De las nuevas y las viejas, de carrera y muy de paseo. Una serie que se digna a juntar la movida ciclista con el amor por el animé.
Para los que no lo sepan aún, hay un género de animé que está orientado al deporte. No es casualidad que muchos hayan visto Captain Tsubasa (a.k.a. Los Supercampeones) en sus años más jóvenes y, quizás, hayan oído nombrar a Slam Dunk. Estos dos tanques, legendarios y de culto, encabezan todo un género que sabe darle adrenalina, prácticamente, a cualquier deporte.
Siguiendo estos clásicos, a finales del 2013 (año que parece un poco lejano hoy en día) se estrenó en Japón Yowamushi Pedal. Como su nombre lo indica, y sin saber demasiado japonés, podemos intuir que alguna referencia al mundo del pedaleo va a tener. Amén de la obviedad, la serie nos presenta un conjunto de personajes entrañables, animación y dibujos de buen nivel y chistes internos (para amantes de las bicis) en los nombres de cada una de las primeras marcas de ciclismo (Glant, Cannondate y Trak son algunos de los artilugios anti-publicitarios que se pueden ver a lo largo de los episodios).
Esta serie, que por estos días se puede oir murmurar entre los fanáticos del animé (quizás por su nueva obra teatral, a estrenarse en marzo 2016 en Japón, o por su última película estrenada a fines de 2015) es una joyita para todos los amantes de las bicicletas (quienes, gracias a las conocidas bicisendas, al apoyo de las movidas sustentables y al empujón innegable de la moda hipster, ya se supieron ganar su rol estable en la diaria del tránsito porteño).
Con el aparatoso (y muy adorable) Onoda como protagonista, Yowamushi Pedal nos acerca al mundo del ciclismo competitivo con jovencitos que todavía no terminaron su enseñanza escolar y realizan proezas sobre ruedas que le costarían al mismo Lance Armstrong llevar a cabo. Aún así, a pesar del recurso innegable de la exageración para incrementar el drama, es prácticamente imposible terminar de ver dos o tres capítulos de esta serie sin subirse a la bicicleta y empezar a calcular mentalmente la cadencia de pedaleo propia sobre la primera calle que pisen las ruedas.
Una serie obligado, no sólo para fans del animé (y las bicis), sino también para quienes anden buscando coraje para enfrentarse a la rutina diaria en este hermoso medio de transporte.
Por Isa Crosta