Reseña del tomo número cincuenta y tres de la Colección Salvat de DC Comics – Nuevo Titanes: El albor de los Titanes por Marv Wolfman y George Pérez.
Acá comienza lo que supo ser uno de los runs más revolucionarios de la década de los ’80. De la mano de un Marv Wolfman y un George Pérez inspiradísimos, Los Titanes logran ensamblar un equipo reuniendo a Cyborg, Changeling (Beast Boy), Robin, Starfire, Donna Troy y Wally West y demostrando, que un equipo no nace, sino que se hace… y con mucho trabajo.
El guionista de este espectacular run fue nada menos que el ya mencionado Marv Wolfman. El escritor nacido en 1946 comenzó en el mundo de los cómics trabajando para Marvel, sin embargo, una pelea produjo que en la década del ’80 migrara hacia DC Comics.Gracias a este traspaso, la editorial casa de Batman y Superman nos ha traído grandes historias, siendo sin duda Crisis on Infinite Earths la más destacada de su repertorio.
Acompañando a Wolfman durante su etapa con los Titanes estuvo otro reconocido nombre de la editorial, George Pérez. El dibujante de ascendencia puertorriqueña que nació en Nueva York allá por la década del ’50 comenzó sus trabajos al igual que Wolfman en Marvel. Sons of the Tiger fue la primera serie en la que trabajó Pérez, luego, en la década del ’70 comenzó a colaborar con Wolfman en distintas series como Fantastic 4, para luego, ya en los ’80, migrar a DC junto con el guionista y amigo suyo. Ya en su nueva editorial, el dibujante volvió a colaborar con Marv en Crisis y además destacó en otros pasos como el de Superman: Whatever Happened to the Man of Tomorrow?.
Este tomo marca lo que fue el comienzo de una etapa gloriosa para los Titanes. No solo competían (y vencían) directamente contra los X-Men, sino que se permitieron contar historias bastante profundas, como el caso de El contrato de Judas.
El eje central del trabajo de Wolfman es que no solo exploró a los héroes, sino también a las personas debajo de la máscara. Se formaron amistades, pero también había discusiones. Tenían problemas de confianza entre ellos, especialmente con la introvertida Raven, una vez que las manipulaciones que desplegó para formar el equipo salieron a la luz.
El segundo issue de este arco vio el debut de Deathstroke, quizás el villano más complicado en el panteón de DC. Establece tanto su compleja personalidad como su rencor contra los Titanes y abre la escena para el futuro debut de Jericho, su hijo y también un Titán. El demoníaco padre de Raven, Trigon, es un serio desafío para el equipo en los primeros números, por lo que si miramos este volumen nos encontramos con el anclaje inicial a varias de las historias posteriores que este grupo terminaría protagonizando.
No cabe duda que en los ’80 esta historia fue el comienzo de una gran revolución en la forma de narrar aventuras. Wolfman y Pérez demuestran porque son considerados una de las más grandes duplas creativas de aquellos años plantando las primeras semillas para los eventos futuros que acontecerían en la vida de los jóvenes sidekicks devenidos en héroes de Nueva York.