Reseña del tomo número cincuenta y uno de la Colección Salvat de DC Comics – Plastic Man: A la fuga por Kyle Baker.
Historia de origen hay una por cada personaje (al menos una…) y esta es la de Plastic Man, uno de los personajes más curiosos de DC. Si bien este héroe tiene un superpoder como lo es poder estirarse a voluntad, también tiene un controvertido sentido del humor el cual encaja a la perfección con el trabajo que Kyle Baker hace con él y que repasaremos en Plastic Man: A la fuga.
Para entender más sobre el estilo de este cómic tenemos que conocer a su autor, Kyle Baker. Su nombre definitivamente no es de los más rutilantes en el mundo de las grapas pero allá por principios de los 2000, DC Comics decidió darle a este artista del mundo animado y los cartoons su posibilidad imaginando un relanzamiento de Plastic Man. Luego, con el correr de los años, Baker trabajaría en historias de Deadpool, Why I hate Saturn y Mistery in Space.
Ya metiéndonos de lleno en lo que es Plastic Man: A la fuga, Baker nos presenta a Eel O’Brian, ex-ladron que es traicionado por sus secuáses en medio de un asalto cuando todo sale mal y termina cayendo en algún ácido obteniendo así sus superpoderes convirtiéndose en Plastic Man.
Sin embargo, nadie conocía su pasado criminal hasta que alguien relaciona, equivocadamente, a Eel como el culpable de algunos crímenes nuevos. En ante este panorama que Plastic Man debe fugarse, ocultándose de las autoridades mientras trabaja para limpiar su nombre.
Lo más sorprendente de este libro es por lejos el arte de Kyle Baker, que se ve muy influenciado por obras del mundo animado de la televisión como Ren y Stimpy y la película The Mask de Jim Carrey. Baker se aprovecha de los poderes de Plastic Man y nos brinda algunas imágenes realmente interesantes que no esperarías ver en un cómic de DC, pero no mucho más.
Si bien la trama es bastante monótona y nos ha generado algún que otro problema para engancharnos con la historia, el tono general del libro es gracioso con su estilo slapstick exagerado y los personajes son cursis. El tomo termina en un lío apresurado de tonterías intrincadas y un deus ex machina que subraya el estilo informal de la narración poco impresionante de Baker.