Una serie que parece llegar en el momento justo, lo suficientemente oscura para conmover y lo perfectamente tierna como para enamorar.

Resulta que ahora a Robert Downey Jr. también se le da bien saber en qué producciones invertir. Si bien la aparición de su nombre podía parecer en la previa un simple gancho comercial o la venganza del actor hacia Marvel por matar a su personaje, es en realidad una apuesta por un producto de calidad y que parece estar destinado a la grandeza. Hablamos de Sweet Tooth, la nueva serie de Netflix apadrinada por el eterno Tony Stark y su mujer que adapta el cómic homónimo de DC y lo hace con encanto, oscuridad y unos personajes entrañables hasta la médula.

Sweet Tooth nos lleva a una realidad no tan lejana a la que vivimos actualmente, excepto por los niños-animales, claro. Un virus se desató en el mundo y diezmó a la población, mientras que los pocos que quedan vivos se pueden dividir en dos grandes grupos: los que ya perdieron cualquier rasgo de humanidad y lo que desesperadamente intentan encontrar la cura. En ese contexto aparecen los híbridos, mitad niños mitad animales que comenzaron a nacer al mismo tiempo que se desató el caos, por lo que muchos decidieron cargarles la culpa. Y justamente es uno de ellos su protagonista, Gus (o Sweet Tooth), un pequeño y especial ciervo que intentará sobrevivir mientras desentraña la historia que puso a la vida de la Tierra en jaque.

Muchos estarán pensando, ¿otra historia post-apocalíptica más?, ¿No es suficiente con la realidad en la que vivimos? Y no los culparíamos, algunas producciones como la reciente Songbird nos llevan a revivir la realidad que nos rodea incluso cuando queremos sentarnos a ver algo y olvidar. Sin embargo, la nueva serie de Netflix y Jim Mickle (Cold in July) transita por otro camino. Podríamos decir que se trata de una historia post-apocalíptica optimista, una que tiene su carga dramática y su cuota justa de crueldad, pero que lo equilibra con el toque perfecto de inocencia y positivismo como para que no nos deprimamos mientras la vemos. Es como si cruzaras a Steven Spielberg, con un poco de Tim Burton y de vez en cuando apareciera Nolan a dar una pincelada de crudeza.

Este equilibrio Sweet Tooth lo consigue mostrando la realidad de un mundo arrebatado por un virus mortal, con un sinfín de secuencias con las que podemos sentirnos identificados (me animo a decir que varias escenas fueron creadas a propósito en base a lo que le toca vivir a nuestro mundo) y sus encantadores personajes. Los personajes lo son todo. En un principio tuve miedo de que se tratase de una serie exageradamente infantil y parte de la culpa la tuvo mi prejuicio hacia su protagonista: el típico chico perfecto, sobreactuado, de las series de este estilo. Me equivoqué y mucho. Christian Convery crea a un Gus perfecto, sus expresiones son tan creíbles que nos contagia toda esa inocencia que la serie necesita para no convertirse en un drama más. Y la cosa no funcionaría igual sin Jepperd, interpretado por Nonso Anozie, ambos forman una dupla irresistible que es capaz de movilizarnos en más de una ocasión.

Así Gus y Jepperd nos van llevando de la mano para acompañarlos en su viaje y su crecimiento personal. Sweet Tooth es una serie a la que se le pueden hacer dos lecturas, una más superficial con la historia de todos sus personajes y una un poco más profunda, con ese reflejo de un mundo en caos que de vez en cuando se anima a deslizar alguna crítica a nuestro mundo pandémico. Distintos personajes se entrelazan, con los suficientes flashbacks como para que podamos entender el contexto y quizás este es uno de los pocos reproches que realmente podemos hacerle a la producción de Netflix: se quedó un poco corta en tiempos. Si bien los pocos episodios generan que el ritmo siempre sea trepidante y prácticamente no podamos despegar los ojos de la pantalla, también sentimos que le falta algo de tiempo para contextualizar y expandir un poco más el trasfondo de ciertos personajes, algo que solemos ver demasiado en series que no tienen una segunda temporada asegurada y parecen querer poner todo en el plato de entrada.

Antes de concluir debemos decir que la música aparece como el broche de oro de Sweet Tooth, con una elección de canciones muy acertada, con pistas que potencian cada uno de los momentos y no desentonan con el contexto. A nivel visual la serie también está muy bien, con un muy buen diseño tanto de los mestizos como de un mundo post-apocalíptico que todavía no explotó del todo, pero que seguro nos regalará más parajes en las futuras temporadas que esperamos que lleguen. Suena y se ve bien, sí, y eso es algo que suma pero realmente la producción de Netflix es de esas que trascienden cualquier análisis técnico y que la mejor recomendación es, siempre, dejarse llevar.

Concluyendo, Sweet Tooth es la serie que nuestro 2021 pandémico necesitaba. No es el típico drama post-apocalíptico, va más allá. Es un híbrido de diferentes géneros, equilibrado perfectamente, que funciona tanto para hacernos sentir identificados por la realidad que vivimos como para contagiarnos el espíritu positivo que la domina. La adaptación del cómic de DC hecha por Netflix tiene una historia atrapante y, sobre todo, personajes encantadores que nos piden a gritos que los sigamos en una (esperemos que la confirmen) segunda temporada: Jepperd y, por encima, Gus lo son todo.

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Como buen geek de raza, sé que cuando muera voy a respawnear. Esta vida la uso para escribir sobre lo que amo.

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