, nos enteramos que han pasado 10 años enteros desde que Nippur estuvo en Egipto y conoció a Nofretamón, quien terminó casándose con el viejo faraón. También conocemos a un elenco de personajes protagonistas en la intriga palaciega. Hinnannas, ministro y líder de los sacerdotes de Amón; su mano derecha Inermes; y el general mercenario al servicio de la reina viuda llamado Kurakhina.
Luego de resolver la intriga palaciega, los últimos dos capítulos del libro nos presentan a “Los hombres de fuego”, sacerdote-guerreros de la montaña. Su relación con Nippur empieza de manera un poco física, como es habitual para el héroe, pero probando su valía termina por enlistar su valiosa ayuda en la futura batalla.
Después de años de aventuras episódicas, la saga de Egipto iniciada en el este libro le otorga la propulsión y foco que la serie pedía a gritos, y le da una bocanada de aire fresco en medio de la primera transición artística importante de