Los nuevo de David Cage se llama Detroit: Become Human y en este análisis te contamos qué tal le ha salido la inmersión en un mundo habitado por androides.
Quantic Dream y David Cage -creadores de Farenheit, Heavy Rain y Beyond: Two Souls- regresan a la carga con su título más ambicioso hasta la fecha, Detroit: Become Human. La fórmula que tantos fanáticos les ha conseguido durante años de trabajo vuelve a estar allí, pero esta vez llevada mucho más lejos y con un sinfín de nuevas variantes.
Para esta aventura interactiva nos ubicamos en la ciudad de Detroit en el año 2038, donde tiene lugar un futuro distópico en el cual la industria ha crecido gracias a la introducción de androides como servidumbre de la sociedad. Sin embargo, todo cambia cuando un gran número de estos androides empiezan a actuar en base a supuestos sentimientos. Entonces, en la piel de Kara, Markus y Connor deberemos decidir el futuro de esta sociedad artificial y de la propia humanidad.
La voz de David Cage
Si sabemos que David Cage está a la cabeza de un proyecto hay algo que esperamos con toda seguridad: una gran historia. Y Detroit: Become Human no es la excepción para este hombre que tiene la enorme capacidad de crear tramas que nos involucran desde el minuto uno para terminar provocándonos todo tipo de sentimientos.
Y una historia tan especial debía ser contada por una cabeza así de brillante, ya que a lo largo del juego veremos cómo se tocan temas verdaderamente delicados como el racismo y el desempleo. Así, nos veremos cada vez más sumergidos en caminos que pondrán a prueba nuestra moral.
Con diálogos inteligentes, secuencias que nada tienen que envidiar a las películas y personajes de una profundidad increíble se desarrolla una trama profunda, sentimental, visceral y de una credibilidad sin precedentes hasta la fecha.
Como único punto negativo debemos decir que, quizás, el desenlace llega de forma algo precipitada. A fin de cuentas se siente como si la introducción se hubiera cocido a fuego lento, mientras que el final cayó sobre nosotros casi saltándose el nudo.
Eligiendo caminos
Uno de los sellos característicos de los juegos de Quantic Dream es la posibilidad de decidir el destino del juego mediante la toma de decisiones, recurso que en Detroit se ha explotado más que nunca. Podemos abrirnos paso a lo largo de decenas de caminos completamente diferentes según lo que vayamos eligiendo y cada decisión, además, repercutirá más adelante en las acciones de los diferentes personajes primarios y secundarios.
También, tienen que creernos cuando les decimos que elegir no es tarea fácil. Si el pulso les tembló en alguna secuencia de Heavy Rain, prepárense para estar ante verdaderos desafíos de juicio y moral. El destino de los personajes y de la historia se encuentra constantemente en nuestras manos.
Agregando complejidad, los caminos también se definirán en los tan famosos QuickTime Events que esta vez están más presentes que nunca para callar a todos aquellos que acusan a este tipo de juegos de no ser más que películas interactivas. Detroit: Become Human es, sin lugar a dudas, el juego del estudio con más cuotas de acción.
Markus, Kara y Connor
Uno de los puntos más altos de lo nuevo de David Cage son sus protagonistas. Tres personajes que nacen de orígenes completamente diferentes pero que terminan compartiendo un objetivo en común: ser libres. Cada uno de ellos y los personajes que los rodean conseguirán meterse en nuestros corazones y contagiarnos sus ideales.
Markus es un idealista revolucionario que luego de sufrir un hecho traumático en su vida decide dejar de esconderse y luchar por la libertad de todos los Divergentes (androides que han comenzado a tener sentimientos). El héroe del videojuego, principal responsable de definir el destino de su “raza”.
Kara aporta la cuota de ternura al título. Tras vivir en un hogar conflictivo decide rescatar a Alice, la niña que allí vive, y escapar. Pero las cosas no serán nada fáciles y deberán vivir como fugitivas hasta encontrar un refugio definitivo. El amor entre ambas es de lo mejor y más puro que nos encontraremos en la aventura.
Por último Connor, un androide de seguridad diseñado para combatir a los divergentes. Junto a Hank, un detective que ha dejado en el pasado sus tiempos de gloria, seguirán las pistas del origen de la divergencia mientras que ponen en dudas todas sus creencias.
Ingeniería perfecta
Si bien los androides de CyberLife han salido un tanto fallados ya que terminaron convirtiéndose en divergentes, la tecnología del juego funciona a la perfección. El equipo de Quantic Dream se encargó de trabajar en todos los puntos que se le habían criticado en el pasado.
Comenzando por la jugabilidad tenemos que decir que, aunque en algún que otro pasaje se sigue sintiendo algo tosca, en líneas generales está mucho más pulida que en las entregas anteriores. Los QTEs funcionan a la perfección y movernos por los diferentes escenarios es, en general, un experiencia agradable.
Musicalmente el juego tienen un nivel excelente y por el mismo camino se mueve el sonido en general. Las voces de todos los personajes, tanto las originales como las dobladas al latino, son de gran calidad y la interpretación de los actores es formidable.
Por último, y yendo al punto más sobresaliente de Detroit, tenemos que destacar el apartado visual. Comenzando por la construcción estética de los escenarios y personajes que es absolutamente acertada, siguiendo por los gráficos y haciendo principal hincapié en los rostros de los personajes. La poca expresión ha quedado en el pasado y nos encontramos ante gestos hermosamente realistas.
Detroit: Become Human, el veredicto final
David Cage y su estilo de juegos siempre han tenido amantes y detractores. Detroit: Become Human no será la excepción ya que mantiene la fórmula de siempre, pero la potencia y la lleva al menos uno o dos niveles por encima de las entregas anteriores.
Estamos ante el juego de Quantic Dream más grande, con el abanico más amplio de decisiones gracias a la que seremos capaces de elegir cómo queremos que se desenvuelva la aventura. Y no serán nada fáciles de tomar, ya que la profunda y trabajada historia (de unas 10 horas de duración) que presenta conseguirá involucrarnos hasta el punto de poner en juego nuestra propia moral.
Los androides han despertado de su eterna esclavitud, han comenzado a sentir y nosotros somos los encargados -en la piel de los tres magníficos protagonistas- de decidir cuál es el destino de la sociedad que han comenzado a formar. Detroit: Become Human es una obra brillante, de lo mejor que hemos jugado en este 2018.