Un survival horror con los elementos fundacionales del género y una exquisita ambientación. Crow Country es más que un abrazo a la nostalgia.
Los Survival Horror se definieron como género propio a mediados de los ’90. Alone in the Dark, Resident Evil, Clock Tower, Dino Crisis e incluso Silent Hill (que debutó con el género ya instalado dentro del público gamer), son solo alguno de los ejemplos más conocidos que sirvieron como punto de partida para numerosas aventuras de terror y suspenso, manteniendo siempre algunos conceptos dentro de su abc: ambientaciones sofocante, puzles para resolver y combates rudimentarios para llevar la tensión al máximo en cada encuentro.
SFB Games reunió todos esos elementos y los encapsuló en una botella, para dar nacimiento a Crow Country, un survival horror que sigue al pie de la letra ese esquema tradicional de los survival horror para revivir con nostalgia y acierto cómo sufríamos a finales del siglo pasado con este tipo de aventuras.
Crow Country no se acuesta solo en su factor nostálgico: propone una aventura incómoda, desde su narrativa y también su exploración, con peligrosas criaturas que aparecen en nuestro camino pero que tienen ese deje opcional para enfrentarlos o simplemente evitarlos.
Explorando un macabro parque de diversiones
Crow Country setea rápido las leyes principales de los Survival Horror clásicos: exploración de un escenario, búsqueda de llaves/artefactos para destrabar zonas y puertas bloqueadas, encontrar información diseminada que aporta al lore de este universo, resolver una cuantiosa cantidad de puzles y derrotar a todo tipo de criaturas con el arsenal que vamos encontrando.
La historia coloca como protagonista a Mara Foreste, una novate agente que debe ir hasta Crow Country para encontrar a Edward Crow, el fundador del parque por unas extrañas denuncias recibidas, sumado a desapariciones dentro de la zona.
Crow Country es un título efectivo, y al tratarse de una aventura que no dura más de 6 horas, va al hueso. De explorar los primeros pasillos a encontrar el primer enemigo no tardaremos más de 15 minutos, y establecer de a poco las reglas de lo que va sucediendo nos lleva de la mano junto con Mara para entender qué esta pasando en este lugar.
En el camino interactuaremos con varios NPC: desde trabajadores del parque que están todavía en las inmediaciones hasta la hija del fundador, que fue quién descubrió las extrañas actividades que hacía el señor Crow.
No hay elementos crípticos y la historia se vuelve cada vez más retorcida a medida que descubrimos los secretos del lugar y también de los orígenes de los monstruos. Abusa en exceso de los documentos para explorar su narrativa, que corta el ritmo intenta llevar el juego, pero también entendemos que es el “único” recurso de una aventura que cuenta con estas características audiovisulaes.
Es imposible no ver elementos de Clock Tower y Resident Evil en las articulación de sus escenas, la aparición de algunas criaturas e incluso también el desarroll de sus NPC, pero la historia está tan bien contada e incluso con muchos elementos originales que es brillante ver cómo sigue su propio camino.
Uno de los puntos más altos en Crow Country es el nivel de exploración y el ingenio para plantear los puzles. Hay mucha diversidad en cuanto a la cantidad de propuestas que tenemos a nivel acertijos y cómo obliga al jugador a prestar atención a los detalles, algunos más claros que otros, para poder avanzar en la historia.
Algunos puzles son opcionales y permiten encontrar armas, recursos y bonificaciones. Obviamente algunos serán muchos más simples que otros, pero esa cuota de ingenio está a la orden del día. Realmente no hemos encontrado alguno realmente imposible de resolver ni tienen una profundidad colosal al estilo de los dos primeros Silent Hill, pero mantienen ese dejo de satisfacción cuando resolvemos ese problema que no nos permitía avanzar.
La exploración es interconectada a través de las diferentes zonas que componen el parque, con un backtracking constante, ya que tendremos que encontrar varias llaves y accesorios para poder destrabar lugares a los que no podíamos acceder. A diferencia de los títulos que “homenajea”, el movimiento de la cámara es libre y genera los escenarios de fondo en tiempo real, a diferencia de otros exponentes (como Resident Evil) de la época que utilizaban entornos prerenderizados. Este efecto no es un cápricho de estilos sino que funciona como un elemento más dentro de la investigación y el combate: los enemigos pueden aparecer de todas las direcciones pero también encontraremos información “oculta” si miramos el escenario desde diferentes perspectivas. De hecho, cuando ganás la partida se habilita un nuevo desafío que consta en disparar a 42 cuervos ocultos; y ahí el movimiento de la cámara cumple un rol preponderante.
El combate, en mayor o menor medida, es opcional, porque podemos ir esquivando a la mayoría de los enemigos de cada zona, que reaparecen de tanto en tanto. Obviamente que vamos a poder explorar con mayor tranquilidad si barremos el lugar a plomo limpio. A diferencia de otros survival horror del género, hay una dicotomía entre la escasez de recursos y la aparición de los mismos. Las municiones y los items curativos reaparecen cada tanto en algunos lugares así que es bastante poco probable que te quedes sin balas o kits para curarte. El inventario es un calco a Resident Evil, con los items a disposición y el estado de nuestra salud en un electrocardiograma, así que los más nostálgicos van a sentirse como en casa.
Esa simpleza dentro del combate lo vuelve un recurso más dentro de la ambientación y nuestra exploración por el parque, que también está plagado de trampas y mecanismos que ponga en riesgo la vida de la protagonista.
Conclusión
Crow Country solo toma los ingredientes nostálgicos de la fórmula ganadora de los primeros survival horror para crear una experiencia atractiva, directa y eficaz. No intenta extenderse por demás y dosifica todos sus elementos de forma criteriosa.
Para los veteranos, será como volver a tener 10 años y aventurarse en una historia macabra, con escenarios lugubres y peligros en cada rincón. Pero Crow Country funciona para todos y los amantes del género encontrarán un exponente muy divertido.
Crow Country solo toma los ingredientes nostálgicos de la fórmula ganadora de los primeros survival horror para crear una experiencia atractiva, directa y eficaz. No intenta extenderse por demás y dosifica todos sus elementos de forma criteriosa.
Para los veteranos, será como volver a tener 10 años y aventurarse en una historia macabra, con escenarios lugubres y peligros en cada rincón. Pero Crow Country funciona para todos y los amantes del género encontrarán un exponente muy divertido.