La Primera Guerra Mundial vista desde los dos bandos, esa es la propuesta del juego creado por Aardman Animation y DigixArt. Te contamos qué tal nos ha resultado.
Los conflictos de la historia de la humanidad han sido reflejados en incontables ocasiones a través de los diferentes medios de expresión. En los videojuegos sobran los exponentes, pero son pocos los que se atreven a salir de lo trillado y a brindar una visión más madura de los hechos. Por este segundo camino decidieron transitar el equipo de Aardam Animation, creadores de películas como Pollitos en Fuga, y DigixArt con 11-11: Memories Retold.
Esta aventura gráfica nos sitúa algunos meses antes del Armisticio de Compiègne y nos involucra desde ambas partes de la Primera Guerra Mundial. Por un lado conocemos a Harry, un fotógrafo canadiense que es reclutado por el ejército para capturar con su cámara los momentos más importantes del conflicto, y por el otro a Kurt, un ingeniero alemán que decide alistarse al frente para poder encontrar a su hijo, quien se perdió en batalla.
Mucho más que balas y explosiones
Como dijimos antes, 11-11: Memories Retold no pretende ser la típica historia de guerra con valientes coroneles y soldados que lo dan todo por su nación. Por el contrario, el juego recurre a historias mucho más íntimas para desenmascarar la cruda realidad de la guerra y de los hombres que responden al poder, que no entienden de límites a la hora de alzarse con una falsa victoria cubierta de sangre y lágrimas. Estamos ante una mirada mucho más madura y realista del conflicto que hemos visto en tantas ocasiones.
Y uno de los elementos claves para esta atípica narración es la visión que aporta de ambas realidades. Por un lado conocemos la experiencia de Harry, un joven canadiense que trabaja como fotógrafo en la tienda del padre de Julia, la chica de la que está enamorado. Mientras ambos juguetean en un amor típico de los 20 años, él decide conquistarla utilizando un uniforme y con la aspiración de volver de la guerra convertido en héroe.
Por otro lado esta Kurt, un ingeniero alemán, padre de una familia, quien recibe una noticia que le impide seguir adelante: su hijo ha desaparecido en el frente. Este motivo lo lleva a dejar su trabajo como ingeniero en una fábrica de dirigibles y a alistarse al ejército de forma impulsiva, entendiendo poco después que su misión no será tan fácil como esperaba.
Un motivo u otro los hace a ambos completamente ajenos a la guerra, razón que nos permite entender que no hay culpable o inocentes, sino simplemente víctimas. El climax de la historia se genera cuando, sin entrar en spoilers, los caminos de ambos se cruzan, hecho que cambia la vida de ellos para siempre y que pone en alza la parte sentimental de una trama que ya de por sí es capaz de conmover a cualquiera.
Uno de los pocos eslabones que hace flaquear a la construcción de esta historia es el guion, que por momentos resulta bastante básico y da la sensación de poco elaborado. Incluso algunas frases se repiten de forma exacta cuando interactuamos con los personajes que nos rodean. Por suerte, para sacar a flote esta situación el juego cuenta con unas increíbles interpretaciones de Elijah Wood (Harry) y Sebastian Koch (Kurt).
Entre cartas y rompecabezas
Hay algo que debemos aclarar, la experiencia de 11-11: Memories Retold pasa casi en su totalidad por la contemplación de los hechos que rodean a los protagonistas. Es una aventura gráfica hecha y derecha que casi roza el límite del walking simulator. No obstante, nuestros únicos escapes a la monotonía se dan mediante algunos puzzles e interacciones con los personajes que nos aguardan en casa.
Respecto a los rompecabezas debemos decir que son extremadamente sencillos en la mayoría de los casos, haciendo que esos respiros no se sientan tan efectivos. En sí toda la mecánica de los mismos está mal resuelta, no solo su facilidad de resolución, sino también porque en ningún caso hay un indicador que nos diga a dónde ir y ante algunos complejos escenarios buscar el objetivo puede convertirse en una tarea tediosa. Mayor claridad y una dificultad aumentada hubieran revertido esta situación.
Otra de las mecánicas que nos plantea el juego, esta sí más interesante, es la de la correspondencia. Con Harry deberemos enviar fotos a Julia y dependiendo de lo que le enviemos obtendremos diferentes respuestas por parte de la joven, en relación al amor que crece entre ellos. Por otro lado, con Kurt enviamos cartas a su hija de ocho años contándole lo que ocurre en la guerra, con más realismo o tacto según elijamos.
En este sentido debemos decir que respecto a la toma de decisiones, la de las correspondencias y el resto, resultan entretenidas en sí, pero no vemos resultados contundentes hasta el final del juego y esto puede ser algo frustrante.
Pinceladas de guerra
Como hablábamos antes, Aardman Animation y DigixArt han decidido contar una historia diferente y no lo han hecho solamente desde la narrativa. La parte estética, a cargo de los animadores de Pollitos en Fuga, convierte a 11-11: Memories Retold en una obra de arte en movimiento. Es como ver un cuadro constante y, a pesar de que es evidente que la elección permite disimular un apartado gráfico bastante discreto, a nivel diseño resulta atractivo y original.
La aventura además es acompañada por un acabado sonoro muy prolijo, uno que por momentos transmite con gran fidelidad el ambiente de la guerra. En este sentido, debemos destacar la banda sonora a cargo del compositor francés Olivier Deriviere (Vampyr) que se mezcla a la perfección con las escenas más fuertes de la historia y potencia los sentimientos que nos transmiten.
11-11: Memories Retold, el veredicto final
Quienes estén buscando un shooter bélico se han equivocado de análisis, en su lugar Aardman Animation y DigixArt deciden regalarnos una historia de la Primera Guerra Mundial mucho más madura y basada en los crudos hechos que rodearon a uno de los conflictos bélicos más grandes de la historia de la humanidad.
11-11: Memories Retold nos sumerge en la experiencia de vivir la guerra desde ambos bandos, entendiendo que hay más víctimas que culpables. Aunque hay muchas mecánicas que mejoradas habrían enriquecido aún más a la aventura, sus alrededor de siete horas de duración están alimentadas por dos protagonistas que nos regalan una historia profunda que sin dudas vale la pena conocer.